sábado, 20 de abril de 2011
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¿Cuáles son las verdades del Budismo?
En el capítulo “Tattvatha” del Tratado de Yogacarabhum, a la verdad se le llama “realidad” (tattva, en sánscrito; zhenshi, en chino). Se exponen cuatro amplias categorías de realidad:

1. La realidad por acuerdo general se refiere a la realidad tal como la comprenden los seres ordinarios, que entienden las cosas sirviéndose de categorías y del sentido común que nace de la experiencia. Esta realidad está dividida a su vez en dos grupos: a) la realidad tal como la entienden las especies no iluminadas y no humanas; y b) la realidad tal como la entienden los humanos aún no iluminados, cuyo entendimiento ilusorio proviene de lo que observan en su naturaleza y de los hábitos.

2. La realidad aceptada según el razonamiento lógico se refiere a la realidad expresada en teorías a las que llegan los sabios a través de los estudios y/o la razón. Incluye cuatro tipos: a) las verdades que los científicos alcanzan a través de la experimentación; b) las verdades que los filósofos alcanzan a través de la investigación intelectual; c) las verdades que los teístas alcanzan a través del contacto con un dios o dioses; y d) las verdades que, a través de la meditación, alcanzan aquellos que practican la estabilización y concentración mentales.

3. La realidad de la actividad cognitiva purificada de los obstáculos aflictivos se refiere a la realidad alcanzada por los nobles trascendentes a través de la comprensión que libera. Esta realidad está subdividida en dos categorías: a) la verdad de la vacuidad del yo (pudgala-nairatmya o atmanairatmya, en sánscrito; wokong, en chino) alcanzada por Shravakas y pratyekabudas del camino de Nikaya; y b) la verdad de la vacuidad del yo alcanzada parcialmente por los nobles Mahayana.

4. La realidad de la actividad cognitiva purificada de los obstáculos noéticos se refiere a la realidad de la vacuidad de los fenómenos (dharmanairat-mya, en sánscrito; fakong, en chino), alcanzada a través de la iluminación completa de los nobles Mahayana. Esta realidad está también subdividida en dos categorías: a) la realidad de la conciencia parcial de la vacuidad de los fenómenos de un bodhisattva; y b) la realidad de la vacuidad de los fenómenos alcanzada por un Buda completamente iluminado.

Los budistas no forman opiniones arbitrariamente y no niegan precipitadamente las verdades de los demás. Al contrario, categorizan y clasifican varios tipos de verdad, poniendo cada uno en el lugar adecuado y dando a cada uno el valor que merece. Algunas religiones teístas con frecuencia rechazan el valor de cualquier cosa diferente de sus propias creencias y califica a esas cosas de “satánicas.” Los budistas nunca actuarán de manera tan imperiosa. Aceptan como verdades los cuatro tipos de realidad mencionados más arriba: lo que pasa es que algunas verdades son más elevadas y profundas que otras.

Entre las así llamadas verdades de este mundo, las que menos pueden resistir la prueba son las verdades del sentido común. Lo que en el pasado se aceptaba como sentido común se convierte a menudo en el chiste de hoy y lo que las personas de un lugar creen que es sentido común es a menudo un tema de bromas y chanzas en otro sitio. Las verdades descubiertas por los estudiosos de distintas disciplinas —ya las descubran a través de la experimentación, la razón, experiencias místicas de contacto con un dios o dioses o el cultivo del cuerpo y de la mente mediante ejercicios de respiración y meditación— podrían ser reales hasta cierto punto, pero este tipo de verdad es siempre temporal, ilusoria, parcial y provisional; no es eterna e invariable.

Alcanzar la verdad más elevada del Budismo es el resultado de haber comprendido la vacuidad del yo y de los fenómenos. Al comprender la vacuidad del yo, uno se desprende de los obstáculos aflictivos y está liberado del samsara; al comprender la vacuidad de los fenómenos, uno se desprende de los obstáculos noéticos y no permanecerá en el nirvana. El Sutra del Diamante explica [cómo percibe un iluminado] la vacuidad del yo de la siguiente forma: “No hay concepción de un yo, una identidad individual, un ser o una alma personal”. Por otra parte, la frase “Las aflicciones son exactamente el bodhi (la iluminación), y el samsara es exactamente el nirvana (la perfecta quietud)” describe el estado de haber comprendido la vacuidad de los fenómenos. El principio sutil de la vía central, sin caer en los extremos de la no existencia (abhava, en sánscrito; kong, en chino) o la existencia [inherente] (bhava, en sáncrito; you, en chino), solo puede ser alcanzado por aquellos que han comprendido la vacuidad de los fenómenos.

La verdad definitiva del Budismo, la comprensión de las dos vacuidades, está más allá de los fenómenos mundanos y escapa a la descripción. Esta verdad, de la que se dice que “está apartada de la verbalización y la conceptualización”, es la verdad absoluta; si insistimios en etiquetarla, podríamos llamarla el Verdadero Reino del Dharma (yizhen fajie, en chino) o el Principio de la Sustancia de la Talidad (zhenru liti). La realidad absoluta del Budismo, aunque inefable, no está separada de los fenómenos mundanos. Cada uno de la miríada de los fenómenos de este mundo es una parte de la realidad absoluta. Por eso el maestro Chan Huineng dijo: “El Dharma es del mundo; la iluminación no se alcanza fuera del mundo. Si uno busca el bodhi [iluminación] fuera del mundo, es como buscarle los cuernos a un conejo”. La razón por la que en el Budismo se habla de la vacuidad es que se pueden disolver o “vaciar” tanto los obstáculos aflictivos del apego al yo como los obstáculos noéticos del apego a los dharmas, no se trata de negar la existencia de los fenómenos mundanos. La verdad en el Budismo radica en la iluminación. Solo después de que uno haya alcanzado la iluminación puede trascender el ciclo del nacimiento y la muerte. Solo después de que uno se haya iluminado y pueda predicar el Dharma liberador a otros puede liberar a los seres sintientes. Solo después de que uno haya completado a la perfección el camino de la iluminación puede convertirse en un Buda.