Cambio e inmutabilidad
Conferencia impartida por el maestro Sheng Yen el domingo 24 de noviembre de 1985.

Hay un relato de un rey llamado Prasenajit, quien tenía 62 años de edad. Habló con el Buda, diciéndole que él se había dado cuenta de cuán viejo se había vuelto. “Me estoy haciendo viejo no solamente año tras año, sino mes tras mes, segundo tras segundo.” Y el Buda le preguntó: “De manera que has visto la impermanencia, pero, ¿has visto lo que es permanente?” El rey no supo qué contestar, por consiguiente, el Buda dijo: “Déjame darte un ejemplo. ¿Has visto el agua del río Ganges? ¿Cuánto hace que la has visto? ¿El agua que vistes cuando tenías tres años de edad era diferente del agua que ves ahora?” Cuando el rey le dijo que el agua todavía era la misma, el Buda dijo: “Todos los fenómenos externos están en un estado de cambio, eso es verdad, pero la naturaleza de aquello que está cambiando es inmutable.”

Todos nosotros estamos en proceso de hacernos viejos, pero por lo general no estamos conscientes de ello. De los 10 a los 20 años de edad hay cambios; de los 20 a los 30 años de edad hay cambios también, y así sucesivamente. Cuando al final nos hemos hecho viejos, comprendemos que hemos pasado por muchas etapas.

En la vida de la persona hay dos momentos muy dolorosos: separarse de un ser querido que aún está vivo, y separarse de un ser querido que ha muerto. En realidad, puede ser más traumático separarse de aquellos que aún están vivos, puesto que cuando una persona está muerta no hay nada más que se pueda hacer; muy posiblemente después del sufrimiento inicial se entienda que es inútil seguir cargando con la pena. Pero en cambos casos todavía hay mucho dolor.

La mayoría de las personas tienen miedo a la muerte. Se preguntan si cuando mueran, continuarán existiendo. Incluso aquellos que creen en futuras vidas están afligidos a la idea de la muerte, dado que no están seguros de que se reunirán con los que aman.

Hay una novela china que se llama “Sueño del Pabellón Rojo” en la que la personaje principal ve un duraznero perder sus flores cuando están en la cumbre de su belleza. Ella reflexiona que la vida humana es también así – cuando las personas están en su apogeo, mueren. Mientras caen las flores, llora y prepara un entierro para ellas. Piensa en su propia muerte y se pregunta quién la sepultará. Reflexiona que habrá despedida, separación y muerte; y que eso es todo.

Hay un poema acerca del mismo tema de la impermanencia, escrito por Pai Chu-yi en la Dinastía Tang, que se llamaba “Hierba”

“Abundante hierba crece en una llanura
Todos los años crece y se marchita.
Es tan abundante que incluso un fuego salvaje
no puede quemarla toda;
En la primavera siguiente aparece nuevamente.”


La diferencia entre la mujer jóven en la novela y la contemplación de este poeta radica en que mientras la anterior sólo ve el deterioro de las cosas, de la impermanencia, el poeta expresa un entendimiento del ciclo de renovación; ve que aunque se marchita, también florece nuevamente. Este es un pensamiento taoísta. Y debido a que habla de causas y condiciones, también es budista. Todas las cosas se reunen debido a las causas en el pasado que se dispersan y se reunen nuevamente. Dentro de la existencia hay vacuidad y dentro de la vacuidad hay existencia. El poeta no está descorazonado por la impermanencia, simplemente observa los cambios.

En el Surangama Sutra se dice que todas las cosas están en un estado de cambio. Pero, ¿qué es lo que no está cambiando? El agua que el Rey Prasenajit insiste que es la misma, en verdad, es la misma sólo de nombre. El agua que alguien puede traer del río Ganges hoy es definitivamente diferente del agua que el rey vió.

Los filósofos y teólogos discutirán que hay alguna sustancia inmóvil en el universo, o un gran ser tal como Dios. Esa, sin embargo, no es la experiencia del Buda.

La inmutabilidad de la naturaleza de Buda impregna todas las cosas. Es eterna pero no está fuera de los fenómenos. No hay una “substancia” básica, no hay una entidad extra que se llame “Dios.”

Otro poema de la Dinastía Tang dice:

”Hoy hace un año en esta entrada
había una chica y flores del duraznero.
Ambas eran brillantes, rojas y hermosas.
Hoy, este año, la chica se ha ido—
Pero las flores del duraznero están aquí.”


Un año las flores del duraznero dieron una gran alegría al poeta, y otro trajeron tristeza. Lo que está diciendo el poema es que aunque la naturaleza no cambie, los sentimientos de la gente sí.

El punto de todo esto consiste en el hecho de que la aflicción es simplemente superflua. El mundo natural siempre está en un estado de cambio; es un constante surgimiento y muerte. Si lo comprendemos, no sentiremos placer cuando algo viene a la existencia, o nace, y no nos sentiremos abatidos por algo que perece. No deberíamos sentir alegría al adquirir algún bien, ni sentirnos deprimidos cuando experimentemos una pérdida.

Una vez cuando estaba en Tokyo, hice arreglos con amigos para realizar un viaje en tren. El tren siempre hacía la misma ruta y rodeaba la ciudad. Cuando llegué a la estación, uno de mis amigos todavía no se había presentado. Alguién aconsejó que nos fueramos sin él, pero otro objetó, diciendo: “Pero, ¿qué si ha ido delante?” Dije: “No importa. El tren siempre viene otra vez.”

En lo que respecta al cambio, realmente no podemos saber en que se transformará. No podemos predecir claramente el futuro. Pero hay un principio del que podemos estar seguro: con lo que estamos relacionados ahora, tendremos relación más tarde.

Todo el mundo quizás haya tenido la experiencia de sentir que ya ha conocido a alguien antes, aunque apenas lo haya conocido. Esto es probablemente un caso de estar familiarizado con esa persona en una vida anterior; han sido miembros de familia o amigos íntimos.

Hay personas que tienen la actitud de que cuando se encuentran con una situación mala para ellos, harán lo que puedan para escaparse de ella.

Había un artísta de Taiwán que pensaba que no estaba seguro allí, por consiguiente se trasladó a los Estados Unidos. Algún tiempo después, viajando por Florida murió en un accidente de auto.

En otro relato, un adivino le dijo a un hombre que moriría ahogado. De manera que jugó a lo seguro y se quedó en casa. Tres días después murió mientras estaba lavando su cara.

A veces los eventos casi imposibles como los mencionados arriba suceden. En todo caso, lo que está destinado a sucederte te sucederá. Dentro de la inmutabilidad hay cambio. Si la persona a la que le dijeron que iría a morir ahogado hubiera salido uno de esos días, podría haber muerto en un río o estanque – pero de acuerdo a sus circunstancias le ocurrió en su casa.

Las causas están siempre cambiando y los efectos están siempre cambiando también, pero el principio de causa y efecto sigue igual – es permanente. Las cosas están continuamente surgiendo y pereciendo. Pero para una persona que todavía no ha alcanzado la iluminación lo que es permanente es simplemente aquello que perece. Las aflicciones de los seres ordinarios provienen de no tener claridad acerca del cambio e inmutabilidad.

No sólo las personas están cambiando físicamente, sino que están pasando por cambios mentales también. Una persona podría nacer pobre y hacerse rico – o empezar siendo rico y acabar siendo pobre. Una persona analfabeta puede ser educada; uno de carácter bajo y mezquino puede transformarse en una persona excelente. Todos nosotros estamos en un estado perpetuo de cambio. Si no estamos mejorando, entonces estamos empeorando. Pero hay una cosa que es inalterable y es nuestra propia naturaleza. Incluso el peor tipo de persona, puede, al final, arrepentirse; era simplemente su personalidad en ese momento la que condujo a sus acciones.

La mayoría de las personas esperan por una vida futura. No están completamente convencidos de que tendrán una – pero aún la esperan. Piensan que el cambio será sólo una nueva cara con los mismos beneficios. Esto es una actitud egoísta y no conducirá nada más que a aflicción.

Una persona que está liberada, por el otro lado, es inmutable. Podrás decir que no hay ningún lugar que no sea su cuerpo, no habrá lugar en que definitivamente esté, ni habrá lugar en que no esté. Él estará en todas partes, sin lugar fijo. Esto es la auténtica libertad, la verdadera liberación.