viernes, 29 de marzo de 2011
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Tres Puntos de Vista Incorrectos de la Iluminación
Conferencias budistas
Alguien que hubiera practicado por muchos años y haya conseguido buenos resultados, podría pensar que ha alcanzado la sabiduría pura, en donde se elimina todo el apego al ‘yo’ y se alcanza el nirvana. En realidad, alguien que piense que está iluminado realmente no lo está, puesto que dicha persona aún piensa que hay un ‘yo’ para ser iluminado. La iluminación no es ni un objeto, ni una sensación, ni un reino para entrar. Si la iluminación fuera cualquiera de estos, sería limitada y por lo tanto ilusoria.
Siempre que se considere a la iluminación como un objetivo, y siempre que haya un ‘yo’ para beneficiarse de la iluminación, la sabiduría será remota.

Si hace poco que haz comenzado a practicar, después de oír lo que he dicho, podrías pensar que me comprendes. Pero para un principiante es difícil apreciar la alegría que proviene de la práctica profunda. Efectivamente, después de mucha práctica te da la sensación de que el ‘yo’ ha entrado en el nirvana. En ese momento te llenas de inmensa bendición y podrías exclamar: “De veras, mi ‘yo’ ha desaparecido completamente. He entrado en el nirvana”. ¿Has realmente entrado en el nirvana? Puesto que todavía hay una sensación del ‘yo’ para entrar en el nirvana, ese objetivo final todavía no se ha alcanzado. Pero esta experiencia es tan poderosa que es probable que engañe incluso a un practicante muy experimentado. Este es un ejemplo del tipo de idea equivocada que puede provenir del apego al ‘yo’.

Otro ejemplo podría ser el de un practicante que llega a la etapa donde se termina el egocentrismo y desaparece el método de práctica. Se sentirá completamente relajado y libre, unificado con el universo, y sin embargo indiferente de la relación con éste al haber desaparecido su sentido del ‘yo’. Su estado no es de júbilo, sino de perfecta tranquilidad; no saltará de alegría y gritará que ha entrado en el nirvana. Pero en este caso el ‘yo’ todavía existe, sin importar lo que el practicante haya experimentado. Una vez que salga de este estado pacífico, podría declarar que comprende el nirvana, que ha visto el Cuerpo del Dharma del Buda y que ha alcanzado la sabiduría más elevada. Si tú, quien todavía no ha logrado la habilidad meditativa de esta persona, trataras de contradecirlo, podría vencerte fácilmente en debate. Podría responder lo siguiente: “No has tenido nunca mis experiencias, de manera que no sabes de lo qué estás hablando”. Dicho practicante generalmente está muy apegado a su logro y se sentirá frustrado cuando no le crean. Y peor aun, podría haber otra persona que esté dispuesta a afirmar lo que este practicante declara, quizás porque esta otra persona piensa que sus propios logros coinciden perfectamente con los Sutras. Esta otra persona podría decir que, dado que él mismo ha conocido las experiencias descritas por el otro practicante, está en posición de afirmar su validez. Esto hará que el primer practicante se sienta muy contento y vea al otro como un verdadero amigo del Dharma.

¿Qué tipo de liberación posee este practicante, quien responde a la alabanza con júbilo y a la duda con irritación? Parecía que su nirvana es defectuoso. Quizás nuestro practicante podría responder lo siguiente a esta conclusión: “Podría responder a la alabanza y a la crítica de maneras diferentes, pero no lo hago para complacerme a mi mismo. Y puesto que estoy bastante libre del ‘yo’, realmente no me preocupa en absoluto. Pero para sostener la dignidad del Budadharma, censuro a aquellos que discrepen con el Dharma y elogio a aquellos que estén de acuerdo con él”. ¿Qué podemos decir sobre esto? Sería imposible juzgar los logros de dicha persona. Lo importante es la naturaleza de su experiencia. Si como resultado de esta experiencia piensa que ha alcanzado sabiduría profunda, entonces no ha entrado en el nirvana. Sólo cuando tanto el nirvana como el samsara desaparecen y se vuelven como un sueño, se entra en el nirvana; sólo si no hay más sensación de alegría ni pena, se entra en el nirvana, y si la mente está lo bastante estable y tranquila.

Es extraño hablar de la iluminación como un sueño, pero si el samsara y la iluminación son ilusorios, entonces el practicante se está esforzando por salir de un sueño sólo para entrar en otro. En realidad, la iluminación por sí misma no es un sueño, pero la idea de la iluminación así como de su realización es un sueño. Entonces, los seres sensibles en el samsara viven en un sueño, con visión de la iluminación como un objeto codicioso. Si realmente alcanzan la iluminación, ya no se considerará como un sueño. De hecho, en ese momento, la iluminación dejará de existir. Cuando se entra en la verdadera iluminación, al ser vacía, desaparece.

Un practicante diligente es como alguien tratando de escalar una montaña de cristal. La montaña es muy empinada y resbaladiza. El alpinista está descalzo y para colmo de males, la montaña está cubierta de aceite. Cada vez que hace un esfuerzo para escalar, se resbala. Sin embargo, con diligencia, trata repetidas veces de progresar hacia arriba hasta que, completamente agotado, cae en un profundo sueño. Cuando despierta, la montaña ha desaparecido. Entonces comprende que todo su esfuerzo no era más que un sueño, y que no hay necesidad de escalar; no hay progreso que alcanzar. En el sueño, sin embargo, la montaña sí existía, y si no hubiera intentado lo imposible, no podría haber sido capaz de despertar de su sueño. Practicamos el Budadharma para salir del samsara y alcanzar el nirvana. Si en el curso de la práctica piensas que has salido de un reino y entrado en el otro, todavía estás soñando.

Hasta ahora hemos tratado de aquellos que piensan que han alcanzado la iluminación en relación con un ‘yo’ existente. En nuestro tercer ejemplo, examinaremos la igualmente falsa perspectiva reversa. En este caso, el practicante afirma que no hay nirvana y que no hay un ‘yo’ para entrar en el nirvana. Por consiguiente, le es indiferente a la alabanza y a la crítica, a los asuntos mundanos, e incluso a su propia práctica. Esta actitud es bastante errónea y para el practicante quizás es más peligrosa que cualquiera de los dos ejemplos previos. En esos ejemplos previos, al menos el practicante podría alcanzar los estados celestiales de dhyana, pero este tercer practicante es seducido para abandonar la práctica. Si perseverara en la práctica, podría ser capaz de entrar en los cielos sin forma. Pero si dejara de practicar porque todo es ilusión, debido a esta ignorancia, ni el reino humano ni el celestial estarán abiertos para él, y podría renacer en el reino de animales.

Estos ejemplos de puntos de vista incorrectos de la iluminación no son poco comunes. Incluso para los practicantes diligentes es fácil el cometer estos errores. Por lo tanto, puedes comprender la gran importancia de tener un maestro que pueda orientar a sus estudiantes a alejarse de estos escollos. Sin dicho guía, a pesar de estar convencido de estar practicando el Budadharma, el practicante podría estar viajando por senderos externos.
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