Práctica Diaria y Práctica Intensiva
Conferencia impartida por el maestro Sheng Yen el día domingo, 4 de noviembre de 1984.

Hoy voy a hablar de dos tipos diferentes de práctica: la práctica en la vida diaria y la práctica durante un período de tiempo específico y en un lugar específico – como en un retiro, por ejemplo.

Muchas personas me han hablado sobre el problema de mantener su práctica. Un practicante dijo, “He estado escuchando el Dharma por muchos años, y he estado practicando muy diligentemente. Pero a mí me parece que cuando surgen las aflicciones, no soy capaz de deshacerme de ellas. Por consiguiente, me parece que mi práctica ha sido inútil.”

Otro dijo, “Todos los días tengo que dirigir a doscientas personas. Tengo que darles las asignaciones de trabajo. Si no les doy sus asignaciones, no sabrán qué hacer. Cuando tienen problemas, los traen a mí para que yo los resuelva. Sus problemas se convierten en mis problemas. Los problemas que me traen doscientas personas son demasiados, y no me gusta en absoluto mi trabajo.”

Una tercera persona me dijo, “Tengo sesenta años de edad. Durante mi vida he ayudado a muchas personas, y ahora pienso que para mí es hora de practicar seriamente. Pero no puedo dejar ir a todas las personas que necesitan mi ayuda. Por ejemplo, hace poco tuve un sueño donde yo estaba con un grupo grande de personas y oí una voz que dijo, “No puedes olvidarte de otras personas y trabajar solamente sobre tus propios problemas; todavía debes cuidar a otras personas.” Eso me molesta porque si voy a practicar, no puedo cuidar a todas las demás personas al mismo tiempo. Debo practicar solo. Pero para mí es difícil dejar ir a todas las demás personas. Incluso en mi sueño yo no quería ni era capaz de olvidarme de ellos.”

He dado estos tres ejemplos porque creo que son relevantes para muchas personas. ¿Cuántos de vosotros tenéis problemas parecidos? Dudo que la mayoría de vosotros seáis capaces de hacer que desaparezcan las aflicciones en el momento que surgen. Idealmente, no deberías permitir que los problemas de los demás te provoquen aflicciones. No deberías pensar que sus problemas te causan problemas. Pero muy pocas personas pueden hacerlo.

Este ideal puede ser mejor comprendido a través de la analogía de un vaso contenedor que está lleno de agua colorada. No importa de qué color podría ser el agua – si es sucio o claro – el vaso siempre permanece claro y sin ser afectado. Si te encontraras a los tipos de problemas mencionados en los ejemplos arriba, ¿realmente podrías decir, “Soy justo como el vaso; el agua colorada no me afecta”? Incluso si sólo a veces podrías hacerlo, todavía sería muy bueno. La mayoría de las personas no son como el vaso. La mayoría de las personas son como una pieza de ropa que absorbe la tinta que un pintor usa en ella. La mayoría de las personas, cuando se enfrentan a un problema que no tiene nada que ver con ellos, suponen que eso es su problema.

Al hombre de sesenta años le gustaría practicar, pero no tiene suficiente determinación o no puede abandonar sus antiguas costumbres y las circunstancias a las que está acostumbrado. Muchas personas son así. Algunas personas piensan que todavía no han cumplido con sus responsabilidades en cuanto a su familia, a su trabajo y a sus actividades. Cuando no puedes dejar las responsabilidades, costumbres e intereses, realmente no puedes practicar.

En realidad, todos vosotros tenéis los problemas que he descrito. Si alguien que estaba desequilibrado mentalmente estaba a punto de escupirte o darte un puntapié, ¿cómo responderías? Podrías decir, “Realmente esto no me ha ocurrido a mí, porque este tipo está loco y no puede ser responsable por sus acciones.” Pero si realmente esto te pasara a ti, ¿piensas que te sería tan indiferente? En efecto, realmente vi ocurrir algo como esto: alguien que está loco se dirigió a un hombre en la calle y lo golpeó. Este hombre fue a la estación de policía y se quejó. La policía dijo, “Pero ese tipo está loco.” El hombre era persistente y dijo, “Entonces deberías haberlo encerrado.” Pero la policía contestó, “Él fue metido en un asilo, y luego fue liberado.” El hombre exclamó, “Puesto que claramente él todavía está loco, debería volver al asilo.” La policía añadió, “No deberías estar tan enfadado – él está insano.” Pero el hombre concluyó, “Esté enfadado o no, no debería estar afuera corriendo alrededor de la calle.” Si esto te hubiera pasado a ti, ¿qué habrías hecho? Si tuvieras la actitud adecuada, habrías pensado que el problema pertenece al hombre insano; te habría sido indiferente y te habrías liberado de las aflicciones que molestaron al hombre en mi relato.

¿Por qué te he preguntado estas preguntas? Es para señalar que la práctica en la vida diaria generalmente no es suficiente. Es muy difícil llegar a un estado de pureza y paz sólo con la práctica diaria. Es debido a que en nuestras vidas cotidianas vivimos en medio de la confusión y la agitación constante. Es difícil alcanzar el tipo de tranquilidad que le permite a la mente que no se preocupe por los asuntos externos. Eso es por qué son esenciales los períodos de la práctica sostenida una o dos veces al año. Podría ser necesario dedicar a veces un largo período de tiempo a la práctica intensiva durante tu vida.

Si no prácticas diariamente, no podrías ser capaz de mantener un entusiasmo por la práctica. Y sin períodos de práctica extendida, es imposible experimentar incluso un período breve de la verdadera paz. La práctica diaria es útil por dos razones: mantiene tu interés y entusiasmo por la práctica, y te recuerda que tú eres un practicante. Al ser tan atento, deberías sentir cuán inapropiado que es ser molestado por los altibajos de la vida. Pero el significado más profundo de la paz sólo puede ser conocido a través de la práctica intensiva por un período extendido.

Debido a la importancia relativa de la práctica diaria e intensiva – yo encontré necesario dar tres respuestas diferentes a los que se quejaron acerca de sus dificultades. Para la primera persona, que estaba desanimada por la persistencia de sus aflicciones, dije que estaba muy bien que él reconociera que fue incapaz de trascender sus aflicciones, porque esto indicaba que ya estaba practicando. Si no hubiera estado practicando, no habría sido capaz de reconocer esto. Entonces le dije que tenía raíces kármicas muy virtuosas. Le dije, “Eres como alguien que tiene los ojos para ver, un cerebro para pensar, pero las manos, los brazos y las piernas que no te obedecen. Miras hacia adelante, ves que si sigues caminando en la misma dirección pisarás un montón de mierda. Decides cambiar de dirección, pero tus piernas no te obedecen, y terminarás pisando ahí.”

¿Esta analogía aplica a cuántos de nosotros aquí? A todo el mundo, pienso. Pero por lo menos tener una idea de lo que está a punto de ocurrir es mejor que la ceguera o la idiotez. El idiota incluso no sabe qué es la mierda, el hombre ciego no puede verla justo delante de él. Eso ayuda a alguien que ha intentado practicar y que tiene algún entendimiento del Dharma a saber cómo avanzar. Alguien sin entendimiento del Dharma no puede reconocer la mierda o la aflicción porque sus ojos están cerrados o simplemente porque no le importa.

Cuando relaté esto al que estaba desanimado por la aflicción, se tranquilizó. Me dijo que estaba feliz por que le dije que tenía raíces kármicas buenas aunque experimentó tantos problemas. Dije que él nunca habría sido capaz de reconocer sus aflicciones sin raíces kármicas buenas. Dijo, “Entonces, la práctica es realmente muy difícil; ¿cuándo seré capaz de reconocer las aflicciones sin ser influenciado por ellas?” Le dije que a pesar de que tal logro es posible, de ninguna manera puedo predecir cuándo podría alcanzar ese estado. Dije, “Debes seguir practicando, así gradualmente las aflicciones dejarán de molestarte. Con la práctica va a llegar un momento en que no seremos en absoluto influenciados por las aflicciones.”

Los practicantes tratan con las aflicciones en tres etapas:

1. Reconocer e identificar la aflicción. Esto es la etapa del principiante.
2. Tratar con la aflicción. Cuando surge un problema, deberías estar muy claro sobre la naturaleza del problema, y cómo ha surgido. No deberías sentir resentimiento hacia la aflicción – debería simplemente ser aceptada. Deberías resentirte por el error que provocó la aflicción, y esperar que no surja otra vez.
3. Las aflicciones pueden surgir sólo una vez; después desaparecen, nunca vuelven otra vez. Otra aflicción podría surgir, pero asimismo desaparecerá para siempre. Se terminan los problemas parte por parte. Muchas personas, a la hora en que empiezan a practicar, esperan que sus aflicciones se terminen inmediatamente para siempre. ¿Esto es realmente posible – superar completamente la aflicción cuando empiezas a practicar? Lo es, pero sólo para los practicantes cuyas raíces kármicas son profundas e inmensamente virtuosas. Sólo los Bodhisattvas que son nacidos de nuevo pueden comenzar a practicar a tal alto nivel.

Si eres un practicante principiante, cuando surgen las aflicciones intensas que no pueden ser vencidas, no deberías sentirte desilusionado o decepcionado. Es justo como trabajar en un jardín pequeño detrás de este edificio: una vez que lo escardamos, las malas hierbas volverán a aparecer pronto. De este modo debemos escardar una y otra vez. Si decidimos no escardar en absoluto porque las malas hierbas crecerán otra vez, entonces todo el jardín estará lleno de maleza, y el patio trasero nunca estará limpio. Sin embargo, si nunca dejamos de dedicar nuestros esfuerzos, entonces por lo menos habrá momentos en que el jardín estará limpio y ordenado. A cualquiera que piense que es inútil esforzarse por reducir todas las aflicciones porque no pueden ser vencidas de una sola vez y continuamente volverán a aparecer, yo le diría esto: a partir de ahora no necesitas lavarte después de ir a los servicios, y no necesitas lavar los platos después de comer. Al fin y al cabo, vas a los servicios hoy, mañana, y pasado mañana. Si piensas que no vale el esfuerzo lavarte hoy porque tendrás que hacerlo mañana, ¿por qué lo haces? Si tus platos estarán sucios mañana aunque hoy son limpiados, ¿por qué te molesta limpiarlos? Esto podría funcionar para los animales, pero los humanos son diferentes. Si reconoces las aflicciones, deberías hacer un esfuerzo para vencerlas cada vez que aparecen.

Al hombre que dirige a doscientas personas le dije, “¿No te das cuenta de que deberías practicar el Chan en la vida cotidiana? Dices que debes asignar trabajos a los demás y luego tratar con sus problemas, pero esto es una oportunidad espléndida para practicar el Chan.” Él contestó, “Entiendo lo que dice, pero creo que no estoy practicando en absoluto en mi vida cotidiana. Sólo comprendo que estoy enfadado o en una situación mala.” Entonces dije, “Si meditas por lo menos dos horas al día, en los domingos meditas durante todo el día, y todos los años participas en retiros de dos semanas de duración – entonces ciertamente serás capaz de tratar con cualquier problema en tu vida como simplemente una ocasión para practicar el Chan.”

Si lo que haces en la vida lo haces por el beneficio de los demás, entonces todo en la vida es la práctica del Chan. Un ejemplo: Ayer organizamos un retiro de un día de duración en el Centro. Después de la primera comida del día, un participante se ofreció como voluntario para lavar los platos. Al final del día, había fregado los platos en dos comidas. Le pregunté si estaba especialmente interesado en lavar los platos. Contestó, “No, en absoluto.” Entonces le pregunté si lo había hecho para acumular méritos. Me dijo, “No, nunca pensé nada de eso. Lo hice sólo porque nadie más quería limpiar los platos.” Su actitud parece razonable y justificada, pero realmente es incorrecta. Es buena porque por lo menos se ofreció como voluntario para lavar los platos. Pero su actitud no es correcta porque no llevó a cabo la actividad como un servicio a los demás en el retiro. Para el Chan es esencial servir a los demás. Deberíamos apreciar cualquier oportunidad para practicar, incluso en una situación difícil. Con esta actitud consideraremos al que ofrece la oportunidad como un Bodhisattva, alguien que nos ayuda en nuestra práctica.

Si alguien te insulta o te hace pasar por un mal momento sin ninguna razón, ¿no deberías sentirte agradecido por el hecho de que te ha dado una oportunidad para practicar? La respuesta es sí, pero sólo para los grandes practicantes, no para nosotros. He preguntado a las personas si les gustaría tener tal oportunidad para practicar. La mayoría de ellos dicen, “No, no pienso que quiera abordarla ahora. Primero déjeme practicar y desarrollarme, y luego daría la bienvenida a una oportunidad así.” Una vez, al final de un retiro, había muchas tareas de limpieza por hacer en el Centro, pero todo el mundo tenía prisa para volver a casa. De esta manera agarré a uno de los participantes y dije, “Ahora para ti hay una oportunidad de ser un gran practicante.” Estaba interesado. Dijo, “Está bien, me gustaría ser un gran practicante.” De este modo, le dije sobre las toallas que necesitaban ser llevadas a la lavandería, y todos los artículos misceláneos que necesitaban ser limpiados. Entonces su entusiasmo empezó a menguar, “Bueno, pienso que esperaré hasta la próxima vez para ser un gran practicante. Creo que volveré a casa ahora.” Aunque el propósito de un retiro Chan es para entrenar a las personas para convertirse en grandes practicantes, al final de este retiro, ¡yo fui el único que quedaba para ser un gran practicante, todo el mundo volvió a casa!

Al último practicante le dije, “Ya tienes sesenta años de edad y comprendes la importancia de la práctica. Te aconsejo que dejes todo lo demás a un lado y dediques todos tus esfuerzos a la práctica. Sin una práctica suficiente y profunda, la ayuda que das a los demás será limitada, no importa cuánto esfuerzo dedicas. La ayuda que prestas no será completa. Pero si practicas, no habrá límite para la ayuda que puedes prestar a los demás. Esto es por lo que te digo que hagas de practicar tu primera prioridad.”

No es fácil convertirse en un gran practicante. Empiezas como una persona común – con todos los problemas, dificultades, y dudas que tienen las personas ordinarias. A partir de allí, debes seguir esforzándote con tu esfuerzo, siempre intentando cada vez más diligente hasta que alcances tu objetivo. Sólo por medio de hacerlo puedes convertirte en un gran practicante.