Los Cuatro Fundamentos de la Atención I
Por el maestro Chan Sheng Yen

Ésta es la primera de las dos conferencias impartidas por el maestro Sheng Yen sobre los Cuatro Fundamentos de la Atención en 1999 en el Centro de Meditación Chan. Estas conferencias formarán parte de un futuro libro sobre las Treinta y Siete Ayudas para la Iluminación. Fue traducida oralmente por Guo Gu Bhikshu y editada por Ernest Heau.

Primera Parte: 9 de mayo de 1999
El propósito de los Cuatro Fundamentos de la Atención es ayudarnos a generar la sabiduría. En otras palabras, son caminos de liberación hacia la iluminación. Los Cuatro Fundamentos son: ser consciente del cuerpo, de las sensaciones, de la mente y de los Dharmas (objetos mentales). A través de practicar estas contemplaciones, llegamos a comprender la verdadera naturaleza de los fenómenos y la vacuidad del ego.

Cinco Métodos para Calmar la Mente
Aunque la práctica del samadhi no es el propósito principal de los Cuatro Fundamentos, el samadhi no está separado de la sabiduría, sino que van de la mano. Por consiguiente, como preparación para los Cuatro Fundamentos, uno debería practicar los Cinco Métodos para Calmar la Mente. Estos métodos preliminares nos ayudan a desprendernos de los pensamientos vagabundos, unificar la mente y alcanzar el samadhi-en-un-solo-punto. Los Cinco Métodos son: contemplar la respiración, contemplar la impureza del cuerpo, contemplar la bondad, contemplar las causas y condiciones y, dependiendo de la tradición, el quinto podría ser contemplar los límites de los fenómenos o contemplar el nombre de un Buda.

Es difícil calmar una mente que está perturbada y llena de pensamientos vagabundos. En esos momentos es muy útil comenzar con el primer y más simple método: contar u observar la respiración. Algunas escuelas comienzan con contemplar la impureza, otras practican la bondad. Los métodos tales como contemplar las causas y condiciones y contemplar los límites de los fenómenos son menos comunes. Los practicantes de la Tierra Pura recitarán el nombre del Buda Amitabha (Amituofo, en chino) para alcanzar el mismo resultado, pero uno también podría recitar cualquier nombre del Buda. Uno también podría recitar el nombre del Bodhisattva Avalokitesvara (Guanyin Pusa, en chino).

Después de que uno haya practicado los Cinco Métodos y su mente se haya calmado, debería empezar a practicar las cuatro contemplaciones, comenzando con la atención del cuerpo.

Las Cuatro Contemplaciones
Los tradicionales Cuatro Fundamentos de la Atención son: contemplar la impureza del cuerpo, contemplar las sensaciones como fuentes de sufrimiento, contemplar la impermanencia de la mente y contemplar la vacuidad de los fenómenos. Por consiguiente, la práctica de los Cuatro Fundamentos es tratar directamente con las aflicciones que generamos constantemente dentro de nosotros mismos.

Estamos satisfechos cuando las cosas están yendo bien y pensamos que no es tan difícil evitar el sufrimiento. Cuando estamos en un sitio acogedor y nos sentimos confortables, bien alimentados y descansados, es fácil pensar que hay poco sufrimiento en el cuerpo. Cuando nuestra mente se encuentra a gusto, sin mucha preocupación en nuestra vida cotidiana, tendemos a pensar que no necesitamos practicar diligentemente para mantener esa comodidad. Sin embargo, es imposible predecir cuándo tendrá lugar la enfermedad o la lesión, o cuándo algo disturbará nuestra mente. Cuando estas cosas suceden, no es fácil sólo dejarlas a un lado. A menudo, acabamos yendo al médico para curar nuestro cuerpo, o a un terapeuta para curar nuestras emociones.

Un método correcto de práctica nos ayudará a sentirnos a gusto con la mente y el cuerpo, independientemente de las circunstancias. Sea cual fuere el método que utilicemos, el principio fundamental es siempre relajar el cuerpo y la mente. De esta manera, podemos reducir considerablemente tanto nuestro sufrimiento físico como nuestras cargas mentales.

¿Qué es el Ego?
Todos nuestros problemas provienen de las interacciones, y a veces de los conflictos, entre nuestro cuerpo, nuestra mente y el medio ambiente. De estos tres, la mente es la más importante puesto que es la que siente el cuerpo y experimenta el medio ambiente. El cuerpo, la mente y el medio ambiente componen nuestro sentido del ego. Pensamos que esto es “mi” cuerpo y “mi” medio ambiente. ¿Quién tiene la idea de que esto es “mi” cuerpo y “mi” ambiente? Es el “yo”, el sentido del ego. Si te preguntara, “¿tu cuerpo eres tú?”, podrías muy bien decir que sí. Y si te pregunto: ¿el medio ambiente eres tú? probablemente dirías que no. Debe quedar claro que el cuerpo es “yo” y el medio ambiente que nos rodea “no es yo”. De manera que, cuando surge conflicto entre el cuerpo y el medio ambiente, es el ego el que sufre. Es muy normal sentir de esa manera.

¿Están a veces en conflicto nuestro cuerpo y nuestra mente? Algunos podrían decir: “No, no estoy en conflicto con mi cuerpo”. Pero estoy seguro de que todo el mundo ha experimentado momentos cuando el cuerpo y la mente están incoherentes entre sí. Nuevamente, ¿es tu cuerpo tu ego? Si tu cuerpo es uno mismo, entonces, ¿no es raro que tu cuerpo y tu mente estén en contradicción? A partir de esto, uno podría razonar que probablemente el cuerpo no sea uno mismo. Pero luego pensarás que la mente es uno mismo. “Por supuesto que el cuerpo y la mente a veces están en conflicto, pero seguramente mi mente sea yo mismo”. Pero, ¿es tu mente realmente tu ego? ¿Has alguna vez experimentado que un pensamiento esté en conflicto con el siguiente? ¿Qué pasa con los conflictos entre los pensamientos que tienes hoy y los pensamientos que tenías ayer? ¿Qué te parecen las contradicciones entre tu mente racional y tus emociones? Sólo un tonto diría que nunca ha tenido pensamientos contradictorios.

A partir de la experiencia podemos ver que nuestro sentido del ego puede ser pequeño o grande. Cuando nuestro ego está muy inflado, nos sentimos muy confundidos. Consideraremos nuestro cuerpo como nuestro ego e incluso consideraremos nuestro medio ambiente como nuestro ego. Por consiguiente, vamos a querer controlar nuestro cuerpo y nuestro medio ambiente. El tener que ocuparnos continuamente del cuerpo ya es sufrimiento suficiente. Pensar en el medio ambiente también como nuestro ego y desear controlarlo es una carga tremenda. Acarrear nuestro cuerpo como un cadáver ya es una gran carga. ¿Cuánto más grande es la carga de acarrear todo el tiempo el medio ambiente?

Un discípulo mío se me quejaba: “Shifu, soy una persona de estatus social muy bajo y lo que digo no cuenta para nada. Las personas no me escuchan. Pienso que no tengo ninguna libertad. Cuando pido a las personas que me ayuden, me ignoran. Sufro mucho por eso. Siento que preferiría estar muerto”. Le dije: “Bueno, aunque seas una persona pequeña, tu ego está tan inflado que incluyes el medio ambiente como a ti mismo, y quieres controlarlo. Eres un tonto por no comprender tus propias limitaciones.”

Porque identificamos al cuerpo como nuestro ego, y porque el cuerpo interactúa con el medio ambiente, también tendemos a hacer que el medio ambiente sea parte de nuestra identidad del ego. Esto provoca aflicciones. Uno de los Sutras dice: “Entre todos los apegos que provocan aflicciones, el apego al cuerpo es lo más difícil de abandonar”. Creamos aflicciones dentro de nuestra mente y luego incorporamos lo que sucede en el medio ambiente y creamos más aflicciones. Ese es el porqué de que la primera contemplación en los Cuatro Fundamentos de la Atención sea contemplar el cuerpo.

La Atención del Cuerpo
Valoramos nuestro cuerpo y esperamos que pueda traernos felicidad. Consideramos nuestros órganos sensoriales como una fuente del placer. Sin embargo, junto con la felicidad y el placer, el cuerpo nos trae problemas; no es siempre tan precioso o adorable como nos gustaría creer; de hecho, el cuerpo es impuro. Con impuro no estoy refiriéndome a sudar u oler mal, estoy hablando de los problemas que el cuerpo genera en nuestra mente. Algunos ejemplos obvios son cuando el cuerpo siente molestia, cuando está cansado, enfermo, hambriento, etc. Todos estos son sufrimientos provocados por el cuerpo.

Por encima de todo, el cuerpo le provoca aflicciones a la mente. Cuando el cuerpo entra en conflicto con el medio ambiente, cuando está desequilibrado con el mundo, entonces eso provoca aflicciones en nuestra mente. Si el cuerpo fuera puro, sólo nos traería alegría y sabiduría. Puesto que eso no es eso lo que hace, entonces podemos llegar a la conclusión de que el cuerpo es impuro. En definitiva, lo que hace impuro al cuerpo es nuestro sentido del ego. Si en vez, lo miráramos como a una fuente de alegría, si lo usáramos para practicar, para conectarnos con otras personas, entonces podría convertirse en una fuente de sabiduría y mérito. En este caso, el cuerpo sería puro.

Desde el mismo momento en que nacemos, nuestro cuerpo es impuro. El otro día tuve un examen de sangre y mi médico me habló de las toxinas en mi sangre. Dijo: “Todo el mundo tiene toxinas en su sangre. Nadie tiene la sangre totalmente libre de toxinas y bacterias, partículas y elementos no deseados”. Él no era un budista pero cuando reflexioné sobre lo que dijo, estaba de acuerdo con él en que el cuerpo físico está contaminado con todos tipos de impurezas. Cuando un constituyente fundamental del cuerpo tal como la sangre es impura, eso directa o indirectamente conduce al sufrimiento de la enfermedad y vejez. Nuestra mente también está contaminada por su resistencia a la naturaleza del sufrimiento, y a nuestra incapacidad de aceptarlo. Al contrario, si contempláramos que nuestras sensaciones tienen un elevado potencial para crear sufrimiento, no estaríamos tan entusiasmados cuando experimentamos placer, o apenados cuando experimentamos dificultades. Esto es porque ya estamos armados con el conocimiento y la comprensión de que la sensación es sufrimiento y que la existencia es angustia. No generar aflicción al enfrentarnos a una dificultad es por sí mismo sabiduría. De esta manera, cuando podamos contemplar la sensación como sufrimiento, tendremos sabiduría, que nos aliviará de las aflicciones mentales.

Lo más importante es contemplar, estar consciente de nuestro cuerpo y sus sensaciones. Por favor, téngase en cuenta que esto no es lo mismo que estar apegado a nuestro cuerpo y a nuestras sensaciones. Por ejemplo, en un retiro de meditación, podemos aceptar y disfrutar de cualquier sensación corporal de comodidad y bienestar, sin tener apego a ellas o desear que continúen. De esta manera, comprenderemos las sensaciones que experimentamos en lugar de dejarlas que generen preocupación y ansiedad. Aunque comprendamos que el cuerpo es impuro, es importante prestarle atención. Cuando tenemos hambre, comemos; cuando necesitamos una ducha, nos duchamos; cuando estamos enfermos, tomamos medicina. Necesitamos cuidar del cuerpo de manera que podamos usarlo para practicar.

La Atención de las Sensaciones
Cuando contemplamos nuestras sensaciones, es menos probable que experimentemos tanto sufrimiento. Por ejemplo, cuando alguien es amable contigo, podrías sentirte feliz en ese momento. Si justo después de eso, te preocupas si la próxima vez esa persona aún será tan amable, ahora estás sufriendo. En ese caso, esa sensación agradable de alegría desaparece inmediatamente. Por otro lado, si alguien te insultara y sientes resentimiento, estás solo añadiendo más sufrimiento a ti mismo. Si aprendemos a contemplar nuestros sentimientos y sensaciones, los consideraremos como fenómenos transitorios y sufriremos menos.

Un tipo de sufrimiento que se relaciona con la sensación es la felicidad, la cual puede entenderse como la alegría que surge del deseo. En la cosmología budista hay tres reinos de existencia (triloka) dentro del ciclo de vida y muerte (samsara): el del deseo, el de la forma y el de la no-forma. La felicidad que en la mayoría de los casos los seres humanos comunes experimentan, es la felicidad que surge en el reino en el que vivimos, el del deseo. Esta felicidad es más ordinaria que la felicidad de los reinos de la forma y no-forma, y surge fundamentalmente de las actividades de las facultades sensoriales, incluyendo la mente.

El reino de la forma es básicamente el reino del samadhi, y en él uno puede experimentar diferentes niveles de absorción meditativa (samadhi) y por lo tanto, diferentes niveles de felicidad. La felicidad del reino de la forma es más sutil que la felicidad del reino del deseo, porque las actividades de las facultades sensoriales han disminuido considerablemente. La felicidad del reino de la no-forma es la más sutil de todas. No es sensación en sí, sino una aproximación de liberación. Es aproximado porque el individuo aún no está liberado completamente de los tres reinos de existencia. Sin embargo, el individuo ha sido liberado de las limitaciones del cuerpo y de la mente.

De esta manera, de acuerdo al reino, la felicidad va desde el nivel más ordinario del reino del deseo, pasando por una felicidad más elevada y más sutil del samadhi, hasta alcanzar la más elevada y sutil de todas, la felicidad del reino de la no-forma.

Pienso que hoy todos ustedes aquí ya han comido el almuerzo. ¿Fue bueno? Cuando tienes hambre cualquier comida es deliciosa. Cuando no tienes hambre, nada tiene buen sabor. Es un placer comer cuando tenemos hambre y beber cuando tenemos sed. Pero después de que comemos y bebemos, ¿no necesitamos hacerlo de nuevo pocas horas más tarde? Cuando reflexionamos sobre el placer de comer y beber, está en su mayor parte limitado a los momentos en los que estamos realmente comiendo. Después, desaparece. La felicidad y alegría en estas circunstancias es muy breve. ¿Escucharon a nuestro coro cantar hoy más temprano? Es un placer escuchar buena música, pero si tuvieras que escuchar la misma canción una y otra vez sin parar, ¿todavía te resultaría agradable? O si estás muy cansado y quieres ir a la cama, en ese momento podrías considerar a la música como una molestia.

Vamos a hablar de las sensaciones táctiles. Se siente muy bien aliviar una picazón a través de rascarse, ¿no es así? ¿Cuánto dura este placer? Si vas contra la naturaleza y continúas rascándote, el placer momentáneo podría conducir al dolor. Los placeres relacionados con nuestras facultades sensoriales son momentáneos y transitorios.

¿Hay felicidad en nuestras vidas? Algunos podrían decir que realmente han sido felices. Por ejemplo, para la mayoría de las personas su momento más feliz es cuando se están enamorando. Normalmente no comprenden que enamorarse es también sufrimiento. Considera la imagen popular de amor como Cupido disparando una flecha a través de los corazones de los amantes. ¿Es esta una representación de felicidad o esta imagen también transmite la idea de que el amor también es sufrimiento? Si se casan, la pareja podría esforzarse por prolongar ese primer sentimiento de amor. ¿Con qué frecuencia lo consiguen? ¿Durará su felicidad? Los enamorados se abrazan, pero más tarde, el sentimiento de estar felizmente vinculados podría convertirse en un sentimiento de estar atrapados entre sí en la rutina.

Podría ser nuestro deseo natural el buscar la felicidad y evitar sufrimiento, y sin embargo, necesitamos médicos, hospitales, policía, tribunales de justicia, funerarias, etc. Si la naturaleza de la existencia no es sufrimiento, ¿por qué los países necesitan ejércitos? ¿Por qué necesitamos pasar por la aduana cuando viajamos?

Ningún ser sensible puede escapar a la realidad de la impermanencia; la cual provoca sufrimiento en nuestra vida; está íntimamente ligada a la naturaleza de sufrimiento. La existencia por sí misma es la naturaleza del sufrimiento, y cuanto más tratamos de resistir el sufrimiento, más sufrimos.

La felicidad del samadhi puede ser profunda y amplia, sin embargo, aquellos que la alcanzan aún están en el reino de impermanencia. Tarde o temprano, su poder de samadhi se agotará y regresarán a un estado ordinario. Cuando les suceda eso, su felicidad también desaparecerá. De manera que, incluso en la felicidad del samadhi, encontramos la realidad de la impermanencia.
Estos son ejemplos para ilustrar el significado del sufrimiento de la impermanencia. Sin embargo, la comprensión de la omnipresencia del sufrimiento en medio de la felicidad y la dicha no significa que debamos caer en el pesimismo, la desesperanza y la lastima de sí mismos. Al contrario, si los practicantes pudieran contemplar profundamente la naturaleza del sufrimiento, tendrán más capacidad para enfrentarlo y aceptarlo. Y eso los liberará gradualmente del sufrimiento. Por lo tanto, esta contemplación de la sensación como sufrimiento es una práctica para aliviar el sufrimiento y también para generar sabiduría.