martes, 16 de abril de 2011
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Han Shan The-Ch'ing
Conferencias budistas
Han Shan Teh-Ching (no confundir con Han Shan “Montaña Fría”), nació en 1546 y murió en 1623. Él es uno de cuatro grandes maestros que vivieron en China al final de la Dinastía Ming.

A la edad de siete años, descubrió que su mente se encontraba en un estado de duda sobre de dónde venimos antes del nacimiento y a dónde vamos después de la muerte. A la edad de nueve años, entró en un monasterio para estudiar y a los diecinueve años se convirtió en un monje. Sus primeros intentos de practicar el Chan resultaron infructuosos y por consiguiente comenzó a recitar el nombre de Buda, lo cual le trajo grandes resultados. Después de esto, retomó con éxito la práctica del Chan. Al escuchar el Avatamsaka Sutra, alcanzó la iluminación al comprender que, en el Dharmadhatu, incluso la cosa más pequeñita contiene el universo entero. Después, leyó otro libro titulado “Cosas sin movimiento” y experimentó otra iluminación. Escribió un poema que decía:

Muerte y nacimiento, día y noche
Agua corriendo, flores marchitándose
Es ahora que lo sé
Que las ventanas de la nariz señalan hacia abajo.


Cuando el maestro Chan Miao Feng le preguntó qué era lo que había visto, él dijo:
“Cuando se hizo la noche, vi dos toros hechos de fango peleándose en un río; cuando entraron en el agua, se desintegraron.”

Luego, otro día, cuando Han Shan estaba caminando después del desayuno, entró repentinamente en un estado de samadhi, experimentando una luz brillante como un enorme y perfecto espejo, con montañas y agua, todo lo habido y por haber en el mundo estaba reflejado en él. Luego, despertó repentinamente y su cuerpo y mente estaban completamente claros; comprendió que no había nada que alcanzar. De manera que escribió este poema que decía:

En la rapidez de un pensamiento, mi mente turbulenta logra descansar.
Lo interior y lo exterior, los sentidos y sus objetos son completamente lúcidos.
En un giro completo
Hice añicos la Gran Vacuidad.
Las diez mil manifestaciones surgen y desaparecen sin ninguna razón.


Muchos años como monje vagabundo, estudió el Chan bajo la guía de varios maestros destacados de su tiempo y pasó largos períodos de tiempo viviendo solitario en las aisladas montañas. Él también estuvo energéticamente involucrado en muchas actividades altruistas así como en la propagación del Dharma y en dar conferencias sobre varios sutras. Además, él era un erudito y prolífico escritor, dejando como legado muchos trabajos sobre todos los diferentes aspectos del Budismo. De esta manera, ejemplificó el ideal del Bodhisattva de desarrollar sabiduría por medio de la meditación y del estudio, y del mérito a través de la actividad compasiva. De acuerdo con el espíritu de su tiempo, no hizo marcada distinción entre las varias sectas del Budismo Chino y tendió a ser bastante reconciliador, incluso al punto de combinar el Budismo con elementos del Confucionismo. Sin embargo, su estilo estaba caracterizado particularmente por una fusión de la simplicidad y de la austeridad del Chan con el gran, expansivo e ilimitado punto de vista que lo incluye todo del Hwa-Yen. (Por ejemplo, la secta basada en el Avatamsaka Sutra). Hasta nuestros días, su cuerpo incorrupto permanece intacto en el monasterio del Sexto Patriarca en China continental.

Contemplando la Mente
Han Shan Teh-Ching


Considerar el cuerpo como irreal, como una imagen en un espejo o el reflejo de la luna en el agua.
Contemplar la mente como sin forma, sin embargo, brillante y pura.
Ni un solo pensamiento surge, vacía y sin embargo perspicaz, quieta y sin embargo iluminada.
Completa como la gran vacuidad, conteniendo todo lo maravilloso.
Ni saliendo ni entrando, sin apariencias o características.
Centenares y miles de hábiles métodos, todos surgen de una sola mente.
Independiente de la existencia material, como siendo la obstrucción.
No apegarse a los pensamientos engañosos, los pensamientos engañosos generan ilusión.
Contempla atentamente esta mente, vacía, desprovista de objetos.
Si de repente surgen las emociones, caerás en la confusión.
En un lugar peligroso, la luz regresa, iluminando poderosamente.
Las nubes se dispersan, el cielo es claro, el sol reluce brillantemente.
Si nada surge dentro de la mente, nada será manifestado.
Aquello que posea características no es la realidad original.
Si puedes estar consciente de un pensamiento cuando surge, esta conciencia lo destruirá inmediatamente.
Cualquier estado mental que surja, bárrelo, déjalo ir.
Los estados, tanto buenos como malos, pueden ser transformados por la mente.
Lo sagrado y lo profano aparecen según los pensamientos.
El recitar mantras o el contemplar la mente son meramente hierbas para sacarle brillo a un espejo.
Si el polvo es quitado, estas hierbas también se dejan a un lado.
Los grandes y extensivos poderes psíquicos, todos son completos dentro de la mente.
Se puede viajar a voluntad a la Tierra Pura o a los cielos.
No necesitas buscar lo real, la mente originalmente es Buda.
Lo familiar se convierte en lo remoto, lo extraño parece familiar.
Día y noche, todo es maravilloso.
Nada con lo que tomas contacto es capaz de confundirte.
Estas son las cosas esenciales de la mente.