jueves, 28 de marzo de 2011
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Charlas de retiro de siete días (Día II)

Por el maestro Chan Sheng Yen

Las siguientes charlas fueron impartidas por el maestro Chan Sheng Yen durante un retiro Chan de siete días en el Centro de Meditación Chan en Elmhurst (Nueva York) en 1992.

Charla de la mañana del 29 de noviembre de 1992.

En el Chan, existen tres principios de práctica. Ayer hablé parcialmente del primero de ellos. Ser pulcro, ordenado, tranquilo y armonioso son comportamientos cotidianos. Estos, junto con otras pautas, se clasifican dentro del principio de vivir en concordancia con los preceptos. El segundo principio es el samadhi, que puede extenderse para incluir los métodos meditativos. ¿Cómo podemos emplear métodos para estabilizar la mente? Los patriarcas del pasado han dicho que el samadhi es nada menos que la mente. Por tanto, de ahí se deduce que la cultivación del samadhi mediante los métodos de meditación conducirá a una mente clara y estable. Generalmente se acepta que la cultivación del samadhi conduce a la generación de sabiduría, el tercer principio.

Otras disciplinas espirituales miran la sabiduría con otros ojos. Sus niveles de profunda absorción meditativa (samadhi) conducen a una mayor inteligencia, perspicacia y estabilidad mental, pero no a la liberación. La sabiduría de la que habla el Budismo se refiere directamente a la iluminación y a la liberación. En el Sutra de la Plataforma, el Sexto Patriarca dice que el samadhi es sabiduría y la sabiduría es samadhi. Cuando el samadhi concuerda perfectamente con la sabiduría, eso es el Chan. La sabiduría es el cumplimiento de la relación complementaria entre el principio (teoría) y la práctica.

La teoría fundamental sostiene que no existe un verdadero yo, porque nada es permanente. Ayer enseñé el método de contemplar la respiración, es decir, contemplar la impermanencia. La respiración, los movimientos corporales y los números cambian continuamente de un momento a otro. Durante la meditación sentada resulta igualmente importante contemplar la impermanencia de los pensamientos errantes. Los pensamientos, como cualquier otra cosa, surgen y desaparecen continuamente. La idea del yo es producida por los pensamientos, o, mejor dicho, a partir del apego a estos mismos. Una vez experimentemos y comprendamos la naturaleza efímera de estos pensamientos, experimentaremos también la naturaleza efímera del yo.

Ni los pensamientos ni el yo que se identifica con ellos gozan de una existencia independiente y externa. La experiencia de la impermanencia es de suma importancia en nuestra práctica. Los practicantes de caminos externos interpretan el samadhi como quietud de la mente. No comprenden que incluso en el estado de quietud todavía hay un pensamiento. Aunque se mantengan fijos en un único pensamiento, este todavía se mueve de una manera sutil y continua. Cuando queda el pensamiento, incluso uno solo, aún existe la idea del yo, todavía hay apegos. Si la mente estuviera verdaderamente quieta, no habría un yo. El Chan cree que reconocer y experimentar la impermanencia es más importante que tratar de detener el proceso de pensar. Si podemos mantenernos concientes de la impermanencia de los pensamientos, veremos que no existe un yo que se apegue a estos mismos. Seremos capaces de percibir directamente todos los pensamientos como la ausencia del yo.

Esto en sí mismo es sabiduría. La liberación, de acuerdo al Chan, proviene de un entendimiento del concepto de la impermanencia, seguido por la experiencia directa de esta impermanencia. Para experimentar la liberación, primero debemos guardar los preceptos (los principios que resumí ayer) y practicar un método diligentemente. Debemos efectuar nuestra práctica con un entendimiento de la sabiduría, de manera que podamos experimentarla directamente. Esto es la sabiduría de liberación, es la iluminación repentina.

Charla del Desayuno

Aunque no puedo ofrecerles la experiencia de la iluminación, sí puedo aconsejarles. Si siguen mis consejos, estos podrían serles de ayuda en su práctica. Son ustedes quienes deben hacer el trabajo y seguir el Camino, yo solamente les brindo orientación y dirección. Dos problemas que afligen a los practicantes son, a saber, la somnolencia y la mente dispersa. La somnolencia aflige a todo el mundo: a los principiantes, a los practicantes avanzados e, incluso, a los maestros. Hoy, sin embargo, quiero hablar de la mente dispersa. La mente dispersa, o la incapacidad de concentrarse en un método debido a la intrusión de los pensamientos errantes, es provocada por un entendimiento inadecuado acerca de cómo usar el método. La fatiga mental y la holgazanería son otros factores contribuyentes. Cuando la mente se dispersa de forma frecuente, lo primero que deben hacer es relajar su cuerpo y mente. En otras palabras, tómense un descanso temporal.

Conscientemente dejen el método a un lado y tómense un descanso. Si la holgazanería es la raíz de su problema, ni siquiera se darán cuenta de que han dejado el método y estarán completamente sumergidos en sus pensamientos errantes. A la hora de ser eficientes en su práctica, es importante que tengan determinación para volver al método una vez se hayan dado cuenta de que lo habían abandonado. Hay tres niveles de práctica. El primero se denomina “la toma del método” y se refiere a regresar a este una y otra vez. El segundo es la contemplación, que significa mantener el método de práctica sin complicaciones y de forma continua. El tercer nivel se manifiesta cuando no se interrumpe la contemplación, es decir, hace referencia a la iluminación. La iluminación es la conciencia clara de que estamos en el método. De los tres, la iluminación es el nivel más importante. Cuando estamos trabajando en los tres niveles sin complicaciones, entonces empleamos el método correctamente. En momentos semejantes, carece de importancia hablar de la mente dispersa, puesto que será inexistente, lo que nos ayudará también a vencer la somnolencia. A veces, sin embargo, lo mejor que podemos hacer es descansar. Por tanto, en este momento, la mayoría de ustedes deberían preocuparse por el primer nivel de la práctica del método, es decir, la toma del mismo. No permitan que los pensamientos tentadores les dominen y regresen continuamente al método.