viernes, 19 de abril de 2011
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Canción de la Mente de Niu-tou Fa-Jung
La esencia del Chan
Comentario por el Maestro Sheng Yen 

Este es la 24ª de una serie de conferencias impartidas durante retiros en el Chan Center en Elmhurst, Queens, Nueva York.

No hay necesidad de confirmar la vacuidad. Naturalmente, hay comprensión clara.

La “vacuidad” de la que la Canción de la Mente y, efectivamente, todos los textos budistas hablan no significa la “nada”. El Budismo es considerado a menudo como nihilista y pesimista debido a este mal entendimiento. Por vacuidad, el Budismo quiere significar impermanencia: nada puede durar para siempre, y todo cambia continuamente, todo es formado y transformado por causas y condiciones. Los que practican sin maestros a veces malinterpretan este significado y piensan que están iluminados. En un retiro le pregunté a alguien, ¿cuál es tu nombre?

Él contestó, “No tengo nombre.”
¿Quién eres tú?

”Yo no existo, por lo tanto, ¿cómo yo podría ser alguien?”
“¿Dónde estás tú?”
“Si no existe nada, ¿cómo puedo estar en alguna parte?”

Este participante no estaba equivocado en lo que él dijo. Él podría bien haber estado experimentando esas sensaciones e ideas. Su nombre le fue dado después de que naciera. Originalmente, no existía. Su madre dio a luz a su cuerpo. Antes del nacimiento, no existía, y, sin duda alguna, no es el mismo cuerpo ahora que él es adulto. Si es así, entonces el cuerpo existe verdaderamente, y si el cuerpo no existe, ¿cómo puede uno hablar de un espacio en el que reside? Estos son ideas que uno puede discutir filosóficamente y deducir lógicamente, pero no son la iluminación.

A veces las personas pasan por fases en las que parecen aburridas, insustanciales e irreales las actividades mundanas. Después de un retiro, una mujer me dijo que ya no quería ser molestada más por su marido e hijo. Yo le pregunté, “¿qué es lo que quieres? “

Ella dijo, “Realmente, nada, pero si pienso en ello, quizás quisiera convertirme en monja.” Yo dije, “Pero si te conviertes en monja, aún necesitarás un maestro, y luego más tarde probablemente tendrás discípulos.” Ella contestó, “No, no quiero eso. Simplemente quiero convertirme en monja.”

Yo dije, “Si esa es tu actitud, entonces no estás calificada para convertirte en monja.” Después de un tiempo, los sentimientos que ella sentía se desvanecieron. Ella, igualmente, no estaba experimentando la vacuidad budista. Los ejemplos del hombre y la mujer ilustran dos tipos de falsa vacuidad. Con la verdadera vacuidad, o la vacuidad última, todo existe, pero uno no está apegado a nada. El Sutra del Corazón dice que los cinco skandhas (agregados) (forma, sensación, percepción, configuraciones mentales y consciencia) son vacíos. Eso no significa que ellos sean apariciones o espejismos. Lo que no existe es lo que llamamos el yo. Los cinco skandhas existen, pero ellos no tienen naturaleza perdurable, individual e independiente. Comprenderlo directamente – o sea, a través de la comprensión que viene con la iluminación – es experimentar la verdadera vacuidad.

El Sutra del Diamante dice que todos los dharmas son como sueños, ilusiones, burbujas en el agua, sombras y reflejos. Parece que existen, pero no existen. Podemos discutirlo intelectualmente y llegar a cierta clase de construcción mental que todos nosotros estamos de acuerdo, pero no será nada más que una conjetura. Por ejemplo, una pared es real en el sentido que es sólida: podemos verla, sentirla y hacernos daño si chocamos contra ella. Desde la perspectiva budista, sin embargo, no es real dado que es impermanente y no existe por decisión propia. Los científicos, igualmente, dicen que toda sustancia es, en esencia, una combinación de radiación electromagnética y densidades locales de partículas atómicas; pero eso también es teoría y especulación, nada más que una conversación interesante a no ser que lo comprendas a través de la experiencia directa. Comprenderás naturalmente la naturaleza de la vacuidad cuando tu mente está completamente libre de todas las ideas del yo y el otro.

La Canción de la Mente dice que no hay necesidad de confirmar la vacuidad. La vacuidad no es un tesoro escondido en algún lugar fuera de ti mismo que necesita ser descubierto o experimentado. Es evidente, está aquí y ahora, a tu alrededor y dentro de ti. Hoy temprano, alguien se tiró un pedo y la habitación estaba llena del hedor. Eso significa que la digestión de alguien no funcionaba bien, que para mí es un indicio de que esa persona puede no estar meditando bien, pero eso fue entonces, y ahora todo es diferente. Todo ha cambiado. Eso puede ocurrir tan sólo si las cosas son vacías. El vacío es la verdadera naturaleza de lo que consideramos realidad.

La Canción de la Mente dice, “Naturalmente, hay comprensión clara.” Cuando no hay apegos ni obstáculos, la mente es clara y comprende inmediatamente su propia naturaleza. A menudo se compara esta claridad con la luz, pero es una analogía defectuosa puesto que la luz no penetra en todas partes. Donde hay obstáculos, todavía hay oscuridad. La claridad de iluminación no tiene obstáculos. Es la claridad de la mente, no del ojo. Esta mente clara y brillante es la experiencia de la no-mente, la mente del no-apego.

La razón por la que no estás iluminado radica en que consideras los cinco skandhas fijos y reales. Déjame preguntarte, ¿estás apegado a tu cuerpo, a tus ideas y a tu manera de pensar, a tus sentimientos? ¿Conoces a alguien que no lo sea? Es parte de la experiencia humana, y eso es por lo que practicamos, puesto que la práctica nos ayuda a ver la verdadera naturaleza del vacío. Todo lo que uno necesita hacer es quedarse con el método, y los apegos disminuirán, uno por uno. Gradualmente, al final, percibirás que los cinco skandhas son vacíos, y cuando lo hagas, habrás alcanzado la verdadera libertad.