miércoles, 24 de abril de 2011
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Comida, Sexo y vida, en la práctica budista
La esencia del Chan
Conferencia dictada por el maestro Sheng Yen el sábado, 6 de enero de 1985.

La sección inicial del Sutra Surangas introduce dos temas que pueden plantear los problemas en la práctica budista: la comida y el sexo. Éstos forman nuestra sustancia y nos traen a la existencia. Sin la comida y el sexo, la vida no sería posible.

A menudo me preguntan, “¿Cuál es la diferencia entre un laico y alguien que ha dejado el hogar – un monje o una monja?” Algunas personas podrían pensar que no hay mucha diferencia entre ellos, y en cierto sentido tienen razón. Pero tenemos este término “dejar el hogar.” Esto sí que marca la diferencia en las personas. Incluso entre los laicos hay quienes practican y quienes no. Hay una relevancia en la “práctica.” Son las actitudes hacia la comida y el sexo las que hacen la diferencia.

De acuerdo con la clasificación budista, la comida y el sexo son dos de los cinco grupos principales de deseos. Los tres restantes son: el deseo de la fama, el deseo de la riqueza, y el deseo del sueño. Para una persona que carezca de oportunidad o capacidad es muy posible que renuncie al deseo de la fama. Alguien que casi no pueda sobrevivir muy probablemente será capaz de renunciar al deseo de la riqueza – al tener tantos problemas. El sueño podría ser importante, pero alguien que tiene hambre, soñará con la comida cuando está dormido.

Tenemos dos deseos más. ¿Cómo deberíamos elegir entre ellos? Vamos a tomar la siguiente situación: Puedes tener una mujer o un hombre, esposa o marido, pero la condición es: sin comida. La mayoría de nosotros diríamos, “Olvidémonos del cónyuge, solamente dame algo de comida. Por lo menos seré capaz de sobrevivir.” Los instintos humanos no son muy diferentes de los instintos animales. Una vez que has comido hasta saciarte, lo siguiente que viene a tu mente es el sexo.

Cuando yo era niño, en China continental, hubo una familia de mendigos que venían a menudo a nuestro pueblo – la esposa llevaba a un hijo en brazos, detrás de ella arrastraba a otro de la mano, y el marido llevaba un yugo con dos contenedores y había un hijo en cada uno de ellos. Toda la familia iba mendigando comida de casa en casa.

Una vez vi que un hombre rico estaba regañándoles. Él gritó: “Sois tan pobres que incluso no podéis alimentaros, y todavía continuáis teniendo hijos uno tras otro. ¿Quién pensáis que va a alimentar todas esas bocas?” El mendigo no estaba convencido; se sentía justificado en tener tantos hijos. Dijo: “Mira los peces en el mar, no tienen nada ni ropa, y sin embargo, cuando llega el momento ponen los huevos – centenares de ellos. Los pájaros llenan sus nidos cuando es su tiempo. Y soy un ser humano – justo como ellos, yo, igualmente, debería tener muchos hijos.

Esa es la naturaleza de los seres sensibles. Una vez que se alimentan por sí mismos, piensan en el sexo y la procreación. Pero eso es muy natural. No necesariamente debe ser que un hombre esté enamorado de una mujer, o una mujer de un hombre. Simplemente puede ser el deseo. A esto le podríamos llamar un tipo de “codicia,” pero es útil para mantener las especies. Confucio dijo, “La comida y el sexo son de la naturaleza humana. No puedes ser severo en culpar a las personas por tener tales deseos.”

Ahora vamos a hablar de la práctica. Dependiendo de qué nivel has alcanzado, hay criterios y reglas diferentes para tratar con la comida y el sexo. Hay un papel diferente prescrito por los laicos, los que han dejado el hogar, y los que han alcanzado la santidad. Hay cuatro niveles relacionados con los deseos. El primero es llamado “reconocer los deseos.” El segundo es “regular los deseos.” El tercero es “abandonar los deseos.” El cuarto es “poner fin a los deseos.”

Para alcanzar el primer nivel debes saber qué es deseo. Debes reconocer que la comida y el sexo son deseos. En el segundo nivel controlas tus deseos – te esfuerzas por no ser demasiado indulgente. En el tercer nivel empiezas a abandonar los deseos. Desarrollas una cierta aversión o una falta de pasión hacia los deseos. En el cuarto nivel ya no existen los deseos. Si piensas que puedes eliminar todos los deseos en cuanto comienzas a practicar, bueno, no puedes. Es imposible. Realmente es inútil establecer objetivos sublimes justo en el comienzo.

Las personas que no han tenido niguna experiencia en la práctica, no saben qué es el deseo. Sólo saben que quieren algo, pero no están conscientes del beneficio, ni del perjuicio que podría traer el seguir este deseo.

Cuando empezamos a practicar, deberíamos tratar de comprender nuestros deseos, y deberíamos ver cómo podrían ser útiles y también cómo podrían aumentar nuestras aflicciones. Con este entendimiento, podemos evitar tomar actitudes o acciones que podrían aumentar nuestro sufrimiento, y por consiguiente dedicaremos nuestros esfuerzos a las direcciones que elevarán nuestra vida y bienestar. Esto es “reconocer, o comprender, los deseos.”

La comida quizás es un problema menor que el sexo. Un practicante, sin embargo, no se preocupa mucho si su comida es elegante o deliciosa, solamente si es saludable y nutritiva. Un no-practicante comería simplemente por placer o satisfacción.

Los budistas tenemos una perspectiva extensa de comida. Dividimos la comida en tres categorías: parcial, contacto, y conciencia. Estas categorías abarcan nuestras necesidades tanto físicas como mentales. La comida parcial es la comida cotidiana y la bebida necesaria para el mantenimiento de nuestro cuerpo físico. La comida de contacto es tanto física como mental. Un ejemplo de esto podría ser darle a un niño unas palmaditas en la cabeza o besarle la cara. ¿Esto es físico o mental? Haces contactos y el niño te siente como un ser humano. Si el cuerpo del niño entra en contacto con un trozo de madera, ¿esto le hará sentir bien? No, en absoluto.

No hace mucho, un médico me preguntó sobre la vida de celibato. Dijo: “Usted es monje, no tiene esposa, y nunca puede abrazar o ser abrazado por una mujer. Esto va contra la naturaleza humana.” Respondí: “Sí, tienes mucha razón.” El médico continuaba diciendo, “En este caso, ¿esto no es una aflicción y una privación para usted – se le priva de algo que todo el mundo puede tener?” Le dije a él, “Bueno, ciertamente aquí tienes razón. Estar con una mujer es algo que pueden tener los demás y yo no puedo. Por el otro lado, hay muchos tipos de sufrimiento que tienen los laicos pero yo no los tengo.”

Ayer un dueño de casa vino a hablar conmigo. Dedicaba mucho tiempo a decirme cuán horrible era su esposa. Enumeraba cada uno de sus errores.

Le pregunté: “Si tu esposa es tan mala, ¿por qué te casaste con ella?”
- Dijo: “Bueno, no lo sé. Solamente quería tener una esposa.”
- Dije: “Si quieres tener una esposa, debes aceptarla como lo que es ella.”
- Dijo: “Espere un momento, vine aquí esperando que pudiera decirme cómo llevarme con ella, no me diga solamente lo de aceptarla y todas las cosas repugnantes sobre ella.”
- Dije: “Mira, querías una esposa porque pensabas que ella podría traerte felicidad. Pero debes comprender, que seguramente ella tiene errores – estos también son parte de ella. No puedes esperar tener las mejores partes de su carácter y de alguna manera separar y quitar todas sus partes malas. Si ella es tan mala, ¿cómo conseguirías criar a cuatro hijos con ella?”
- Dijo: Criar a los hijos con ella era una pesadilla.
Por lo tanto le pregunté: “¿Qué está pasando realmente? ¿Por qué todas estas quejas?”
Este laico dijo finalmente: “El problema con ella radica en que es un tipo envidioso. Bueno, sí, simplemente da la casualidad que tengo una novia.”
-Dije: “Bueno, el problema es obviamente la ignorancia por tu parte, debido a que aquí te estás quejando del sufrimiento y la aflicción que tu esposa te ha provocado, y ahora vas a tener otra mujer. Solamente has duplicado tu aflicción.”
Siguió diciendo: “No lo comprende, no es una buena esposa, y mi novia es maravillosa.”
Cuando le pregunté cómo fue que era tan terrible tu esposa?, me dijo que el problema era que dedicaba todo su tiempo a los niños, y no tenía tiempo para cuidar de él.
- Dije: “¿Qué pasará si tu novia tiene hijos, igualmente, volverás otra vez a estar en la misma situación?” Eso le preocupaba a él, y me dijo, no sabía qué hacer.
- Dije: No podría tomar una decisión por él – tendría que hacerlo por él mismo. Cuando estaba a punto de salir, dio una vuelta y dijo: “Todo esto es causado por la mala suerte. Yo estaba predestinado a una vida de sufrimiento. No tengo más remedio que aceptarla.”
- Dije: “No es la mala suerte, esto lo trajiste a ti mismo. ¿Qué te pasa – has tenido esposa e hijos, sales y encuentras una novia, y luego te quejas de tu sufrimiento?” Cuando salió, dijo: “Bueno, quizás lo pensaré.”

De este modo como ves, yo no podría tener el placer de algunos laicos, ciertamente tampoco tengo el tipo de sufrimiento que ellos pueden tener.

Ahora, “la comida de contacto.” Esto incluye no sólo simplemente el tacto, sino también las relaciones sexuales. Efectivamente, la relación sexual es necesaria para la mayoría de los seres humanos. Una relación es tanto física como mental; es física en tanto que proporciona placer físico; es mental puesto que proporciona consuelo y liberación emocional. El sexo, entonces, no sólo es necesario para mantener las especies, sino para contribuir al placer y la comodidad de la vida. El exigir a todo el mundo que se abstenga completamente del sexo es imposible y erróneo – provocaría más perjuicio que beneficio.

El tercer tipo de comida es “comida de conciencia.” Todas las actividades relacionadas con la mente son incluidas en esta categoría: entretenimiento, arte, religión, así como los simples pensamientos acerca del pasado o imaginaciones del futuro.

Cuando practicas te digo: “No pienses en el pasado. No pienses en el futuro. Solamente persiste en tu método – y simplemente practica. Esta es la mejor actitud.” Digo esto acerca de la práctica, pero no lo recomiendo como una actitud común. Debes recordar el pasado y debes planear el futuro, si no, para ti sería imposible vivir tu vida cotidiana.

Afirmando el pasado establece una continuidad en la que puedes avanzar. Sin esta continuidad no tendrás fundamento, y no serás capaz de progresar de un momento al siguiente. Planeando el futuro, esperanza para mañana, y un reconocimiento de qué llegará a estar en el fin de la vida, todos son importantes para vivir una vida completa. De lo contrario, podrías ser un pesimista. Sin esperanza para el futuro carecerás de energía y no conseguirás nada. Entre la afirmación de nuestro pasado y la esperanza para el futuro, sustentamos la vida en el momento presente. Sólo con esta actitud podemos elevar nuestros espíritus y progresar. Por supuesto, sentarse y no hacer nada sino llorar o relamerse con el pasado o soñar con el futuro es una señal de locura.

Esta comida de consciencia, como la comida de sección y contacto, es esencial para la supervivencia de las personas comunes. No pueden vivir sin ello.

Hasta ahora hemos estado preocupados con el primer nivel, el reconocimiento de los deseos. No hay nada misterioso acerca del segundo nivel, la regulación de los deseos. Podría haber muchos deseos que no podemos evitar, pero esto no significa que tengamos que rendirnos a ellos completamente. Incluso si tratamos de controlarnos a nosotros mismos un porcentaje del tiempo, esto es un comienzo. Los practicantes saben que no deberían comer ávidamente, solamente comen lo suficiente así que no tienen hambre. Eso es lo suficientemente bueno. Hay muchas personas a las que, si les es ofrecida suficiente comida deliciosa, comerán en exceso.

Una vez conocí a un monje en China continental quien realmente le gustaba comer. Otros le criticaron por las enormes cantidades de comida que comió. Él se defendió diciendo: ”Soy monje, no tengo esposa. No tengo riqueza. No tengo nada. Por lo menos, dejadme comer, satisfacer mi apetito, y dar un poco de estímulo a mis papilas gustativas. De todas maneras, todo lo que como es comida vegetariana, así que, no me critiquéis.” En la fiesta de Año Nuevo había una comida especial, bolas de arroz hervido dulces que le gustaron a este monje. Una vez éste había comido una cantidad prodigiosa de estas bolas de arroz hervido, los demás monjes dijeron: “Deja esa glotonería, si no, comerás suficientes bolas de arroz hervido para matarte a ti mismo.” Pero solamente dijo: “No hay problema, incluso si muero, no hay problema.” Sin embargo, después de que todo el mundo se hubiera ido a dormir, una enorme masa de bolas de arroz hervido sin digerir todavía estaba en su estómago, y no podía dormir. Invocó al Buda diciendo que el caminar lentamente ayudaría a la digestión. Se levantó e hizo unas caminatas lentas. Todavía se sentía incómodo, entonces, ¿qué haría? Tomó un pez de madera grande (una timbre de madera en forma de pez) y lo colgó alrededor de su cuello así que descansaba justo en su abdomen. Continuaba caminando con el pez de madera mientras masajeaba su estómago, tocándolo con un palo por tener el efecto adicional, y recitando el nombre del Buda. Golpeó el pez y recitó, “¡Buda Amitabha! déjeme vomitar lo que comí.” Golpeándolo otra vez diciendo, “¡Buda Amitabha! Por lo menos déjeme tirarme un pedo.” Otra vez, “¡Buda Amitabha! Quiero morirme.” No sé si alguno de vosotros alguna vez ha comido tanto como él, pero estoy seguro de que todos nosotros hemos comido en exceso en un momento u otro.

¿Regular los deseos en cuanto al sexo? Bueno, no deberías tomar la actitud de que ahora tienes una esposa, quieres una segunda, o una novia, o una tercera esposa. En la antigua China al emperador se le otorgaba el derecho a tener tres reinas oficiales y 72 concubinas. En la dinastía Tang había una reina que tenía cuatro o cinco consortes masculinos, pero por esto ella fue criticada severamente; desde aquél momento hasta el presente – quizás esto es algo del doble criterio. Incluso hoy día hay problemas parecidos. Una vez me encontré con una mujer que me dijo que estaba empeñada en vengarse – su marido estaba mirando a tres mujeres. Ella dijo, “Sólo quiero dos hombres. Eso es justo. Es uno menos de lo que él tiene. Quiero que sepa cómo se siente.” Mi respuesta fue: “No me digas nada de esto, díselo a tu marido.”

Finalmente ella y su marido vinieron a verme. Dije: “¿Qué queréis que haga, os establezco con un novio, con una novia? ¿O queréis que os ayude a separaros?” El marido dijo: “Shih-fu, dijo a mi esposa que me preguntara si está bien tener dos hombres.” Contesté: “Sí, le dije a ella que te dijera sobre su plan, pero no le dije que fuera a encontrar a otro hombre. Si quieres que ella vaya a encontrar a otro hombre, bueno, eso es asunto tuyo. Si vosotros dos queréis permanecer juntos, deberéis resolverlo entre vosotros mismos.”

Si introduces a una tercera persona en tu familia como han intentado estas personas, realmente empiezas a tener problemas. Como practicantes, por lo menos deberíamos alejarnos de tales obvios escollos. Un hombre y/o una mujer – eso debería ser suficiente.

Regular los deseos no sólo se trata de mantenerse dentro de una relación. La vida en pareja debería incluir la búsqueda de ideas y objetivos comunes. La energía dirigida de esta manera reduce la necesidad para la implicación sexual inestable, y, por consiguiente, el deseo sexual aún más, puede ser controlado y canalizado.

No hay nada fácil acerca de alcanzar el tercer nivel, abandonando el deseo. Regular los deseos es relativamente fácil. La mayoría de las personas racionales pueden hacerlo. Abandonar el deseo, por otro lado, necesita una enorme fuerza de voluntad y determinación. Eso no debería ser confundido con la impotencia. Alguien que es impotente podría tener poca fuerza de voluntad, y, en efecto, podría tener fuerte deseo sexual, pero él, simplemente no es capaz de satisfacerlo. Una persona que puede abandonar el deseo es capaz de sublimar su poder sexual y convertirlo en fuerza de voluntad. Una persona de ninguna manera es impotente, más bien su energía sexual es transformada. En efecto, el poder sexual es el poder de la vida. Es la fuente de resistencia y energía. Un practicante exitoso tiene fuerte poder sexual – el poder de la vida que le permite conseguir sus objetivos. El Buda, considerado como el Grande, el Poderoso, y el Intrépido de ninguna manera fue impotente.

Abandonar el deseo es el cuarto nivel, terminando el deseo. Alguien que abandona el deseo solamente elige no seguir o desarrollar el deseo. Eso no quiere decir que tales pensamientos nunca aparezcan en su mente. Si hay cambios importantes en sus circunstancias o ambiente, podría satisfacer otra vez su deseo, incluso después de muchos años de abstinencia.

Hace varios años había un sacerdote católico que ascendió a un puesto muy alto en su orden, en efecto, se convirtió en un obispo chino. Pero cuando estaba casi en sus sesenta años, abandonó el sacerdocio. Hasta ese momento su vida era pura sin ninguna duda, pero cuando llegó a los sesenta años de edad abandonó sus votos y decidió casarse. Esto ilustra claramente la diferencia entre el tercer nivel, abandonando el deseo, y el cuarto nivel, terminando el deseo.

Para alcanzar el cuarto nivel un practicante debe lograr el nivel de Arhat, en la tradición Hinayana o Theravada, o el octavo nivel de Bodhisattva. En este momento ya no hay ningún instinto o deseo sexual. Entonces si un practicante declara que ha terminado sus deseos, podría no decir la verdad, o podría estar engañándose a sí mismo.
Realmente, la averiguación de cuándo existe el deseo es bastante sutil. Si una mujer ve a un hombre guapo, y piensa, “Él es muy guapo,” o si un hombre se fija en una mujer y piensa, “Ella es muy hermosa,” eso es, el deseo sexual. Un hombre no tiene que pensar, “Me gustaría dormir con ella.” No, todo lo necesario es el pensamiento de que alguien es guapo o hermosa. Eso contiene el deseo. De acuerdo con los preceptos del Bodhisattva, lo que importa es la mente. Un mínimo pensamiento efectivamente puede romper los preceptos. Que realices verdaderamente tu deseo o no, carece de importancia.

Vamos a ver el deseo sexual desde el punto de vista del segundo nivel, regulando el deseo. El deseo sexual tiene varios niveles, pero las personas comunes no hacen tales distinciones. Para ellos dos personas han tenido coito o no. Asimismo para alguien que ha tomado el precepto de no tener sexo, han tenido sexo o no.

Para las gradaciones del Bodhisattva son más finas. Hay cinco niveles. El nivel más bajo es el contacto corporal – teniendo relaciones sexuales. En un nivel un tanto más alto, el contacto con las manos – darse la mano o estar tomados de la mano, por ejemplo. El más alto podría dedicarse a la conversación. Arriba de ello, mirando el uno al otro. Y el último, oyendo la voz de alguien, u oliendo su fragancia. Si tu mente está en un nivel muy bajo, será muy pesada tu aflicción. En un nivel alto, la aflicción será mucho más ligera.

Un practicante que decide seguir el camino del Bodhisattva será considerado como un Bodhisattva. Así para los Bodhisattvas es posible estar en muchos niveles diferentes. Cuando un Bodhisattva llega al nivel más alto, su deseo sexual es realmente limitado a mirar a alguien, oir su voz, u oler su fragancia. Tal un Bodhisattva, en un nivel superficial, podría estar llevando una vida muy pura. Pero no podría haber alcanzado el nivel de terminar los deseos.

Los practicantes comunes, monjes y monjas probablemente pueden alcanzar el tercer nivel. No tendrían contacto corporal. Menciono esto porque muchas personas me han preguntado sobre la actitud adecuada hacia el sexo para los practicantes, monjes y monjas.

Como practicantes, por lo menos deberíamos ser capaces de reconocer el deseo. Todo el objetivo de la práctica es reducir las aflicciones, y finalmente terminarlas. Para empezar en esta dirección debemos comenzar por controlar nuestros deseos. Deberíamos evitar la mala conducta sexual. Deberíamos evitar el abuso. Para alcanzar los niveles más elevados debemos intentar cultivar el samadhi. Eso nos ayudará a mover desde regular los deseos hasta abandonar los deseos.

En Occidente ha habido casos de chicas jóvenes que intentaban seducir a los sacerdotes católicos para ver si efectivamente tienen deseos sexuales. En Oriente hay casos similares con los monjes. Realmente no hay necesidad para tales pruebas, son los azares los que triunfarán. Estas personas a menudo siguen teniendo deseo sexual. Los monjes y las monjas, no deberían probar la fuerza de su voluntad o su práctica. Deberían reconocer que todavía son seres sensibles comunes que no han puesto fin al deseo. Incluso no es tan fácil abandonar el deseo. No deberíamos intentar probarnos a nosotros mismos. Más bien, deberíamos utilizar los preceptos para delimitar claramente qué es correcto e incorrecto para hacer lo nosotros.

Hay una cierta secta cuyos partidarios declaran que pueden alcanzar un nivel de liberación donde para ellos está todo bien tener relaciones sexuales. Dicen que no se moverán sus mentes, ni estarán seducidos cuando tienen sexo. Tales declaraciones son dudosas, y no deberían ser creídas.