Egoísmo y altruismo
Conferencia pronunciada por el maestro Sheng Yen el 9 de mayo de 1993.

El egoísmo, como se traduce en chino, significa la preocupación por uno mismo. No es simplemente el egoísmo. En efecto, en el Budismo es necesaria una cierta cantidad de egoísmo, sólo a través de cuidarse a ellos mismos las personas serán capaces de cuidar de los demás.

Cuando hablamos de cuidar el ego, primero debemos preguntar, ¿qué es el ego? Si no sabes qué es el ego, ¿cómo puedes cuidarlo? Si no comprendes completamente la naturaleza del ego y cómo cuidarlo, involuntariamente podrías hacerte daño a ti mismo. Es de deducir que si no comprendes la manera correcta de cuidarte a ti mismo, podrías encontrar difícil ayudar a los demás, incluso si estás verdaderamente preocupado por ellos.

Muchas personas tienen buenas intenciones y tratan de ayudar a los demás sólo para ser aterrorizado por el resultado de sus esfuerzos. Esto es porque no comprenden los principios fundamentales y los métodos de ayudarse a sí mismos. Por consiguiente, no pueden comprender cómo cuidar de los demás.

Muchas personas están particularmente confusas sobre las ideas del ego cuando se encuentran por primera vez con el Budismo. Hay dos categorías de malentendimiento. La primera involucra pensar que no hay ego – que no debería haber egocentricidad en absoluto. Tales personas se niegan a reconocer la existencia del ego y los esfuerzos que hace incluso en el mundo fenoménico. Esto genera una actitud negativa hacia la vida. Una persona que comete este error no verá el valor en hacer nada y fracasará en cuidar de él mismo o de cualquier otro.

El otro malentendimiento se produce cuando alguien tiene la correcta idea de que no deberíamos ser egoístas y que en efecto deberíamos cuidar de los demás, pero no sabe realmente cómo hacerlo. Tal persona empieza entusiásticamente a tratar de impresionar a los que están a su alrededor con sus ideas de lo que es bueno o útil, pero termina por intentar forzar a los demás a aceptar sus opiniones y consejos, no importa si les gusta o no. Esto podría comenzar por su familia o amigos y luego eventualmente se extiende a todo el mundo con el que se relaciona. Finalmente, podría hacer más daño que bien.

Ninguno de estos puntos de vista y su comportamiento resultante exhibe un correcto entendimiento del Budadharma. Las personas que sostienen estas perspectivas no comprenden la naturaleza del ego, ni son capaces de cuidar de sí mismas, ni capaces de ayudar a los demás, y a menudo provocan sufrimiento. Podrían ser buenas personas con buenas intenciones, pero sus acciones son a menudo perjudiciales para los demás. Esto no es el camino del bodhisattva. Más bien, es el camino de un demonio.

Muchos líderes religiosos, políticos, revolucionarios, y personas con altos ideales quieren salvar el mundo, pero terminan por traer disputa, discordia, y sufrimientos del infierno. Les falta el verdadero entendimiento del ego. No consiguen comprender que hay diferencias así como similitudes entre las personas. Con esta realización podemos seguir al Buda en comprender que los seres sensibles diferentes tienen necesidades diferentes, temperamentos diferentes, niveles diferentes de realización, y por lo tanto cada ser sensible requiere un método apropiado para ser ayudado. A veces Avalokitesvara es representado con mil ojos y mil brazos. Los mil ojos ayudan al bodhisattva a comprender una variedad de seres sensibles, y los mil brazos le permiten ofrecer lo que es necesario en diferentes situaciones.

¿Qué es el ego? Hay siete etapas o conceptos del ego. El primer punto de vista es el del cuerpo, que es la substancia fundamental o entidad que simboliza y nos da un sentido del ego.

A continuación, hay un conocimiento del cuerpo, un sentido de existencia que llamamos la mente. El cuerpo junto con la mente es lo que llamamos comúnmente el ego.

El tercero, el ambiente en que existe el ego es llamado el mundo. El mundo en sí mismo existe dentro de una cierta dimensión física (espacio), y un contexto histórico y continuidad (tiempo).

El cuarto, tenemos la totalidad del espacio y tiempo, que junto con el mundo y el universo constituyen nosotros mismos.

Si restringimos nuestro concepto del ego sólo al cuerpo físico, sólo tenemos un punto de vista estrecho de pensamiento e identidad. Cuando extendemos el concepto para incluir la mente dentro del cuerpo, entonces se amplia la idea del ego, y si lo expandimos incluso más profundamente, podríamos incluir el universo, todo el espacio y tiempo. Pero incluso en este nivel de concepción, la idea del ego está todavía limitada al mundo material.

Con conceptos no más profundos que el mundo material, no seremos capaces de entrar en el quinto nivel, el reino de la idea religiosa o espiritual del ego. De acuerdo al Budismo, los seres sensibles no son restringidos a una sola vida. Más bien, todos los seres sensibles pasan por una serie de vidas anteriores a y posteriores a ésta.

¿Qué engendra estas vidas sucesivas? Es lo que llamamos la fuerza kármica, o las causas y consecuencias de nuestros pensamientos y acciones. Esto incluye todas las acciones de nuestros cuerpos, habla y pensamiento. Son estas acciones y sus consecuencias las que continúan a través de vidas diferentes como fuerza kármica. Esta es la concepción budista del ego, y puede darle a uno un sentido de un ego eterno. Si restringimos el ego a una sola vida, sería imposible un sentido de un ego eterno.

Para comprender las vidas sucesivas, debemos añadir un entendimiento de la esencia del Dharma. El Budadharma enseña que para cada uno de nosotros es importante liberarnos de nuestro karma como tambien ayudar a los demás, puesto que el ego y los demás no son realmente separados. Por consiguiente, la liberación del ego y de todos los demás es realmente la misma cosa.

Debemos hacer votos de dedicarnos a ese fin si podríamos realizar la verdadera liberación. Tales votos determinan el valor y significado de nuestras vidas. Por lo tanto, hablamos de un sexto nivel del ego, donde hacemos votos de liberarnos y liberar a los demás.

Pero este todavía no es el último nivel del Budadharma. La etapa final es la ausencia del ego o la “ausencia de la forma.” Cuando decimos que la última etapa del Budadharma es desinteresada, no nos referimos a que el ego individual se ha desaparecido completamente. Nos referimos a que la persona está libre de aflicciones, liberada de los apegos kármicos. Él o ella está liberado de la egocentricidad, pero continúan la función de sabiduría y los resultados de la compasión. Para tales personas, Budas y bodhisattvas, el ego no tiene existencia. Los seres sensibles comunes podrían considerar la liberación en y de sí misma como el “ego” vinculado a los Budas y bodhisattvas. Todavía podemos rezar a los Budas y lograr beneficio de ellos, pero desde sus perspectivas, no hay ego en absoluto.

Los seis niveles anteriores no pueden ser considerados como tener la última realidad o existencia, dado que al volverse liberado es necesario hacer votos para abrirse paso en estos niveles. Los Budas ya no necesitan hacer votos. No hay tal cosa como karma para ellos, y de este modo no es necesario hablar de la existencia del ego – estos términos no tienen ningún sentido. Pero nosotros los seres sensibles todavía podemos derivar gran beneficio de los Budas y bodhisattvas.

Volviendo otra vez a los primeros dos puntos de vista del ego, los del cuerpo y la mente, en el Sutra de la Iluminación Completa, leemos, “Cuando se combinan los cuatro elementos, aparece el cuerpo, y el condicionamiento de las sombras de los seis objetos de los sentidos constituye la aparición de la mente.” ¿Esto qué significa? Los cuatro elementos se refieren a la tierra, el agua, el fuego y el aire. Ellos son considerados como lo que constituye toda la sustancia. La primera parte de esta declaración, entonces, dice que el cuerpo es formado cuando la sustancia se junta de una cierta manera. Pero realmente no hay nada que constituya originalmente el cuerpo. Es sólo una combinación de los cuatro elementos materiales que llamamos el “cuerpo.”

El “condicionamiento” de la línea anterior se refiere al apego y discriminación con respecto a los objetos de los sentidos, sensación, vista, oído, gusto, olfato y pensamiento. Los objetos de los sentidos no son substanciales como los objetos materiales; son meramente las sombras de la sustancia. Entonces la mente aparece a través del apego a y la discriminación de las sombras de las cosas materiales. Esto también indica que en un principio no hay tal cosa como la mente. Es sólo las interacciones de los seis objetos de los sentidos, que por sí mismos son productos de las interacciones, que llamamos la “mente.”

El siguiente y tercer nivel del ego, lo que llamamos el mundo, es el ambiente inmediato a las actividades del cuerpo y la mente. No deberíamos considerarlo simplemente como el planeta Tierra. Más bien, deberíamos comprender que cada uno de nosotros tiene su propio mundo. Esto no sólo aplica a las personas que viven en diferentes partes de la Tierra, sino incluso a los miembros de la misma familia. Un adolescente con una habitación llena de carteles de estrellas del cine y de cantantes podría vivir al lado de su hermana cuyas paredes están cubiertas de pinturas de Jesús y María; su hermano abajo en la sala podría tener carteles de famosos atletas o quizás incluso la pintura de un maestro del Dharma. Hay un dicho chino: “Incluso una pareja que duerme en la misma cama tendrá sueños diferentes.”

Entonces bajo el mismo techo podría haber personas que parecen estar viviendo en el Paraíso Occidental mientras otros parecen estar viviendo en el infierno. Esto es lo que encuentro en mi templo en Taiwan. Parece que algunas personas están viviendo en la Tierra Pura, mientras parece que otros están sufriendo aflicciones del Infierno. Esto muestra la amplitud de la perspectiva y aceptación en el Budismo. Es enormemente envolvente porque reconoce que los seres sensibles son tan diferentes, con diferentes características y temperamentos.

Lo que llamamos el “universo,” el cuarto nivel, incorpora tanto el espacio y el tiempo. En cuanto al espacio sólo, todos nosotros estamos conectados. Los chinos suelen decir que cuando Mao Tse-tung tosió, el mundo se preocupó, porque tenía tanto poder. Pero, realmente es verdadero que cuando alguien tose en el planeta, cada uno en el mundo está afectado. Es sólo una cuestión de grado. Si tengo una tos, sólo podrías pensar que “Es mejor que tenga cuidado. Me podría contagiar de algo.” Todos nosotros vivimos en el mismo planeta y respiramos la misma atmósfera, de modo que hasta cierto punto lo que le pasa a uno de nosotros nos afecta a todos. Mira los problemas del medio ambiente que últimamente hemos tenido.

Al igual que el espacio, el tiempo nos conecta a todos nosotros. La vida no empezó cuando tu madre te dio a luz. Tus padres también tenían sus padres anteriores a ellos, etc., todos vuelven a la primera aparición de la vida en la Tierra. Y muchos de vosotros tendréis hijos y descendientes para las generaciones venideras. No tendré hijos venideros después de mí, pero tengo a mis discípulos. Y heredamos toda nuestra cultura y civilización de las generaciones previas y continuarán después de que pasemos a mejor vida. Que seamos famosos o no, no es importante, no se puede negar nuestra participación e impacto en el mundo.

Vemos que son inseparables nuestras vidas personales y la totalidad del universo. Si lo comprendes, entonces cuando piensas en ser egoísta deberías preguntarte a ti mismo: “¿Para qué ser egoísta?” y “¿Para quién ser egoísta?” El ego, el cuerpo y la mente, están vinculados inseparablemente al universo entero, espacio y tiempo. ¿Egoísta? El tiempo y espacio son demasiado amplios. Si quieres ser egoísta, incluye el mundo entero en tus pensamientos.

Si seguimos adelante hasta el quinto nivel, el ego espiritual, las enseñanzas budistas lo hacen claro que a través de todas nuestras vidas sucesivas hay un interrumpido hilo del ego, conocido como karma.

El karma dicta que si hacemos buenas cosas, entonces a cambio experimentaremos la alegría y paz. Las malas acciones nos traerán sufrimiento y aflicción. Con las buenas cosas, mostramos preocupación por y amabilidad hacia los demás. Incluso desde un punto de vista egoísta, tiene sentido hacer más buenas acciones que malas sólo por tu propio beneficio. Podrías creer que logras a costa de otro, pero la ley del karma asegurará que devuelvas lo que debes. Aprovechar o hacer daño a los demás es análogo a prestar dinero. No sólo tendrás que devolver la cantidad prestada, sino que también hay un alto interés para pagar. Entonces incluso por razones puramente egoístas, no quieres hacer daño a los demás. Sólo quieres hacer cosas virtuosas. En el Budismo, el elemento más importante del ego es el karma que ha acumulado. Con la lógica del karma, entonces, el único modo de ser egoísta es cuidar de los demás.

Este entendimiento del karma nos lleva al sexto nivel donde se amplia la preocupación más allá de la simple redención de nuestro propio karma. En este momento adoptas el espíritu del bodhisattva y haces votos de dedicar tu vida al beneficio y la salvación de todos los seres sensibles. Tu única preocupación es los demás. A través del poder de estos votos, resides entre los seres sensibles ofreciéndoles toda tu sabiduría y fuerza. Esto es verdaderamente “salvar el mundo” y “ayudar a los seres sensibles”; esto sólo es posible para alguien firmemente encallado y profundamente comprometido al Dharma.

La mayoría de las personas no están dispuestas a trabajar sólo por los demás sin pensar en el logro. Pero si comprendieras verdaderamente el karma, podrías actuar de esta manera. Entonces en lugar de ser perseguido por el karma, tus propios votos serían la motivación y fuerza dinámica de tu vida. Este es un camino mucho mejor y más seguro. Esta es la diferencia entre el poder del karma y el poder de los votos – el poder del karma deriva del nivel previo, las enseñanzas fundamentales del Buda y las tres vidas. El karma está centrado en sí mismo, los votos están centrados en los demás. Si puedes realizar verdaderamente los actos de compasión sin pensar en tu propio beneficio, logras una recompensa aún más grande que si hubieses estado pensando en ti mismo en primer lugar. Pero hacer votos y persistir en ellos no es tan fácil.

Muchas personas hacen grandes votos cuando empiezan a estudiar el Dharma. A veces veré a una de estas personas unos pocos años después y pregunto: “¿Estás trabajando en tus votos?” Oigo a menudo: “Quizás cumpliré estos votos la próxima vida. Ahora hay demasiado obstáculo kármico.” O yo podría oír: “El voto que hice era irrealista. No podría llevar una vida normal y mantener tal voto. Ahora me siento un hipócrita.”

Incluso si tus votos son irrealistas o no son tan sinceros, todavía es importante que los hagas. Es importante continuar y persistir en hacer votos incluso si fracasas en ellos un noventa por ciento del tiempo. Eso es todavía mejor que no hacer votos en absoluto. Cuando los haces, puedes decir al Buda: “Estos votos que estoy haciendo son falsos, pero de todas maneras estoy diciendo estas palabras.” Es mejor hacer votos falsos que cometer crímenes. Sin hacer votos aumentan las posibilidades de hacer el mal. De la misma manera, el simple acto de hacer votos aumenta las posibilidades de que serás virtuoso. Sin los votos, nuestras vidas son como las hojas sin rumbo flotando en un río. Una persona sin votos flota en un océano del samsara, de nacimiento y muerte. Pero una vez que hacemos votos, tenemos dirección. Al principio, podría no haber una navegación tranquila, pero por lo menos sabemos a dónde estamos yendo.

Cuando un bebé comienza a andar, podría empezar lentamente, pero poco a poco se vuelve más fuerte hasta el momento en que salta y corre. Nadie nace siendo un corredor de maratón. De igual manera, los primeros votos son difíciles de mantener. Esto podría parecer evidente, pero es importante para recordarlo. No deberías preocuparte de que el quebrantar los votos y preceptos pueda aumentar tu karma malo. Es todavía importante hacer votos. Si después quebrantas el voto, reconoce que lo que hiciste era incorrecto, arrepiéntete y estate seguro de que no lo volverás a hacer. Luego haz el voto nuevamente.

Hemos estado hablando de hacer votos, pero, ¿qué tipo de votos deberíamos hacer? Espero que todo el mundo haga votos de ayudar a los demás, incluyendo los votos de venir al Centro Chan para realizar trabajo voluntario. Incluso si tus votos no son genuinos, eso está bien. Esencialmente, deberíamos hacer votos de abandonar nuestra egocentricidad y de asumir la responsabilidad por el bienestar de los demás seres sensibles. Sólo cuando puedes dejar verdaderamente la egocentricidad a través del poder de tus votos alcanzarás la liberación, la séptima etapa del ego. Muchas personas no quieren dejar ir su egocentricidad, y sin embargo, desean alcanzar la liberación. Eso es imposible. De esta manera, espero que todos nosotros hagamos votos.

Hace diez años había una chica que hizo un voto muy grande después de participar en unos pocos retiros. Ella hizo el voto de que vida tras vida me seguiría para liberar a los seres sensibles. Ese es un voto maravilloso. Yo estaba bastante alegre y pensaba: “Aquí hay alguien que me triunfará.”

Unos pocos años después ella se casó y nunca vino otra vez al templo. Un día la vi. Cuando ella me vio trataba de huirse, pero la arrinconé y dije: “¿Qué pasó con tus votos de ayudarme a liberar a todos los seres sensibles?” Ella dijo: “Bueno, ya he liberado a uno. ¿No es un ser sensible mi esposo? Trataba de liberarlo, y es por eso que me casé.” Dije: “¿Qué estás haciendo ahora? No vienes nunca al templo.” Ella contestó: “Todavía no he terminado de ayudar a mi esposo. Cuando esté preparado y quiera, lo llevaré al templo.”

Ya han pasado muchos años desde la última vez que la vi, y no tengo idea de cuán bien ella está haciendo para liberar a todos los seres sensibles. Pero si la veo nuevamente, le diré que no se rinda nunca y siga haciendo votos. El hecho de que estás casada en esta vida carece de importancia. Debes continuar haciendo votos vida tras vida para ayudar a todos los seres sensibles. Estés casado o no, seas masculino o femenino – no es importante. Lo importante es hacer votos.