Los Cuatro Fundamentos de la Atención II
Esta es la segunda de las dos conferencias impartidas por el maestro Sheng Yen sobre los Cuatro Fundamentos de la Atención en 1999 en el Centro de Meditación Chan. Estas conferencias formarán parte de un futuro libro sobre las Treinta y Siete Ayudas para la Iluminación. Fue traducida oralmente por Guo Gu Bhikshu y editada por Ernest Heau.

Segunda Parte: 16 de mayo de 1999

Atención de la Mente
El tercero de los Cuatro Fundamentos de la Atención es la atención de la mente, en otras palabras, la contemplación de la impermanencia de los estados mentales. Aunque compleja, la psicología budista tiene tres aspectos principales relacionados con los fenómenos de la mente.

El primero es la conciencia que surge de las actividades de las facultades sensoriales. A través del contacto de las facultades sensoriales con los objetos del medio ambiente externo, surgen fenómenos mentales asociados con estas facultades. A través de la facultad de la vista, vemos las cosas, a través de la facultad del sonido, oímos las cosas, etc. Todos estos fenómenos mentales son tipos de conciencia cognitiva.

El segundo aspecto de la mente se refiere a la reflexión, que no depende de las facultades sensoriales. Es la mente misma pensando y reflexionando aisladamente de las sensaciones. Esto sucede también en el sueño, donde la mente puede soñar sin depender de las facultades sensoriales.

El tercer aspecto de la mente es el más imperceptible y el más sutil; es la sustancia de nuestra existencia, la cual continúa de una vida a la siguiente. Esta es la mente, la que une la vida previa con la vida presente, y continuará existiendo en las vidas futuras.

En cuanto a contemplar la mente como impermanente, el primer nivel de sensación es el más ordinario y más fácilmente percibido como transitorio. Cuando uno progresa en la práctica de la atención, la mente se vuelve cada vez más sutil en sus percepciones; uno toma conciencia del segundo nivel, el de la mente reflexionando sobre sus propios fenómenos, independientemente de las facultades sensoriales. Uno se vuelve muy consciente de la naturaleza transitoria de sus pensamientos aislados del medio ambiente, simplemente surgiendo y desapareciendo, y la atención de lo que está pasando. El tercer y más sutil nivel de la mente también surge en la meditación, donde la mente está refinada al punto donde puede percibir incontables vidas pasadas e incontables vidas futuras. La mente es también consciente de sí misma volviéndose cada vez más y más clara. Cuando podemos experimentar personalmente esta continuidad, la naturaleza impermanente de nuestra propia mente, eso en sí mismo es sabiduría, y con sabiduría estamos liberados del sufrimiento. Este es el propósito de contemplar la mente como impermanente.

¿Cómo es el experimentar la impermanencia de la liberación de nuestra mente? ¿Por qué es esa sabiduría? Normalmente identificamos a la mente como “mi” mente, al cuerpo como “mi” cuerpo. Cuando te cortan el pelo, ¿el pelo que acaba en el suelo eres “tú”? Después de tomar una ducha, ¿lo que queda en el agua de la bañera eres “tú”? Podrías no admitir con tan buena disposición que esas cosas eres “tú”, pero provienen de tu cuerpo. El sentido común dice que no identificamos estas cosas como “yo”. Bueno, entonces, ¿quién eres tú? Algunas personas podrían pensar: “Yo soy mi mente”, y esta es la esencia de contemplar la mente como impermanente. La mente es “yo” como un sentido de sí mismo. Identificar el proceso del pensamiento como uno mismo es la fuente de aflicciones y sufrimiento. Por ejemplo, cuando nos identificamos con un pensamiento de arrogancia, esto conduce al sufrimiento. Cuando nos identificamos con sentimientos de celos y odio, estos estados mentales conducirán al sufrimiento.

Cuando examinamos muy de cerca nuestros pensamientos, vemos que estamos considerando aquellos estados mentales como marcas de un ego permanente. Pensamos que hay un “yo” detrás de la arrogancia, del odio, de la codicia, etc. Es la constante auto referencia, la muy sutil identificación mental con un sentido del ego la que está sufrimiento. Cuando alguien comprende de verdad y percibe que la mente está en constante proceso de cambio, que eso es sólo un espejo de impermanencia, luego uno dejará de ver la corriente de pensamiento como al ego, y el sufrimiento no continuará fluyendo.

Podrías pensar: “Oh, esta es una práctica muy elevada, un logro muy alto”. Eso no es necesariamente así. Uno no necesita dedicarse a la profunda absorción meditativa, o al samadhi profundo, para lograr esto. La cuestión es cuán profundamente podemos integrar esta idea en nuestras actitudes, y hacerlo dondequiera que estemos y siempre que podamos. Si en nuestras vidas podemos estar conscientes de nuestro proceso de pensamiento, y estar familiarizados con la idea de observar la impermanencia, gradualmente disminuiremos nuestra identificación de estos pensamientos como “mí”, “mío” o “yo”. Cuanto más profundo nuestro entendimiento, más profunda será nuestra experiencia de lo que significa el “no-yo”. Y esta realidad de la ausencia del “yo” es sabiduría, y esta es liberación del sufrimiento.

La comprensión de la impermanencia no necesariamente significa que veamos la vida como algo terrible. Al contrario, si no ponemos fin a nuestras aflicciones y no generamos genuina percepción y sabiduría, entonces efectivamente nuestro sufrimiento parecerá muy real y permanente. Los practicantes budistas que contemplan la impureza del cuerpo y contemplan la impermanencia no serán pesimistas. Más bien, se dedicarán muy activamente a la práctica para eliminar las aflicciones y generar percepción y sabiduría. Sólo entonces uno estará liberado del sufrimiento.

Esto significa emplear nuestro cuerpo para ayudar a los demás mientras nos beneficiamos a nosotros mismos; esto también significa emplear la mente para contemplar, para beneficiarnos a nosotros mismos y a los demás, y adoptar actitudes y puntos de vistas sanos. Esta es la práctica budista. Cuando dedicamos activamente nuestro cuerpo y mente de una manera apropiada, recorriendo el camino del Dharma, entonces y sólo entonces alcanzaremos la impermanencia y experimentaremos la naturaleza de la vacuidad y la ausencia del “yo”.

Sin embargo, debemos recordar que, si bien al comprender la vacuidad nos liberamos, otros seres sensibles aún necesitan liberarse a sí mismos. En esa etapa, uno puede emplear incondicionalmente su cuerpo y mente para beneficiar a los demás.

La Atención de los Dharmas
El cuarto fundamento es la atención de los dharmas. “Dharma” en el Budismo puede entenderse de dos maneras. El primer significado se refiere a todos los fenómenos mentales así como los físicos. (Convencionalmente, empleamos una ‘d’ en minúscula cuando tenemos este significado en mente) El segundo significado del Dharma se refiere a las enseñanzas del Budismo. Pero la atención de los dharmas como no-ego se refiere al primer tipo de dharma, es decir, al de los fenómenos. Para ser más específico, no sólo los fenómenos materiales, sino también los fenómenos de la mente misma (los eventos mentales, los procesos mentales, los objetos del pensamiento).

En el Budismo, los pensamientos son considerados como objetos que existen en la mente. Algunos textos budistas contienen elaboraciones muy detalladas sobre esta idea: tenemos un texto de Yogacara, la Escuela de Solo-Mente, que da un entendimiento comprensivo sobre la mente, dividiendo todos los estados en diferentes dharmas; otro texto, el Abhidharmakosha, da una elaboración muy detallada de los dharmas, particularmente sobre los dharmas mentales.

Estar conscientes de los dharmas significa no sólo estar conscientes de los dharmas que surgen en nuestra mente, sino también de cómo estos provocan aflicción. Esto es debido a que los dharmas y sus aflicciones son componentes de nuestro sentido del ego. Cuando podemos ver que nuestro sentido del ego proviene de estos estados mentales negativos, entonces estamos practicando la atención de los dharmas. El Abhidharma y otros textos entran en detalles elaborados sobre los diferentes tipos de dharmas, pero para simplificar, me gustaría hablar sólo de los dharmas con consecuencias y dharmas sin consecuencias.

Los dharmas sin consecuencias son los dharmas que liberan. Principalmente se refiere a la mente de sabiduría, la que no está condicionada por los fenómenos. Esto es también la realización del no-ego.
Los dharmas con consecuencias son dharmas condicionados, incluyendo los dharmas físicos y mentales. Son estados mentales que surgen de causas y condiciones que están sujetas a cambio, deterioro e impermanencia. Las consecuencias que surgen de estos dharmas son las aflicciones.

Los seres sensibles comunes y corrientes sólo se relacionan con los dharmas con consecuencias, porque esto es un hecho de la existencia, la manera en que pensamos, la manera en que reflexionamos sobre las cosas, lo que experimentamos. Todos los objetos de nuestras experiencias están sujetos a deterioro, cambio e impermanencia. Puesto que son condicionados, todo lo que experimentamos constituye dharmas con consecuencias.

Es posible que hayas visto personas que están riéndose y al minuto siguiente están llorando. Los niños a menudo suelen ser así, y también lo son las personas que están en los retiros de meditación. Una vez llevé una caja de chocolates a algunas personas a las que estaba visitando. La niña pequeña de la familia estaba muy contenta pensando que los chocolates eran para ella. Cuando le dije que no eran sólo para ella, al instante siguiente estaba llorando. ¿Los adultos pueden ser así también? Sí que podemos.

De esta manera, ¿qué mente es “tú”, la mente feliz o la triste? Si “tú” eres la mente feliz, ¿por qué “tú” a veces estás triste? Si “tú” eres una entidad permanente y estás triste, ¿por qué a veces estás contento? De hecho, nuestro sentido del ego cambia constantemente de acuerdo con nuestros estados mentales. No hay un ego permanente y duradero que pueda ser encontrado. Esto puede ser comprendido fácilmente mediante el examen del funcionamiento de la mente de una persona común y corriente. Uno puede llegar a comprender que todos los fenómenos carecen de un ego permanente y duradero. A través de la atención de la mente, también podemos comprender el funcionamiento de la mente. A través del examen de nuestras experiencias cotidianas, comprenderemos que todos los dharmas son condicionales y transitorios, careciendo de fijeza o identidad permanente. Este es el significado de comprender la ausencia del ego de los dharmas. Lo importante es integrar el entendimiento de estos cuatro tipos de contemplación a tu vida cotidiana.

Pregunta: Cuando contemplamos la impermanencia, ¿empleamos nuestro intelecto, o sólo nuestra conciencia?

Maestro Sheng Yen: La comprensión real de la impermanencia no es intelectual, sino experimental. No es algo para reflexionar; es algo para saber. Si trataras de comprender la impermanencia intelectualmente, lo más probable es que te sentirás cansado antes de que surja la verdadera sabiduría. La impermanencia es algo que uno debe experimentar personalmente. Por ejemplo, al sentir dolor, lo sabes y lo experimentas. Esto es diferente de pensar: “Bueno, este dolor es impermanente, ya desaparecerá”. Es un proceso de filtrar la experiencia de dolor a través de comprender su impermanencia. Esto implica conocimiento, pero no es pensar: “Este dolor desaparecerá”. Es, más bien, comprender con todo tu ser que la realidad que estás experimentando es fundamentalmente impermanente.