Sobre el incumplimiento de los preceptos
Las tres series de preceptos puros y los cuatro grandes votos, una vez que el fiel los acepta, se mantienen a través de todas las vidas que este pueda vivir hasta que alcance la iluminación. Una vez que la semilla de la compasión y la sabiduría, también conocidas como “esencia de los preceptos”, ha sido plantada en la mente del fiel por medio de la trasmisión de los preceptos del bodhisattva, permanece “guardada en la conciencia”, y sólo se puede eliminar por una expresa declaración de intención de abandonar la mente búdica. El fiel que sigue los preceptos del bodhisattva no puede perder o negar la esencia de los preceptos sólo porque incumpla alguno de ellos.
Sin embargo, esto no significa que el fiel de los preceptos del bodhisattva esté exento de la ley del karma, o que aceptar los preceptos sea algo “mágico” que le proteja de las consecuencias kármicas de las propias acciones. En realidad, parte de la practica del bodhisattva consiste exactamente en llegar a ser más sensible a la ley de la causalidad kármica y en aceptar la responsabilidad de las propias acciones. Las violaciones de los preceptos y los fallos en la disciplina, manifestados en acciones y pensamiento insanos o egoístas, oscurecerán la esencia de los preceptos en la conciencia del fiel. Si un fiel falta a los preceptos habitualmente, esta esencia se nublara y puede llegar a desaparecer. Pero, la esencia de los preceptos del bodhisattva, aunque oscurecida, aún permanece. Cuando las causas y condiciones lo permitan, y la intención compasiva del fiel para alcanzar la liberación de todos los seres conscientes vuelva de nuevo a ser fervorosa, el poder de la esencia de los de los preceptos para evitar las acciones malas se reactivara de su estado adormecido por un arrepentimiento sincero y la renovación de la aceptación de los preceptos.

De nuevo, esto no significa que, aunque la esencia de los preceptos del bodhisattva no se puede perder por la mala conducta, seamos totalmente libres para incumplir los preceptos a nuestro gusto. Al contrario, para contrarrestar nuestra inclinación a olvidar los votos, debemos redoblar nuestra diligencia y aprovechar toda oportunidad posible para estudiar y practicar los preceptos.

Aunque no debemos tratar a la ligera los preceptos del bodhisattva, incumpliéndolos a capricho, tampoco debemos no practicarlos por miedo a incumplirlos. Una vez aceptados, de ninguna manera debemos vivir ansiosos o temiendo la posibilidad de que podamos violarlos y tengamos que pagar algún tipo de terrible retribución. De hecho, una vez que recibimos los preceptos, naturalmente nos encontraremos con condiciones favorables que nos ayudaran a guardarlos.

Quizás la mejor actitud ante esta posibilidad de incumplir los preceptos sea comprender que la gente corriente que practica el camino del bodhisattva, es decir todos nosotros, somos “niños bodhisattvas”. Cuando los niños aprenden a andar, invariablemente caen una y otra vez. Pero, sólo de este modo gradual, y dando unos pasos más cada vez es como se aprende a andar. Nosotros, como recién nacidos en el camino del bodhisattva, no debemos desanimarnos por las repetidas
caidas y fallos en el camino. Al contrario, debemos saber que, a medida que nuestras piernas se hacen más fuertes y aprendemos que podemos hacer con ellas, caeremos cada vez menos y eventualmente no sólo aprenderemos a andar, sino a correr, brincar y saltar. Por lo tanto, nuestra actitud hacia el guardar los preceptos del bodhisattva no debe ser de miedo ni culpa, sino más bien de mente abierta, aceptación de uno mismo, esperanza y alegría.

Como en la práctica de los preceptos hay muchos sútiles y complejos aspectos y muchos niveles de comprensión, de lo mas sencillo a lo más refinado, es casi inevitable que tengamos caídas en el camino del bodhisattva. Se dice que el período de un fiel, desde que comienza hasta que alcanza la iluminación completa, es de tres asamkhya kalpas. Un asamkhya kalpa es un incalculable largo período de tiempo cósmico, el tipo de tiempo que se usa para medir la vida del universo. Debemos saber que hay numerosas etapas en este camino, y que lleva mucho tiempo el purificar la mente de los muchos venenos y corrupciones que son la verdadera causa de cualquier violación de los preceptos.

En tan largo espacio de tiempo, es natural que el niño bodhisattva incumpla los preceptos repetidamente.

Pero es mejor incumplir los preceptos que no tener ningún precepto que violar. Con nuestros votos inicales que nos ponen ante la mente los preceptos, podemos arrepentirnos y renovar los votos una y otra vez, y siempre que sea necesario. De hecho, hay una íntima relación entre el arrepentimiento y la observancia de los preceptos: por medio del arrepentimiento continuo nos vamos dando cuenta de la profundidad de nuestro engaño y crecemos en nuestro compromiso de cultivar la compasión. Por medio de la práctica continua, con creciente cuidado y diligencia, podemos purificar gradualmente nuestra mente engañada y fortalecer nuestra resolución y capacidad de ayudar a todos los seres conscientes a alcanzar la budeidad.