sábado, 20 de abril de 2011
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El Dharma de las Enseñanzas, el Dharma de la Mente IV
Conferencias budistas
Por el Maestro Chan Sheng Yen

En mayo de 2003, el maestro Sheng Yen celebró un Retiro Chan en Moscú organizado por Wujimen, un club ruso de artes marciales. Durante el retiro, el maestro Sheng Yen dio una conferencia sobre las enseñanzas del Sutra de la Plataforma del Sexto Patriarca Huineng. Este es el cuarto de los seis artículos basados en aquellas conferencias. Douglas Gildow hizo la traducción oral del chino al inglés. Las transcripciones fueron preparadas por Chang Wen Shi, Bruce Rickenbacher y Victor Ku, y editadas por Ernest Heau con la asistencia de Chang Wen Shi.

13 de Mayo

Para aquellos que practican el huatou, ¿deberían preguntar el huatou o recitarlo? Para aclararlo, permitidme que describa las cuatro etapas del huatou.

La primera etapa es “recitar el huatou” o “repetir el huatou.” Al principio, nuestras mentes están confusas y llenas de pensamientos errabundos. En esta etapa, solo recitamos el huatou una y otra vez para nosotros mismos. En realidad, no sentimos mucho el huatou, nos limitamos a decirnos a nosotros mismos que tenemos esta tarea que hacer, de manera que simplemente continuamos repitiendo el huatou.

La segunda etapa es “preguntar el huatou.” En esta etapa, hemos desarrollado auténtico interés por el huatou y queremos saber la respuesta, de modo que seguimos preguntando el huatou una y otra vez. En esta segunda etapa de preguntar el huatou, seguimos repitiéndolo, pero hemos desarrollado un verdadero interés por la respuesta. Sin embargo, tenemos que seguir repitiendo la frase.

La tercera etapa es “investigar el huatou.” Esta etapa sucede después de que surja la masa de duda. (No se trata aquí de una duda ordinaria, sino un deseo abrumador de encontrar la respuesta del huatou.) Ya no tenemos pensamientos dispersos y estamos totalmente absortos en investigar el huatou una y otra vez. En este estado, no somos conscientes del sabor de la comida; oímos hablar, pero en realidad no escuchamos. Estamos completamente absortos y envueltos por el huatou. Es nuestra vida entera. En otras palabras, hemos entrado en el huatou y nos hemos convertido en él. Ya estemos comiendo, durmiendo, caminando o realizando cualquier otra actividad, estamos completamente dentro del huatou. Es nuestro propio pequeño universo en el que hemos entrado.

La cuarta etapa se llama “observar el huatou.” Aunque uno haya alcanzado la iluminación, aún tiene aflicciones. El logro de la iluminación no significa necesariamente que uno haya puesto fin a todas las aflicciones, tan solo significa que ha visto su naturaleza de Buda. Pero, por lo general, las aflicciones regresan después de transcurrido algún tiempo. Por lo tanto, después de la iluminación se debe continuar practicando u “observando el huatou.” Las aflicciones no se eliminarán del todo hasta que uno alcance la iluminación completa. Por lo tanto, hay que seguir observando el huatou y no hay que dejarlo nunca.

Samadhi por la tarde
El samadhi no es solo un fenómeno mental, está relacionado tanto con el cuerpo como con la mente. Especialmente al principio, el elemento del cuerpo en el samadhi es fuerte. Antes hemos hablado de cómo el uso coherente de un método de meditación puede transformar la mente dispersa en mente concentrada. Al tiempo que van disminuyendo los pensamientos errabundos, también disminuirá la energía mental necesaria para concentrarse. Después, se puede partir de la mente concentrada para alcanzar la mente unificada. Esto es posible incluso sin usar un método como la iluminación silenciosa o el huatou.

Cuando hablamos de la mente unificada, nos referimos a que tanto el cuerpo como la mente se han unificado. Esto es el resultado de usar el método correctamente. Que esto lleve al samadhi o no puede depender de si uno está tenso o relajado. Quizás uno ha sentido ansiedad e incluso ha mezclado el método de la respiración con otros métodos y se ha servido de su cuerpo para lograr una unificación tensa. En este caso, sentirá que su cuerpo es cada vez más pequeño porque uno está tenso y siente como si su cuerpo se estuviera colapsando. Finalmente uno siente frescor, luego frío y después una incomodidad extrema. En esta situación, la mente dispersa volverá a surgir. Este tipo de unificación del cuerpo y la mente no es sano y no llevará al samadhi. Independientemente de qué método se emplee, la mente no debería sentirse nerviosa.

Sin embargo, si uno puede unificar el cuerpo y la mente de manera relajada y domina muy bien el método, la carga corporal desaparece. Entonces se experimentará felicidad. Se dice que uno siente “ligereza y tranquilidad”: ligereza como una sensación corporal y tranquilidad como un sentimiento de la mente. Algunas personas malinterpretan esta sensación de ligereza y tranquilidad y creen que es la iluminación, pero lo único que han hecho es unificar el cuerpo y la mente de una manera adecuada. En nuestra metáfora del buey, en esta etapa uno no solo ha visto el buey, sino que también ha comenzado a domarlo.

Cuando el cuerpo y la mente están así correctamente unificados, podemos entrar en el samadhi. Al principio, podemos entrar en el samadhi secuencial, como se enseña en las escuelas Hinayana, o podemos unificarnos con el entorno, de comformidad con los métodos Mahayana del Chan. Dado que estamos practicando la iluminación repentina, en este momento no cultivamos el samadhi secuencial. En cambio, consideramos el entorno como el cuerpo. Al hacerlo, el entorno también podría desaparecer. Así, cuando desaparecen tanto el cuerpo como el entorno, lo único que queda es la mente fijada en el método.

En este momento el método no cuesta ningún esfuerzo. Como el jinete, que no piensa que está montando a caballo, o el caballo, que no piensa que alguien lo está montando, los dos están unificados. Queremos ser como este jinete y entrar en el samadhi Mahayana, en el que olvidamos el entorno, mientras seguimos usando el método. Esta unificación del cuerpo, la mente y el entorno es un samadhi que puede alcanzarse a través de la iluminación silenciosa.

Si estamos usando el método huatou, tras haber concebido un sentimiento de duda podríamos desarrollar una “gran masa de duda”. En ese momento toda nuestra vida está absorta por el huatou. Ya no podemos seguir preguntando el huatou con las palabras de nuestras mentes, sino que estamos buscando su respuesta; sentimos esa fuerte aspiración a encontrar la respuesta. En este momento, nuestra práctica es poderosa y continua, sin pausa. En ese punto, el practicante camina, come y duerme, pero está completamente absorto por el huatou, está dentro del huatou. Esto también es una forma de samadhi. El samadhi Hinayana es más parecido a una concentración limitada al propio cuerpo. El samadhi que se alcanza a través de la iluminación silenciosa y el huatou es un estado en el que el cuerpo, la mente, y el entorno están unificados los tres.

Los métodos Hinayana básicos para alcanzar el samadhi son los Cuatro Fundamentos de la Atención y los Cinco Métodos de Serenar la Mente. Los Cuatro Fundamentos son: la atención del cuerpo, la atención de las sensaciones, la atención de la mente y la atención de los dharmas (fenómenos mentales). Cuando se hayan realizado con éxito dichas contemplaciones, se entrará en los estados de samadhi. En el Chan, no se cultiva el samadhi secuencial. La iluminación que se busca es la iluminación repentina. En el samadhi Mahayana, una vez que el cuerpo y la mente estén unificados, uno también se unificará con el entorno. También se renuncia al samadhi, como expresa el dicho: “desprenderse de todas las formas”. El samadhi también es una forma, de modo que hay que desprenderse de él. Seguimos haciendo esto a lo largo de toda la vida, en todas nuestras actividades, abandonamos todas las formas o nos desprendemos de ellas, incluidas las formas del samadhi.

Ahora me gustaría compartir con todos unos relatos acerca de dos maestros Chan de la China moderna. El primero trata del gran maestro Xuyun, o Nube Vacía, el maestro de mi maestro. Como era costumbre en China, viajó a diferentes monasterios para practicar. En uno de sus viajes, estaba investigando un huatou y desarrolló la gran duda. Iba caminando por las orillas del río Yangtsé tan profundamente absorto en su huatou que se cayó. Tres días después, un pescador sacó a Nube Vacía del río con una gran red. Al ver que era un monje, los pescadores lo llevaron al monasterio. Los monjes hicieron sonar una campanilla junto a su oído y por fin despertó y dijo: “¿Qué hacéis todos aquí?”

En cualquier caso, durante tres días Nube Vacía estuvo en el río como si fuese un pez. Al estar unificado con el entorno, no sabía que estaba en el agua. No tenía miedo ni se ahogó. Para Nube Vacía esto no fue una experiencia de iluminación, sino un profundo estado de samadhi. Incluso hoy en día, en la India hay yoguis que pueden estar enterrados bajo tierra durante docenas de horas y, cuando se les desentierra, están bien. Sin embargo, cuando le sucedió esto a Nube Vacía, fue un accidente. No estaba realizando ningún tipo de truco.

El relato siguiente trata del Maestro Chan Laiguo, que estaba practicando el huatou en un monasterio. Al final le pareció que la vida de monasterio no era para él, de manera que tomó su cojín de meditación y su cuenco de limosnas y comenzó a vagabundear. Cuando tenía hambre, mendigaba alimentos. No siempre sabía dónde estaba, sino que simplemente continuaba caminando errante. Por las noches, dormía dondequiera que podía encontrar un lugar. Mientras caminaba, comía y dormía, continuaba investigando su huatou. En ocasiones, cuando estaba cansado, hacía meditación sentado y continuaba su huatou. Toda su vida estaba inmersa en él. Como estaba en lo más profundo del huatou, no era consciente de con quién se había encontrado, de dónde había estado y de cuántos días había estado vagabundeando.

Tanto Laiguo como Xuyun alcanzaron después la gran iluminación porque cultivaron y sostuvieron la gran masa de duda por un largo período de tiempo. Como reza el refrán, “Gran duda, gran iluminación.” Estos son ejemplos de practicantes que usaron el método huatou para alcanzar el samadhi. En un caso, Xuyun cayó al río y estuvo flotando en estado de samadhi; en el otro, Laiguo iba de un lado a otro viviendo una vida normal en estado de samadhi.

Voy a contaros un tercer relato, que trata de cómo entrar en el samadhi mientras se practica la iluminación silenciosa. El Maestro Hanshan (que no hay que confundir con el poeta de la dinastía Tang del mismo nombre) vivió en el siglo XVI, durante la dinastía Ming. Por delante de su monasterio pasaba un pequeño arroyo, sobre el cual había un puente. Un día se sentó en el puente para descansar. Contemplaba el agua y ecuchaba su sonido mientras fluía debajo del puente. Sentado en el puente, se olvidó de sí mismo. Pasó todo un día con su noche. Al día siguiente, alguien lo vio sentado allí y habló con el. En ese momento, Hanshan volvió a tener conciencia de su entorno y dijo: “¡Acabo de sentarme hace solo un momento!” Se había olvidado de su cuerpo y estaba completamente absorto en observar las vistas y los sonidos del arroyo. Se había unificado con su entorno y había entrado en el samadhi, sin darse cuenta de que había transcurrido un día entero.

Contemplación Directa
Ahora practicaremos la contemplación directa. La contemplación directa no es lo mismo que la intuición. Con la intuición, llegamos a una conclusión o tenemos una idea acerca de algo. Sin embargo, la intuición es subjetiva, nuestras mentes están confusas y aplicamos nuestras ideas subjetivas a la situación. En cambio, la contemplación directa es completamente objetiva, no contemples sobre la base de las experiencias o ideas pasadas, solo observa. Ves lo que ves; oyes lo que oyes. Eso es todo. Hay dos maneras de usar la contemplación directa: puedes seleccionar un objeto para su observación o puedes no hacer selección alguna. Puedes mirar algo y limitar tu observación a esa una cosa y nada más. O puedes seleccionar un campo de visión y contemplar visualmente todo lo que haya en ese campo de visión, sin elegir ningún objeto especial. El campo visual entero se convierte en tu objeto de contemplación. O puedes seleccionar un determinado sonido para escuchar y limitar tu observación a ese sonido. O puedes contemplar todos los sonidos que escuches sin centrarte en ninguno concreto.

Independientemente de que tu método sea selectivo o no, de si contemplas objetos visuales o sonidos, hay tres cosas que no deberías hacer en la contemplación directa. Primera, no nombres el objeto que contemplas; segunda, no lo describas; y tercera, no lo compares con nada, tanto en el presente como en el pasado. Una vez más, esto no es intuición porque, a diferencia de la intuición, en la observación no introduces ninguna idea subjetiva. Repito: no nombres el objeto, no lo describas y no lo compares. El objeto que observas es solo lo que es, solo el objeto en sí mismo y por sí mismo. El motivo de estas tres reglas es que la denominación, la descripción y la comparación surgen de nuestro conocimiento y experiencias pasadas y, por lo tanto, son subjetivas. Lo que estás observando entonces no es la cosa en sí misma, sino algo que viene de tus asociaciones cognitivas.

Una cosa más: si optas por la observación a través de la vista, no la mezcles con la observación a través del oído, a no ser que la cosa que estás viendo y oyendo sea la misma. Por ejemplo, si estás mirando el agua, también puedes escuchar el agua. Pero si estás escuchando un avión que pasa volando, entonces no deberías contemplar el agua visualmente al mismo tiempo.

Buscad un lugar cómodo, donde queráis, dentro de esta zona. Una vez que hayáis elegido un lugar, no os mováis. Podéis adoptar cualquier postura que os guste, poneros de pie, sentaros o acostaros. Después seleccionad un sonido u objeto que observar. Podéis empezar ya, pero recordad: sin nombrar, sin describir y sin comparar. Por ahora, que todo el mundo haga solo la contemplación directa. Si estáis practicando el huatou, no lo uséis para este ejercicio. Por el momento, os aconsejo que os limitéis a un objeto, porque es relativamente difícil observar todo lo que hay en un campo visual. Si lo hacéis, tenéis más probabilidades de tener pensamientos errabundos. Hagamos un intento así sin más y no nos planteemos más preguntas por ahora. Solo practiquemos.

[Practican la contemplación directa al aire libre.]

Para la mayoría de las personas, es difícil observar continuamente un objeto durante quince minutos sin nombrarlo, describirlo o compararlo. Es más fácil hacerlo solo durante unos segundos o unos minutos, pero es posible hacerlo durante quince minutos o más tiempo. ¿Cuántos de vosotros habéis sido capaces de mantener la atención en un objeto sonoro o visual al menos durante un minuto sin nombrarlo, describirlo o compararlo?

[Levantan la mano.]

Eso está muy bien. Normalmente, cuando observamos las cosas, lo hacemos subjetivamente. No actuamos, como los espejos, que solo reflejan. Con independencia del método de meditación que empleemos, ya sea el huatou o la iluminación silenciosa, tenemos que deshacernos de nuestras ideas subjetivas. Por ejemplo, al usar el huatou, no lo analizamos con el pensamiento subjetivo. En la contemplación directa aún intervienen las formas, pero es un paso preliminar para llegar a la ausencia de formas.

Hay quien podría pensar que incluso un niño pequeño puede hacer la contemplación directa, pero esto sería incorrecto. Las facultades de observación de un niño pequeño aún no están desarrolladas. Es simplemente un ignorante, no está haciendo la contemplación directa.

Si sois capaces de practicar este método muy bien, lo podéis aplicar en la vida diaria. Cuando estéis haciendo algo, haced eso y nada más. Así se reducirá la cantidad de fluctuación mental que experimentáis en la vida diaria.

Ahora es hora de comer. Comer es solo comer, de manera que solo comeremos.

Iluminación Repentina o Gradual

Continuemos con el verso de Huineng sobre la ausencia de forma:
aunque en el Dharma por sí mismo no existe lo repentino ni lo gradual,
en la confusión y en la iluminación hay lentitud y rapidez.

El Dharma de la Mente no tiene conexión con la iluminación repentina o gradual, ya que no está relacionado con la práctica de ningún modo. Pero como dice el verso: “[…] en la confusión y en la iluminación, hay lentitud y rapidez”. Una persona confusa no llegará siquiera a ver la mente sin forma, pero una persona iluminada experimentará de inmediato la ausencia de forma.

El Dharma de las Enseñanzas puede seguirse mediante la práctica y nuestro propósito al hacerlo es alcanzar el Dharma de la Mente. Quizás deberíamos decir “descubrir” en lugar de “alcanzar,” puesto que el Dharma de la Mente ya existe en nosotros, no puede explicarse, ni puede “alcanzarse” realmente a través de la práctica. Este Dharma siempre está ahí, plenamente presente. Lo que ocurre es, sencillamente, que no sabemos que tenemos esta “no mente”, esta mente de sabiduría. El Dharma de la Mente no está conectado con las ideas de lo repentino y lo gradual; el Dharma de las Enseñanzas, en cambio, sí puede tener conexión con lo repentino y lo gradual. Es decir, algunas enseñanzas pueden servir para la iluminación repentina y otras estar dirigidas a la iluminación gradual.

En el Sutra de la Plataforma, “la ausencia de forma” se refiere al Dharma de la Mente, pero el verso no nos enseña realmente los métodos concretos para alcanzarlo. Más bien, describe el Dharma de la Mente e indica que tenemos que abandonar el apego para ver este Dharma. ¿Cómo podemos abandonar los apegos? Todos los métodos para abandonar los apegos son el Dharma de las Enseñanzas, que nos permite alejarnos de una mente confusa y luego abandonar esta mente de confusión. Esto se hace comprendiendo las causas de la mente confusa y también practicando continuamente un método. A través del Dharma de las Enseñanzas, primero vemos que, en efecto, tenemos una mente confusa, que nuestro egocentrismo está firmemente arraigado y aprendemos cómo deshacernos de esta mente. Si lo logramos, seremos capaces de ver el Dharma de la Mente. A partir de ahí alcanzaremos la iluminación y podremos comprender la no forma. Todo lo que he descrito hasta ahora ha sido el Dharma de las Enseñanzas. Sin él, no sabríamos que tenemos una mente confusa ni sabríamos cómo deshacernos de ella, y tampoco tendríamos los recursos necesarios para percibir la ausencia de forma.

¿Lo que enseño es el Dharma de la Mente o el Dharma de las Enseñanzas? ¿Hay en Rusia carencia del Dharma de las Enseñanzas o del Dharma de la Mente? ¿O de ambos? ¿Cuántos de vosotros pensáis que a Rusia le falta el Dharma de la Mente y estáis aquí para aprenderlo? Por favor, levantad la mano. Aquellos que pensáis que Rusia ya tiene el Dharma de la Mente, por favor, levantad la mano. Quizás algunas personas están tan inmersas en su huatou que no han levantando la mano. [Risas] Puede que haya algo de confusión porque las palabras suenan parecido. Algunas personas desean pasar inadvertidas y no quieren levantar la mano para nada. [Risas] Estoy seguro de que muchas personas todavía no tienen clara la diferencia.

Si el Dharma de la Mente es inexpresable, ¿cómo puedo enseñarlo? Solo puedo hablar del Dharma de las Enseñanzas. Aquellos que levantasteis la mano con la esperanza de estudiar tanto el Dharma de la Mente como el Dharma de las Enseñanzas estabais claramente equivocados. Es imposible estudiar el Dharma de la Mente, el Dharma de la ausencia de la forma es el Dharma de la Mente, y no se puede decir.

Un discípulo preguntó a su maestro: “Cuando Bodhidharma vino a China, ¿qué trajo?” El maestro contestó: “Bodhidharma no trajo nada.” El discípulo se quedó bastante confuso: “Pero si no traía nada, ¿para qué se molestó en venir?”

¿Qué era aquello por lo que Bodhidharma fue a China para decir a la gente que ya lo tenían? Yo le digo a la gente que ya tienen el Dharma de la Mente, que todo el mundo tiene esta mente de sabiduría, ausencia de forma y ausencia de yo. ¿Enseño métodos para descubrir el Dharma de la Mente? No, enseño cómo practicar el abandono de las aflicciones y el desprendimiento del apego. Si haces esto, el Dharma de la Mente surgirá de manera natural. Quizás es mejor decir que la sabiduría “aparece”. Si decimos “surgirá”, podría sonar como si no lo tuviéramos desde el principio. De esta manera, cuando nos deshacemos de las aflicciones, aparece la sabiduría. Lo que he dicho esta noche es muy importante porque todos vosotros tenéis este Dharma de la Mente y algunos no estabais seguros de ello. Espero que esto haya quedado claro.