viernes, 19 de abril de 2011
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La enfermedad del Chan (II)
La esencia del Chan
Continuación del discurso pronunciado por el Maestro Sheng Yen el 24 de junio de 1984

Ahora hablaré de dos importantes reglas, o preceptos, que un practicante debería seguir para mantener una actitud correcta hacia la práctica. Estos preceptos son, en primer lugar, abstenerse de declarar que uno ha alcanzado la iluminación, y en segundo lugar, tomar la iluminación, o el Nirvana, como la meta de la práctica.

Es importante que nunca digas que ya has alcanzado la iluminación. Estaría bien para alguien que está iluminado a fin de confirmar el hecho si es preguntado, pero nunca debería jactarse de eso. A lo mejor te preguntas cómo saber cuándo la iluminación es obtenida. Hay dos métodos. La primera es consultar a alguien cuya práctica es más avanzada que la tuya. La alternativa es tratar de distinguir si tu experiencia es la misma que la que se describe en los sutras como la iluminación final. Este método es relevante sólo cuando el primero no es práctico, y es propenso a errores, debido a que el practicante podría malinterpretar los sutras – un error peligroso. El método apropiado es a través de la confianza en las explicaciones tradicionales de los sutras – de esta manera puedes emplear los sutras como un índice de tu experiencia. El método incorrecto es utilizar tu propia experiencia para interpretar los sutras.

Como nosotros hemos visto, es muy común para los practicantes hacer una conexión incorrecta entre su experiencia y la iluminación. En lugar de alcanzar la iluminación, estos practicantes quedan afectados por un tipo especial de vanidad que frecuentemente ejerce influencia en los practicantes serios. Para evitar el error de la falsa iluminación, los practicantes serios deben mantenerse alertas ante tal orgullo. Esta advertencia podría ser comprendida como una parte del primer precepto mencionado anteriormente. La discusión de la falsa iluminación sólo guarda relación con los practicantes que creen que han experimentado verdaderamente el Nirvana. Estos son al menos practicantes serios. Sin embargo, alguien que hace esta declaración sin incluso haber tenido la experiencia de la falsa iluminación meramente demuestran que no ha practicado. El no es un practicante serio.

El segundo precepto, tomar la iluminación o el Nirvana como meta de la práctica, obliga al practicante a leer los sutras y la literatura budista tanto como sea posible a fin de comprender la naturaleza de la meta y el camino que conduce hacia esto. Pero no te quedes atado por las enseñanzas de los sutras que pueden convertirse en un obstáculo para tu práctica; ni deberías estudiar los sutras simplemente para adquirir información e impresionar a los demás.

Hay dos extremos. Un meditador puede desear alcanzar la iluminación tan intensamente que pensará que ya está iluminado antes de que lo esté realmente. Alternativamente, un meditador podría dar demasiada importancia a lo que ha leído y escuchado acerca de la no-existencia de la iluminación. Él podría pensar, “No hay iluminación, así lo dijo el Buda, lo dicen los sutras, lo dice mi maestro – lo dice todo el mundo que conoce el Dharma. En ese caso, realmente no me preocupo por la iluminación, pero igualmente continuaré practicando.” Esta no es una actitud satisfactoria, puesto que el practicante, debido a su actitud displicente, nunca será diligente y enérgico en su práctica.

La meta es tan importante en la práctica del Buddhadharma como lo es en cualquier otra actividad. Si un practicante simplemente toma la actitud: “Vale, haré lo que sea necesario cuando venga el momento, pero realmente no me preocuparé por lo que ocurra en el futuro,” él nunca alcanzará nada significativo porque nunca será empujado hacia la realización excepcional. Debemos pensar que la iluminación es algo que nos esforzamos por lograr. (Y este sentimiento debería intensificarse a través de contemplar tu condición presente de ignorancia y tu atadura al samsara.) Aunque la meta es necesaria, debes guardarte del excesivo entusiasmo para el cumplimiento de ese objetivo. Tal extremo conduce a la ansiedad, que solamente impide progresar.

Había una vez un patriarca quien dijo que la práctica del Dharma debería comenzar con el paramita de dana: hacer ofrecimientos. El hacer ofrecimientos a los Tres Joyas (el Buda, el Dharma y la Sangha) es lo más importante. Cuando el patriarca hizo esta afirmación, un hombre en la asamblea respondió diciendo: “Las Tres Joyas son idénticas a mi propia naturaleza. Asimismo todo lo que ofrezco no es más que mi propia naturaleza, de esta manera utilizo la propia naturaleza para ofrecerla a la naturaleza propia. Luego ofrezco toda mi mente a usted. Cualquier cosa que usted quiera yo debería pensar en ello y luego debería ofrecérsela a usted.” El patriarca dijo: “Eso esta muy bien, que me ofrezcas toda tu mente a mí. Así de ahora en adelante, cuando comas consume sólo la comida de tu mente; cuando bebas bebe sólo el agua de tu mente; cuando camines atraviesa sólo los caminos de la mente; cuando hables pronuncia sólo las palabras de la mente; cuando duermas, duerme sólo el sueño de la mente. Cuando puedas hacer todo eso, efectivamente me has hecho ofrecimientos a mí. Sin embargo, si esto no es posible para ti, entonces todavía debes hacer ofrecimientos materiales como todos los demás, si no en tu siguiente vida te encontrarás en el reino de los animales debido a tu ignorancia.” Esta persona no estaba todavía en la etapa donde él podía ofrecer verdaderamente su propia naturaleza. Todavía se encontraba en el reino de la mente ilusoria. Para él todavía existía la necesidad de hacer ofrecimientos materiales, por lo tanto para alguien que no está iluminado, todavía hay Nirvana para obtener, una meta que alcanzar.

En la siguiente sección, hablaré acerca de los métodos para vencer los obstáculos con los que uno podrá encontrarse en la práctica. Se deben seguir dos reglas para vencer cualquier obstáculo. En primer lugar, debes trabajar duro, y segundo, debes estudiar con los que tienen un genuino entendimiento de las enseñanzas budistas, y debes ser muy respetuoso hacia estas personas.

Las molestias aparecen de acuerdo con la intensidad de la práctica. El ideal es sofocar estos sufrimientos en todo momento. Cuando no hay sufrimiento, serás capaz de practicar sin prestar atención a cualquier estado mental o reacción que pueda surgir. Cuando las molestias estén presentes, debes tratarlas con rapidez. Si tu práctica es fuerte, serás capaz de distinguir cuando tales disturbios aparecen, y ajustar tu práctica para evitar que ocurra el sufrimiento. Si no prácticas, no serás capaz de controlar el sufrimiento: no serás capaz de predecir cuando aparezca el sufrimiento, ni tendrás suficientes métodos para controlarlo una vez que aparezca. Algunos de nosotros quienes caemos en algún lugar entre estos dos extremos de fuerte práctica y no-práctica a veces somos capaces de reconocer cuando estamos a punto de ser superados por el sufrimiento. Por ejemplo, algunas personas que sienten la llegada de problemas dirán a sus amigos: “Vale, déjenme en paz ahora, si no, me sentiré muy disgustado. Me enojaré o incluso mataré a alguien.” Todos nosotros hemos tenido probablemente esta experiencia en alguna oportunidad.

Hay muchos tipos de molestias. Algunas son traídas por problemas fisiológicos y otros por problemas psicológicos. Si sabes que tales problemas están a punto de aparecer, puedes tratar de evitar que ocurran o por lo menos reducir su intensidad. Si no se puede resolver un problema, tendrás que soportarlo. Inevitablemente, algunos tratarán de escapar de sus problemas.

El tipo de molestia más fácil de reconocer antes de su aparición es el enfado. Aunque los demás tipos podrán esconderse más fácilmente (tal como la codicia), en cambio el enojo no es tan fácil de esconder. Un residente anterior del Centro golpeaba la pared cuando estaba enfadado, a veces hasta llegó a hacer un agujero en ella o se dañó a sí mismo. Debido al dolor en su puño, sus molestias disminuían.

La mejor manera de dominar las molestias es evitar que aparezcan y se vuelvan fuertes. Una vez que aparecen, ellas son dominadas mejor por la práctica vigorosa. En tales casos, la mejor práctica es hacer postraciones. Después de hacer postraciones, el enojo, la codicia, y (sobre todo) el deseo sexual disminuirán, particularmente si haces postraciones hasta que tu cuerpo se sienta cansado. El hacer postraciones es un buen método que es apto para todo el mundo.

De este modo hemos visto que con la práctica y el estudio diligente puedes vencer los obstáculos que pueden aparecer en tu camino.