El Relato de la Visión
Conferencia impartida por el maestro Sheng Yen acerca del Surangama Sutra el 26 de abril de 1987.

Una parte de la terminología básica empleada en el Budismo en general y especialmente en el Surangama Sutra, incluye los seis órganos sensoriales (el ojo, el oído, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente), los seis objetos sensoriales (lo que se ve, se oye, se huele, se gusta, se siente y se piensa), y las seis conciencias sensoriales relacionadas. Todos estos conjuntos constan de lo que se llama los dieciocho reinos. El Surangama Sutra utiliza estos conceptos para ilustrar la realidad del mundo que vemos a nuestro alrededor, así como el yo al que tanto nos aferramos, es ilusorio y sin la existencia verdadera.

Para propósitos explicativos, el Budismo divide el mundo de tres maneras diferentes: los cinco skandhas, o agregados (forma, sensación, percepción, volición y conciencia); las doce entradas (los seis órganos sensoriales y los seis objetos sensoriales); y los dieciocho reinos (explicados arriba). Estas divisiones comprenden todos los fenómenos en el mundo incluyendo el cultural, el psicológico, y el físico.

El tener un verdadero entendimiento de al menos una de estas tres maneras de analizar el mundo es estar en el camino. Esto quiere decir que tienes un verdadero, profundo y completo entendimiento de por lo menos una de estas maneras de mirar el mundo, entonces ya estás liberado del samsara y no estás muy lejos de la Budeidad.

En las conferencias anteriores hemos hablado de los cinco skandhas (agregados) y las doce entradas. Hoy vamos a concentrarnos en los dieciocho reinos. Los dieciocho reinos están divididos en tres grupos. El primero concierne al cuerpo físico; el segundo, al ambiente en el que reside el cuerpo físico; y el tercero, a las actividades mentales y psicológicas dentro de nosotros. Entonces el primer y segundo grupos son fundamentalmente físicos y el tercer grupo es mental o psicológico.

Analizando cualquier situación, descubrirás que cada evento del que estamos conscientes necesita la participación de todos estos tres grupos. Por ejemplo, hoy celebramos los cumpleaños de cuatro amigos del Centro con una gran tarta de cumpleaños. Considera el acto de cortar la tarta. La tarta es parte del ambiente. Hay una mano que sostiene el cuchillo para cortar la tarta. Y hay una persona que está consciente de ello, sí, es el cumpleaños de alguien y cortar y comer la tarta es parte de la celebración. En este simple acto nos hemos involucrado en el ambiente físico, los órganos sensoriales, y la consciencia sensorial.

Otro ejemplo: ahora mismo estás escuchando mi conferencia sobre el Surangama Sutra. ¿Qué empleamos para escuchar esta conferencia? ¿Empleamos nuestros cuerpos? ¿Empleamos nuestros oídos, o empleamos nuestras mentes? Esta conferencia por sí misma es una serie de sonidos, o vibraciones, en la atmósfera, que en sí misma es parte del ambiente. Estas vibraciones son los objetos de nuestros oídos, que son los órganos sensoriales del oído. Finalmente, para entender estas vibraciones, empleamos la conciencia del oído. Entonces es la combinación de estas tres cosas, los órganos sensoriales, los objetos sensoriales, y la consciencia interpretativa, la que constituye un evento reconocible, tal como “escuchar” una conferencia.

Como dijimos, cualquier evento se involucra en los dieciocho reinos. ¿A qué nos referimos con “reino”? Se refiere a un límite analítico. Describe la manera en la que una función difiere de las otras. Por ejemplo, lo que ves se distingue de aquello que es visto.

Otro ejemplo del papel de los dieciocho reinos implica lo que unas personas me dijeron a la hora del almuerzo – dijeron que la comida era deliciosa. Tan buena, dijeron, que las personas que cocinaron deberían montar un restaurante. Pero hay unas preguntas que implican su juicio. ¿Quién estaba probando la comida? ¿Qué fue probado? ¿Qué fue experimentado?

Cuando las personas prueban la comida, significa, por supuesto, que deben emplear sus lenguas, el órgano del gusto, de obtener una impresión de la comida. Lo que sienten es el objeto de su gusto. Finalmente, hay conciencia del gusto. Siempre que estamos conscientes de cualquier cosa en este mundo, cualquier fenómeno, es siempre un resultado de la combinación de los tres factores, un órgano sensorial, un objeto sensorial, y una conciencia sensorial. Entonces decimos que estos tres factores constituyen los ingredientes necesarios para estar conscientes de cualquier evento.

La sección del sutra de la que vamos a hablar hoy se enfoca en estos tres factores cuando se relacionan con la visión. En este caso los tres factores son el reino del ojo, el objeto de la visión (que se llama “forma” en el sutra), y finalmente la consciencia de la visión. Ahora la cuestión radica en ¿cuáles son estos tres reinos? ¿Son realmente tan distinguibles uno del otro cuando aparezcan primero? ¿Podría haber algo de forma en el órgano del ojo? ¿Es la consciencia contenida en el ojo o en la forma, o ambos contienen la consciencia? ¿Están los límites claramente marcados ? Si un factor vierte, por así decirlo, en otro, quizás no deberían llamarse por separado “reinos.” Entonces no habría límites fijos para permitirnos distinguir dónde termina uno y comienza el otro.

Hay otras preguntas para cuestionar qué tan “distinguibles” son estos reinos. En un sentido deben considerarse como separados, de existencia independiente, sin posibilidad de interacción. Después de todo, el ojo y lo que ve el ojo son opuestos. No pueden alcanzarse el uno al otro; están separados. Sin embargo, si crees que están separados, cuando abres tus ojos, descubres que están en contacto el uno con el otro y ocurre la visión. Entonces claramente hay interacciones. De este modo lo que consideramos como un ojo y su objeto y la consciencia del ojo no están verdaderamente separados. No tiene existencia real, eterna, independiente, y por lo tanto, de acuerdo al Buddhadharma, son sólo ilusorios.

¿Las cosas que vemos con nuestros propios ojos son reales o no son reales? ¿Tienen verdadera existencia o no? Vamos a considerar varias situaciones en las que ocurre la visión. Por ejemplo, no hace mucho vi a un niño montando su bicicleta fuera del Centro. Si el niño estaba allí realmente, no puedes decir que lo que vi era una ilusión.

Otro ejemplo: La esposa de Patrick no está aquí hoy. Por supuesto, cuando vuelva a casa, la verá. Pero no puede dirigirse a ella y decirle: “¡Tú eres solamente una ilusión, un producto de mi imaginación!” Ella pensaría que algo serio ha dañado su mente. ¡Podría querer ingresarlo en una institución mental”!

Vean cuán importante es la mente cuando vemos. El otro día alguien dejó una bolsa en el área de recepción aquí en el Centro. Mi primera reacción fue, “Hey, esto debe ser una bolsa llena de dinero.” Parece que había algún dinero dentro, pero no estaba llena con cinco billones de dólares como lo había imaginado. ¿Por qué fue eso la primera cosa que acudió a mi mente? Otra persona podría haber pensado algo completamente diferente acerca del contenido de la bolsa. Otros podrían haber pensado que estaba llena de libros o que contenía el almuerzo de alguien. Esto todo depende de una reacción instantánea en la mente, en ese momento. Entonces cada vez que Patrick vuelve a casa para ver a su esposa, podría tener una reacción diferente.

Vamos a emplear un conejo como otro ejemplo de cuán diferente puede ser vista la misma cosa, por diferentes personas. Si un niño ve un conejo, podría pensar en los conejos que ha visto en uno de sus libros, y concluir que es realmente muy parecido a una persona; que puede hablar y jugar con él. Un médico o un estudiante de medicina podrían mirar el mismo conejo y ver un espécimen ideal para la disección. Un glotón podría imaginarlo como un tipo particular de guiso de conejo: grasiento, crujiente, y delicioso.

Una visión particular puede engendrar una multiplicidad de imágenes o reacciones psicológicas en diferentes observadores. Cuando “vemos” algo, no vemos realmente el objeto verdadero por sí mismo. Lo que vemos es una reacción psicológica que se añade o se sobrepone al objeto real..Entonces, ¿cómo entendemos algo como verdadero o irreal? Si tomamos un conejo como ejemplo, una manera de mirarlo se refiere a que tiene una verdadera existencia, pero es sólo nuestra percepción y nuestro pensamiento acerca de ello que es erróneo o ilusorio. O podríamos decir que el conejo por sí mismo es ilusorio y se aparta de la verdad puesto que no tiene una existencia permanente e invariable.

¿Cuál es el entendimiento adecuado? No deberíamos darle demasiada importancia a encontrar una respuesta. No es importante hablar del actual fenómeno físico, como el conejo o nuestro entorno. El hacer estas distinciones no conduce a ninguna parte. Caer en una de estas trampas intelectuales no hace ningún bien, sino sólo conduce a la aflicción.

El objetivo del Budadharma es liberarnos de la aflicción. Si podemos aprender a mirar el mundo desde la perspectiva clara de los dieciocho reinos, entonces veremos que es realmente innecesario sufrir las aflicciones, puesto que ellas derivan de las percepciones ilusorias en nuestras mentes.

El sutra añade que incluso los dieciocho reinos son ilusorios y sin verdadera existencia. Después de todo, sólo son convenciones utilizadas para descomponer la realidad en varias categorías. Sin embargo, el sutra continúa, los dieciocho reinos son en efecto idénticos a la pura, invariable y verdadera talidad de la naturaleza de Buda.

Esta aparente paradoja puede ser explicada para distinguir los diferentes puntos de vista. Para los seres sensibles comunes las funciones descritas por los dieciocho reinos pueden ser una fuente de aflicción. Pueden llevarnos por mal camino. Pero aquellos que sean iluminados, aquellos que hayan alcanzado la Budeidad, no tienen que liberarse de estos dieciocho reinos. Actúan dentro de los dieciocho reinos sin ser encadenados por las aflicciones. Dichos seres perfectos perciben que los dieciocho reinos no están ni separados , ni difieren de la naturaleza de Buda, o de la Verdadera Talidad. Perciben que el cuerpo del Dharma de todos los Budas siempre ha estado dentro de estos dieciocho reinos.

Tomamos el ejemplo de una madre y su hija. Si la hija alcanza la Budeidad, ¿cómo mirará este mundo? Mirará a su madre y le dirá: “Esto es sólo un dato del sentido ilusorio; esto no es una madre.” ¿Parecería esto adecuado? ¿Actuaría ella de esta manera?

Otro ejemplo: uno de nuestros miembros posee un restaurante. Si alcanza la Budeidad, ¿les dirá a sus clientes: “No eres nada más que un dato del sentido ilusorio. No eres importante para mí”? ¿Seríamos capaces de ir a su restaurante y servirnos a nosotros mismos todo aquello que queramos, sin pagar? ¡Imagina qué dirían su hijo e hija! Vendrían furiosos y llorarían, “Shih-fu, ¿qué ha hecho? Nuestra madre está conduciendo el negocio hacia la bancarrota.”

Pero vamos a volver a los dieciocho reinos. Cuando encuentras por vez primera algo o a alguien, ¿cuál es tu primer pensamiento? ¿Es uno de codicia? ¿De odio? ¿O de indiferencia o neutralidad? Si reaccionamos con codicia u odio, entonces, sí, ocasionaremos aflicción. Pero si reaccionamos con neutralidad o ecuanimidad, entonces no aparecerá la aflicción. Notamos simplemente que ha ocurrido algo. Estamos conscientes de ello. Es parte de nuestra experiencia, ni más ni menos.

Si malinterpretas lo que el Surangama Sutra está enseñando, entonces podrías llegar a la conclusión de que puedes simplemente volver a casa y olvidarte de tus parientes, tus hijos o tu cónyuge. Eso podría ser lo más desafortunado. El Shakyamuni buda podría llorar al ver que el Dharma cae en un estado tan terrible.

Vamos a volver y examinar algunas de las reacciones diferentes hacia el conejo. Hemos hablado del niño, del médico, y del glotón. ¿Cómo podemos describir sus estados mentales? ¿Están llenos de codicia u odio? ¿O de ambos? ¿O de ninguno de ellos?El glotón podría reaccionar al conejo mientras imagina que es cocinado y colocado en un plato. Podría incluso empezar a salivar.. La codicia también podría involucrarse en la reacción del médico. Podría pensar en disecar al conejo y descubrir algo nuevo. Podría considerar al conejo como algo que podría favorecer su carrera.

Otra persona podría tener un vecino que cría conejos cuyas heces son particularmente malolientes. El hedor podría volverle loco hasta el punto en que esté obsesionado con el resentimiento hacia el vecino. Siempre que ve un conejo recuerda esto, y explota pensando en el deterioro de su vecindario.

Una vez di un paseo con alguien que acababa de tener una terrible pelea con su esposa. Estaban a punto de divorciarse. Mientras caminaba, cualquier mujer que el hombre viera le hacía ponerse de un humor de perros porque todas las mujeres le recordaban a su esposa.

El escenario opuesto es posible, también. Un hombre que está enamorado mira a cualquier chica y piensa que es atractiva porque él está de buen humor y sólo tiene sensaciones agradables hacia su amada.

Lo que el Surangama Sutra muestra es que la mente no simplemente percibe, sino más bien añade sus propias emociones y percepciones. Si un órgano sensorial, digamos el ojo, sólo percibiera lo que está delante de él y no ocasionara nada excepto la visión, no habría aflicción. Es sólo cuando añadimos a esta percepción directa inicial, sensaciones de amor, odio, deseo, o codicia, entre otras – que las aflicciones surgen. El sutra nos aconseja generar sólo la respuesta natural y directa. Cuando ves algo, tu primera reacción debería ser ver exactamente lo que está delante de ti, en lugar de lo que introduce tu mente. Si puedes lograr esto – hacer que tu mente responda sólo a la percepción, entonces estarás en concordancia con la naturaleza de Buda porque esto es un estado de total pureza. Esto está en efecto comprendido dentro de los dieciocho reinos, así que puedes ver que comprendido adecuadamente, no hay nada dentro de los dieciocho reinos que debiera engendrar odio o codicia.

Desde el punto de vista de los dieciocho reinos, ¿qué es un conejo? Un conejo es sólo un conejo libre de gravámenes y de la idea de que es comestible, delicioso, o desagradable, o que es un amigo o un animal sucio. Es simplemente la percepción sin adornos, desnuda de un conejo. No existe un sentido de gusto o de disgusto.

En un estado como éste, ¿la actividad mental ocurre? Sí, hay actividad mental. La mente se mantiene activa, pero el dato del sentido no crea disturbios en la mente ni ocasiona aflicciones.

Por ejemplo, podrías ir a una tienda departamental y mirar por horas. Cuando vuelvas a casa, ¿qué recuerdas de lo que has visto? Una persona podría acordarse de haber visto un hermoso cachorro. Otro podría acordarse de un abrigo de piel. Otra persona podría recordar un hermoso traje o una corbata fuera de lo común. Pero con todo el tiempo que pasaste en la tienda, podrías no recordar muchas otras cosas, aparte de estas pocas que he mencionado. Por supuesto, antes de que fueras allí, tenías una idea de lo que querías ver y de lo que querías comprar. Ver todas estas cosas, te causó una impresión. Otras cosas en la tienda en las que tenías poco interés, podrían haber pasado delante de tus ojos, pero no quedaron registradas. Tenían verdadera existencia para ti. Como si no las hubieras visto nunca.

Entonces lo que recuerdas es un pequeño porcentaje de lo que has visto realmente.

A menudo miramos sin ver. ¿Por qué es eso? Es debido a que la conciencia del ojo no estaba funcionando en ese momento y en ese lugar. Podrías mirar algo, pero si la conciencia del ojo no registra el evento, no tendrás realidad y no tendrás memoria de ello.

Hay un dicho chino que en inglés reza “Lo bello está en los ojos de quién lo mira.” Pero en chino sugiere algo como, “La persona que amas es la belleza para ti.” ¿De dónde proviene este amor? ¿Es innato o adquirido? Un punto de vista común en la psicología es el que establece que la afinidad o tendencia por ciertos sentimientos hacia otros es desarrollado en la infancia. Pero de acuerdo al Budadharma, esto es sólo parcialmente correcto debido a que la acumulación de causas que trae como consecuencia esta afinidad, es desarrollado fundamentalmente en las vidas previas. En estas vidas previas podrías haber estado enamorado/a de un cierto individuo con quien podrías encontrarte otra vez en esta vida. Una vez que lo/la encuentres, podrías sentirte inmediatamente atraído por esta persona y encuentras difícil salir de él o ella. A esto se le llama la fruición del karma previo. Si no has tenido nunca dicha experiencia, podría ser que fueras monje o monja en la vida previa.

¿Por qué es que podrías mirar algo e inmediatamente estar lleno de fuerte deseo o aversión, mientras otro podría mirar la misma cosa sin ninguna reacción en absoluto? Hay, por supuesto, alguna influencia de lo que nos rodea y de la educación, pero los factores más importantes provienen de las semillas kármicas que fueron plantadas en las vidas previas y cuyas consecuencias llegan a buen término en esta vida.

He mencionado anteriormente que es el ojo del amante el que hace hermosa a la amada. Este principio puede aplicarse a cada uno de nosotros. Todos nosotros llevamos un par de gafas – las gafas kármicas – que hemos traído desde nuestras vidas pasadas. El tipo de gafas que tengamos depende de las semillas kármicas que plantamos anteriormente. Todas las reacciones psicológicas que ahora podríamos tener a las cosas, los eventos, las personas, y todas nuestras sensaciones y juicios – son coloreados por las semillas kármicas que llevamos con nosotros desde las vidas pasadas.

Por supuesto estas semillas son afectadas por lo que hacemos ahora. Si, por ejemplo, traemos un par de gafas de amante a esta vida y continuamos plantando el mismo tipo de semillas kármicas, sólo la exaltaremos, o por lo menos, continuaremos esta tendencia. Por otra parte, si tratamos de liberarnos a nosotros mismos de estas cargas kármicas y al mismo tiempo practicamos el Budadharma, seremos capaces de disminuir gradualmente la distorsión en nuestros anteojos kármicos y veremos la realidad tal como es.. Por el contrario, si continuamos generando el mismo karma que hemos tenido, los anteojos no perderán nunca su distorsión y podría, en efecto, volverse peor.

Voy a volver a algunas de las líneas en el texto ahora. Es cuando el ojo y su objeto, su forma, se reúnen que aparece la conciencia del ojo. Pero por el otro lado, es sólo debido a la conciencia del ojo que uno puede estar consciente del mismo ojo y, posteriormente, de lo que el ojo ve.

Previamente expliqué el significado del “reino” como un límite, o un punto de definición. Cada uno de los tres reinos – el ojo, el objeto o la consciencia – puede ser considerado como el límite, como el punto de definición. Podemos decir que sin la forma, algo para ver, el ojo y la consciencia del ojo carecerían de importancia. Entonces podemos sostener que la forma es el punto crucial de la relación. Pero si no hubiera ojo, no seríamos capaces de ver nada, ni aparecería ninguna conciencia. Por lo tanto, podemos sostener que el ojo es el punto de definición, el límite. De igual forma, la conciencia del ojo puede ser presentada como el punto crucial en la interacción de estos tres reinos.

Desde otra perspectiva podemos decir que ninguno de estos reinos tiene verdadera existencia. Por ejemplo, si el ojo está aislado del objeto, está claro que el ojo por sí mismo no puede elaborar lo que es visto. Si la forma o el color no están presentes, la forma o el color no pueden verse. El ojo por sí mismo no puede poseer forma o color – no hay color verde o amarillo o rojo o blanco para ver dentro de él. . Si el ojo está separado de su objeto, entonces no puede funcionar como un ojo que ve. Incluso si añades la conciencia del ojo al ojo en sí mismo, sin algo que pueda ser visto, no verá. Por lo tanto sólo dos de los tres factores son insuficientes para que ocurra la función de la visión. En otras palabras, el ojo no puede funcionar como un órgano de la visión, sin forma y conciencia. Lo mismo, ni la sola forma ni la consciencia pueden hacer que ocurra la visión sin la presencia de los demás reinos.
Vamos a concentrarnos en el objeto de la visión, la forma. Si utilizamos este objeto como el punto de partida para nuestro argumento, entonces podemos mostrarlo y los otros dos reinos, el ojo y la conciencia del ojo, no tienen verdadera existencia. El color no puede ser reconocido sin un ojo para verlo y la conciencia del ojo para interpretarlo. Puesto que los colores no están dentro del ojo o la conciencia del ojo, sabemos que el ojo, la conciencia del ojo, y los colores deben existir simultáneamente antes de que ocurra la visión. Por consiguiente decimos que los colores por sí mismos no tienen verdadera existencia, dado que no pueden existir independientemente.

Si la conciencia se mantiene invariable no importa en qué estado mental estamos, y aún así vemos lo mismo de manera diferente en diferentes situaciones lo que vemos no puede tener verdadera existencia. Si siempre vieramos las cosas como son, inalteradas por nuestro humor, entonces lo que veríamos sería siempre real. Pero esto no sucede hasta que alcanzamos la iluminación.

Planteamos ahora una pregunta: ¿Qué tanto, exactamente, influye nuestro estado mental en lo que vemos? ¿La consciencia del ojo cambia con nuestro estado mental? ¿O es la mente por sí misma, nuestra sexta conciencia (nuestros pensamientos, memoria, imaginación) que cambia? De hecho, para que haya una función cognoscitiva (es decir, notar o pensar en algo que vemos), la consciencia del ojo debe aparecer junto a la sexta consciencia. Si no, sólo hay consciencia aislada, y eso no es lo que aquí referimos. Por lo tanto, es nuestra consciencia mental, la sexta consciencia, la que cambia y afecta lo que vemos.

Y el espacio y tiempo, ¿qué? Estos, igualmente, son conceptos que sólo existen en nuestra mente. Existen en virtud de los dieciocho reinos. Estando apartados de ellos, el espacio y el tiempo no tienen una verdadera existencia independiente.

Aquí está otra pregunta. ¿Cómo funcionan los tres reinos para una persona ciega? ¿Cómo podría haber objetos sensoriales si no funciona el sentido? ¿No hay espacio y tiempo para alguien que es ciego?

Los demás sentidos pueden funcionar perfectamente bien en una persona ciega. Incluso alguien que es ciego de nacimiento posee un tipo de visión subconsciente que resulta del dato del sentido dibujado por otros órganos sensoriales. Cuando una persona ciega agarra o toca un objeto o escucha un sonido, se desarrolla un cierto sentido de forma en su mente. De este modo alguien que es ciego podría llegar a tener un sentido de lo que es redondo, rectangular, etc.

Hemos dicho que el ojo no tiene verdadera existencia por sí mismo. Hemos dicho que el objeto visto no tiene verdadera existencia por sí mismo. Finalmente, debemos concluir que incluso la consciencia del ojo no tiene verdadera existencia por sí misma. Si es cierto que tienen verdadera existencia, ¿dónde existen y cuál es su relación? ¿El ojo y su objeto residen en la consciencia del ojo? No podemos decir. Solamente podemos concluir que cuando estos tres reinos se reúnen, ocurre la visión. Pero individualmente ninguno de ellos tiene verdadera existencia. Son sólo ilusiones. Sabiendo esto, no deberíamos permitir que estas ilusiones ocasionen sentimientos como codicia, odio, deseo, resentimiento, o enfado, todos ellos no son más que aflicciones.

Entonces decimos que estos tres factores son ilusorios y están separados de la verdad. Sólo cuando vemos y experimentamos verdaderamente la naturaleza ilusoria de estos tres factores estaremos en contacto con la Verdadera Talidad de la naturaleza de Buda.