El Surgimiento de la Apariencia Condicionada de la Verdadera Mente (III)
Por el venerable Guo Xing, abad del Centro de Meditación Chan

Este es el tercero de una serie de artículos extraídos de las charlas del Dharma, impartidas por el venerable Guo Xing, abad del Centro de Meditación, en el Retiro del Sutra Shurangama en agosto de 2012. Las charlas se centran en los primeros cuatro capítulos del Sutra Shurangama y en ellas se debaten la teoría y la práctica Chan, se cuentan relatos sobre los maestros Chan y se explica cómo aplicar los métodos Chan a la vida cotidiana.

El Sexto Patriarca de la escuela Chan china preguntó a Huairang (uno de sus discípulos): “¿Cómo llegaste aquí? ¿De dónde viniste?” Huairang dijo que venía de Nan Yue. Y el Sexto Patriarca le volvió a preguntar: “¿Qué te ha traído hasta aquí?” Huairang fue interrogado de esta manera durante tres años, hasta que finalmente alcanzó la iluminación. Muchos renombrados maestros Chan interrogaban a sus discípulos de esta manera y les preguntaban de dónde habían venido y cómo habían llegado hasta allí. El Maestro Mazu Daoyi una vez incluso dijo a alguien: “Eres muy poderoso, puesto que puedes arrastrar tu cuerpo, con sus setenta y tantos kilos día tras día. Lo arrastras de acá para allá. ¡Qué poderoso eres!” ¿Estás de acuerdo en que esta mente que tenemos es muy poderosa? Ha estado arrastrando el cuerpo con sus setenta y tantos kilos de peso de acá para allá durante decenas de años. Pero, ¿qué es lo que arrastra el cuerpo? ¿Existe algo así? ¿Existe realmente?

El Rey Prasenajit pidió al Buda que le probara que la mente ni surge ni perece. Como respuesta, el Buda le contestó: “¿Es tu cuerpo de carne y hueso tan permanente e inmortal como el diamante, o está destinado a perecer?” Nuestros cuerpos cambian constantemente, de la juventud a la vejez, del nacimiento hasta la muerte, nuestros cuerpos cambian incesantemente. En todo individuo, el cuerpo de cincuenta años es diferente del que tenía a los cuarenta años. También hay una diferencia entre el cuerpo de cuarenta años y el de treinta años, y lo mismo ocurre con el cuerpo de treinta años y el de veinte años, el cuerpo de diez años, de cinco años, de cuatro años, de tres años, etc. No se trata solo de una diferencia de diez años de edad. Nuestros cuerpos son diferentes cada año, cada mes, cada día e incluso cada segundo. Sin embargo, tanto si vamos a visitar el río Hudson de Manhattan a la edad de cinco años como a los cincuenta, ¿ha cambiado aquello que hay dentro de nosotros y que tiene la capacidad de verlo? No, no ha cambiado. Nuestros cuerpos continúan cambiando, pero no la mente pura que posee la capacidad de ver.

Nosotros, las personas ordinarias, no podemos morir, puesto que la mente engañada de las personas ordinarias no perecerá. Nuestra mente es muy persistente. La gente dice que la muerte pone fin a todos nuestros problemas y aflicciones, pero en realidad la cosa no es tan fácil. Incluso si alguien me dijese que se va a quitar la vida, no me preocuparía. Le diría: “No puedes matarte de verdad porque, aunque muera tu cuerpo físico, un nuevo pensamiento errante surgirá inmediatamente de tu mente engañada y de este modo irás enseguida a buscar otro cuerpo.”

¿Sabes quién puede morir de verdad? En los sutras, hay un relato al respecto. Un practicante budista, Vangisa, tenía un profundo poder. Cuando tenía en la mano un cráneo y lo golpeaba, podía saber adónde había ido la persona en cuestión tras su muerte, si había ascendido al cielo o había vuelto a nacer como ser humano. Una vez el Buda le trajo a Jivaka un cráneo pero, por muy fuerte que lo golpeara, no conseguía saber adónde había ido el alma de esta persona. Jivaka estaba muy sorprendido. El Buda le dijo: “Este es un arhat. No volverá a nacer.” La mente engañada de este arhat ha perecido, pero, ¿qué pasa con su verdadera mente? Normalmente nos referimos a este fenómeno como “un arhat que entra en el Nirvana.” La verdadera mente es, de hecho, la Mente del Nirvana, la mente que no surge ni perece. Es también la naturaleza que posee la capacidad de ver, a la que hemos aludido antes. La verdadera mente es la mente pura, que es consciente.

La mente pura fundamental no va ni viene. Los cuerpos humanos nacen y mueren, y nuestros pensamientos también se reencarnan. Este movimiento de un lado a otro solo se da en el ciclo de nacimiento y muerte. La verdadera mente de la que estamos hablando es inmóvil, pero es consciente. Es como el océano y las olas. Si las olas dejan de formarse, ¿seguirá existiendo el océano? Sí. Aunque las mentes de los seres sintientes funcionan con dualidad, la verdadera mente siempre está en la no-dualidad. Por eso decimos que nunca se puede perder la verdadera mente, la naturaleza que posee la capacidad de ver o la mente pura que es capaz de ver, oír y comprender y que es consciente.

El Buda continuó: “Cuando me ves, como ahora, la esencia de tu vista no es la mente pura fundamental en sí misma, pero sí es el reflejo de las auténticas funciones de la mente pura.” A través de nuestros ojos, cuando el sol se levanta, vemos la luminosidad; si no hay luz de luna por la noche o el cielo está cubierto por nubes oscuras, entonces vemos la oscuridad. Cuando en una pared hay puertas y ventanas, podemos ver el exterior desde el interior de una habitación; si no, nuestra vista queda obstruida. Cuando vemos distintas condiciones causales, se dan todo tipo de percepciones de distinciones; si no hay nada, vemos el vacío. Cuando en todas partes hay polvo flotando en el aire, vemos la turbidez; cuando el sol brilla después de la lluvia, vemos la luminosidad transparente. De estos ocho fenómenos, la luminosidad tiene su origen en el sol y, por lo tanto, regresa al sol; la oscuridad tiene su origen en la noche y, por lo tanto, regresa a la noche; la vista penetrante tiene su origen en la apertura de las puertas y las ventanas y, por lo tanto, regresa a las puertas y las ventanas; la obstrucción tiene su origen en las paredes y los tejados y, por lo tanto, regresa a las paredes y los tejados; la existencia de distinciones se debe a las condiciones causales y, por lo tanto, las distinciones regresan a las condiciones causales. La nada se debe al vacío y, por lo tanto, regresa al vacío; la turbidez se debe al polvo y, por lo tanto, regresa al polvo; la luminosidad transparente es resultado de un cielo sin nubes y, por lo tanto, regresa al cielo sin nubes. Todos estos fenómenos han regresado pero, ¿adónde puede regresar la mente que puede ver? ¿Adónde regresa la verdadera mente, cuya naturaleza posee la capacidad de ver? En realidad, no hay sitio alguno al que pueda regresar.”

Quisiera hacerte las siguientes preguntas: ¿El vacío está dentro de la mente o es la mente la que está dentro del vacío? Si el vacío está dentro de la mente, entonces, ¿dónde está la mente? Puesto que la mente engañada no está separada de la verdadera mente, ¿dónde está la verdadera mente cuando se eliminan todas las condiciones causales?

Segundo grupo de preguntas: Tu mente y la mía, ¿están separadas? ¿Has oído alguna vez la expresión “dos corazones latiendo al unísono”? Tú estás ahí y yo estoy aquí, así que, si ambos conseguimos alcanzar la mente no permanente, ¿quiere eso decir que las dos mentes no permanentes corresponden la una a la otra desde dos posiciones diferentes? ¿Es eso lo que piensas?

En los oficios matutinos a menudo recitamos: “Que aquellos que sufren por las ocho aflicciones y los tres caminos inferiores entren, todos y cada uno, en el mar de la naturaleza de Vairóchana.” Nuestra mente es como una gota de agua que entra en el mar de la naturaleza del Buda Vairóchana, su Dharmakaya. Entonces, ¿es cada uno de nosotros como una gota de agua extraída de este mar de Vairóchana? ¿O acaso estamos en realidad en este preciso momento dentro del “mar”? ¿Estamos ahora separados del “mar”, al que volveremos más adelante, o somos el “mar” ya de entrada?

Por lo tanto, en el Sutra Shurangama el Buda dice: “Lo que no puede regresar a ninguna parte no es otra cosa que tú mismo. Por eso sé que tu mente es fundamentalmente maravillosa, brillante, y pura. Tú mismo estás confundido y engañado. Te pierdes lo fundamental y quedas atrapado en la rueda giratoria de los seis caminos, constantemente traído y llevado a la deriva en el proceloso mar del nacimiento y la muerte. No es de extrañar que El Que Así Ha Venido diga que eres la más digna de compasión de las criaturas.”

Nuestra mente puede reflejar todos los diferentes fenómenos; sin embargo, no pertenece a ningún fenómeno. Aquí el Buda está explicando la característica de la mente pura fundamental consistente en que no puede regresar a ninguna parte. (Continuará)