miércoles, 24 de abril de 2011
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Charla del retiro de siete días (Día IV)

Por el maestro Chan Sheng Yen

Las siguientes charlas fueron impartidas por el maestro Chan Sheng Yen durante un retiro Chan de siete días en el Centro de la Meditación Chan en Elmhurst, Nueva York en 1992.

Charla de la mañana del 2 de diciembre de 1992

Hoy más tarde les enseñaré el método de postración. Las postraciones son parte de la práctica Chan. Hay diferentes métodos para hacer las postraciones, uno de los cuales es hacer postraciones de arrepentimiento con forma. Después, aprenderán a practicar el arrepentimiento sin forma, como descrito por el Sexto Patriarca en el Sutra de la Plataforma. Es mejor empezar con forma y pasar al sin forma. Sería similar a aprender la vacuidad antes de aprender los métodos de cultivar el camino de la vacuidad. Si aprenden primero la vacuidad, podrían pensar que puesto que todo es vacío, no tiene sentido hacer nada, incluyendo la práctica. 

Eso sería un grave malentendido. Ya que todos nosotros somos egocéntricos, debemos comenzar con el yo, la existencia, y trabajar hacia la realización de la vacuidad. El arrepentimiento requiere un sentido de vergüenza o humildad. Siempre tengo problemas en lograr comunicar este tema, dado que no hay palabra inglesa que pueda transmitir el significado completo del carácter chino.

Tanto la vergüenza como la humildad tienen connotaciones que distorsionan un poco el significado, pero es todo lo que tenemos para trabajar. Al describirlo, quizás obtengan la idea adecuada. Para generar este sentido de humildad, deben desarrollar la capacidad de introspección. La introspección, o la reflexión sobre sí mismo, van dirigidas al cuerpo, el habla y la mente, los tres elementos que crean el karma.

La introspección, si es conducida con un sentido claro de honradez, llevará naturalmente a la comprensión de que la mayoría de nuestra conducta está centrada en nosotros mismos – que en determinados momentos, causa sufrimiento a los demás y a nosotros mismos. Con esta realización también vendrá un mejor entendimiento de nuestras motivaciones y la mala interpretación y entendimiento que tenemos sobre ellas. A partir de este entendimiento se espera que surja un sentido de humildad y la motivación de cambiar nuestro comportamiento. Es raro que reconozcamos nuestros propios errores. Normalmente les echamos culpa a los demás o al medioambiente, y nos consideramos a nosotros mismos como víctimas.

Puesto que la mayoría de las personas actúan con egocentrismo, eso conduce al conflicto y al sufrimiento. Aumentamos las aflicciones el uno al otro. Vivimos en un océano de sufrimiento. El objetivo de la práctica es alcanzar la sabiduría y liberación. Nos liberamos de este océano, y con ello viene la claridad o sabiduría. Toda nuestra práctica y cultivación debe comenzar con la autorreflexión. A partir del subsiguiente sentido de humildad, o vergüenza, surge el genuino arrepentimiento.

Si no pueden reconocer sus propios errores y siguen creyendo que no han hecho, dicho o pensado nada malo, entonces su egocentrismo es fuerte. Para ustedes será difícil beneficiarse de la práctica y de la orientación de un maestro. Necesitan generar este sentido de humildad y el subsiguiente deseo de arrepentirse para moverse hacia adelante. Deben ser ustedes quienes hagan esto. Nadie puede hacerlo por ustedes. El egocentrismo es codicia, odio, arrogancia y autocrítica destructiva. Todos nosotros tenemos estas cualidades, en un grado u otro. Todo es egocentrismo.

Si insistimos fuertemente en nuestras maneras y pensamos que somos correctos, y que sabemos todo lo que hay que saber, entonces será difícil la práctica. Será difícil generar la humildad, un paso necesario en el camino que conduce a la liberación. El Sakyamuni Buda dijo a sus discípulos que el desarrollar un sentido de humildad es una parte fundamental de la práctica. Una persona sin esta cualidad sería incompleta e incapaz de arrepentirse sinceramente. Dicha persona no puede aliviar las obstrucciones kármicas, las cuales pueden sofocar el progreso de muchas maneras.

El encontrar un buen maestro es una manera de hacer progresos. No obstante, no piensen que los maestros son omniscientes. Deben tomar la iniciativa de pedir al maestro por ayuda o consejo. Su incapacidad de buscar o aceptar consejo es debido a sus obstrucciones kármicas. Ellas se podrían manifestar en el carácter, expresiones, ideas, pero todas actúan como una pared que separa a ustedes de su maestro. Su pared les hace invisibles o irreconocibles. Eso no permite al maestro ofrecer ayuda.

Alguien con pocas obstrucciones kármicas puede recibir fácilmente la ayuda de maestros. Los patriarcas del pasado han dicho esto, y yo mismo lo he experimentado. Sólo unas palabras pueden ofrecer mucha ayuda, eso trae como consecuencia gran agradecimiento de parte del practicante hacia el maestro. Aquellos con obstrucciones pesadas necesitan mucho trabajo y atención, y su progreso es lento. Normalmente dichas personas terminan por culpar o criticar al maestro.

Charla del desayuno del 2 de diciembre de 1992

Las obstrucciones kármicas son codicia, odio, arrogancia y autocrítica destructiva. La codicia y el odio provienen del mismo origen. Cuando no podemos lograr lo que deseamos (codicia), muy a menudo el deseo se convertirá en aversión (odio). La arrogancia y la autocrítica destructiva, o la lástima de sí mismo también surgen del mismo origen. Cuando deseamos que los demás tengan una muy buena opinión de nosotros mismos (arrogancia) y ellos no lo hacen, muy a menudo empezamos a menospreciarnos a nosotros mismos (la lástima de sí mismo). La raíz principal de estas obstrucciones es la ignorancia, o la falta de la confianza en sí mismo. Si no tienen confianza en sí mismos, en sus capacidades, terminaran dependiendo de los demás.

Estarán a la expectativa de que el esfuerzo y la energía de los demás les beneficien. Esta opinión contradice a la ley del karma – causa y efecto – que dice que el que dedique esfuerzo recibirá el resultado. Si pueden generar un sentido de humildad y se arrepienten sinceramente de sus acciones egocéntricas del pasado, desarrollarán una mente receptiva. Con una mente receptiva encontrarán a buenos maestros.

Charla del almuerzo del 2 de diciembre de 1992

Una mente humilde, unida con un sentido de vergüenza, les ayudará a arrepentirse y a abrirse a una existencia más armoniosa y tranquila. Ya no desperdiciarán energía en el intento de protegerse a sí mismos y rechazar a los demás.

Para ayudarnos en este camino, podemos practicar las postraciones de arrepentimiento, con una actitud de humildad y un sentido de vergüenza, en etapas consecutivas. En primer lugar, deberían recordar su niñez. Intenten recordar todo lo que dijeron e hicieron que haya hecho daño a los demás (y, consiguientemente, a sí mismos). Luego hagan lo mismo para sus años de adolescencia, su temprana adultez etcétera hasta el presente. Al hacer postraciones de arrepentimiento, es necesario ver en las profundidades de su corazón. Dado que no sabemos cómo resolver los conflictos que surgen de la introspección, y ni tampoco sabemos cómo tratar con la confusión emocional que normalmente resulta de dichas memorias, evitamos la autorreflexión. Sin embargo, ahora es el momento de hacerlo. Ahora es el momento de reconocer los defectos y arrepentirse. Este es el objetivo de estas postraciones.

Después de eso, se purgarán sus emociones negativas y tendrán nuevamente una mente pura. Les he dicho, a partir del primer día del retiro, que presten atención a ustedes mismos y no se preocupen por los demás. No miren alrededor para ver qué están haciendo los demás participantes. Eso no tiene nada que ver con ustedes mismos. Anteriormente, he enfatizado en la fe como algo necesario en nuestra práctica. Hay tres tipos de fe: la fe en uno mismo, la fe en el método, y la fe en el maestro. En este retiro, yo soy el maestro. Si tienen fe en mí, pero no en ustedes mismos, eso sería como un camino externo. Si solo tienen fe en ustedes mismos, y no confían en mí, no podrán lograr beneficios de mi orientación y experiencia. Estarán practicando ciegamente. El Dharma del Chan es introspección. A través de la cual logramos un entendimiento claro de nuestras buenas cualidades y de nuestros defectos. Con este entendimiento íntimo de nosotros mismos viene una mayor confianza en nosotros mismos. Esta fe nos ayudará a relacionarnos con los demás y con el mundo con mayor tolerancia y armonía.