El Chan Chino y su importancia en la Norteamérica contemporánea (I)
Una conferencia dada por el Venerable Maestro Sheng Yen en la Universidad de Toronto el 7 de mayo de 1998.

El tema que nos ocupa hace referencia a la importancia del Chan chino para las personas que viven en Norteamérica. Dividiremos la conferencia en cuatro partes:

¿Cómo es la vida en Norteamérica?
¿Qué es el Chan?
¿Qué es el Chan chino?
¿Necesitan los norteamericanos el Chan chino?

¿Cómo es la vida en Norteamérica?

¿Cómo es la vida en Norteamérica? Yo no soy una persona nativa de Norteamérica, pero después de permanecer aquí durante varios años, he llegado a hacer ciertas observaciones. La gente siempre suele hablar de la tensión y del vertiginoso ritmo de vida que se da en Norteamérica, y otras veces culpan de ello al alto nivel de desarrollo industrial, comercial, científico y tecnológico. Estos asuntos han influenciado nuestras vidas de tal manera que se torna muy difícil el no estar tenso. También Norteamérica es única en el hecho de ser un crisol y amalgama de culturas, costumbres y nacionalidades.

La gente moderna está siendo bombardeada continuamente por el conocimiento conceptual e intelectual. Todas las últimas ideas y avances tecnológicos parecen darse en Norteamérica. La incesante avalancha de cosas nuevas, crea confusión en nuestras mentes. Es difícil saber qué elegir, qué seguir. La vida norteamericana es rica materialmente, pero espiritualmente decadente. La población tiene un sentimiento de inseguridad y alienación muy elevado. Los chinos tienen un dicho sobre las parejas casadas: “Aunque duerman en la misma cama, tienen diferentes sueños”. Aún en las familias estrechamente unidas, mucha gente se siente insegura. ¿Cuánta más sería la alienación que podemos sentir entre todas las culturas que conforman la nación norteamericana?

Siento mucho si sólo he enfatizado el lado negativo del modo de vida norteamericano. Hay una vertiente positiva. Si no la hubiese, entonces ¿por qué gentes de casi cualquier lugar sobre el planeta Tierra, vienen aquí para encontrar la felicidad y hacer realidad sus sueños? Para millones de personas en el mundo, Norteamérica es un lugar ideal, un cielo, un lugar con oportunidades infinitas. ¿Es Norteamérica ese cielo que muchos piensan que es? En el sentido material, puede ser así, al compararlo con otros países. Pero ¿cómo se siente la gente que ya vive aquí? Yo veo que muchos de ustedes no están tan seguros de que este lugar sea el cielo.

De hecho, muchas personas piensan que la vida en Norteamérica es una especie de castigo cruel de Dios. Aunque tengan muchas diversiones y lujos, la gente siente que Dios los ha elevado sólo a medio camino hacia el cielo, y que están estancados en el aire, en un lugar donde son vapuleados de esta manera y por un constante viento de inseguridad. Ellos se sienten como espíritus sin hogar, vagando sin propósito alguno y sin raíces. Ya que están tan ocupados, muchos ni siquiera se dan cuenta del lamentable estado en el que están, y viven como en un vacío espiritual. Trabajan y se divierten a un ritmo frenético día y noche, pero no tienen un propósito real. No son dueños de sus propias vidas.

Si es o no un retrato certero del modo de vida norteamericano, depende de nuestro punto de vista. Si la manera en la que he reflejado la vida aquí, tiene un elemento de veracidad, entonces podemos decir que el Chan es necesario en Norteamérica. Sólo cuando nos damos cuenta de que tenemos problemas, es cuando necesitamos el Chan. Si no tenemos problemas, el Chan no es aplicable. Y si no hubiese ningún problema digno de resolver, no tendría sentido el considerar la importancia del Chan en Norteamérica.

¿Qué es el Chan?

¿Qué es el Chan? Lo expondré en tres sub-secciones:
El Chan es un método de práctica espiritual.
El Chan es una clase inexplicable de sabiduría.
El Chan es todos los fenómenos. No hay nada que no lo sea, y que no hay lugar donde no esté presente.

1. Los métodos de meditación existen tanto en el Buddhismo como en el Hinduismo, así como en otras tradiciones religiosas. Aunque tanto maestros hindúes como Chan enseñan métodos de meditación, las dos tradiciones enfatizan cosas diferentes. El buddhismo Chan deriva del buddhismo Dhyana, que comenzó en la India, mucho antes de que el buddhismo llegara a China. Las técnicas avanzadas de meditación del Dhyana se estudiaban y practicaban ávidamente en China.

Chan o Dhyana se aplica y es una parte importante del entrenamiento espiritual de muchas y diferentes religiones hindúes: el hinduismo, la religión de la India antes del surgimiento del Buddhismo, y del propio Buddhismo. Una parte importante del yoga es la disciplina mental, y hay varios métodos concretos que se emplean en el Chan y que ayudan a concentrar la mente. Tales métodos incluyen contar las respiraciones, el concentrarnos en la respiración, meditar en determinadas partes del cuerpo, centrar la mente en determinados sonidos, etc.

El propósito de estos métodos es llevar a la mente desde una condición dispersa, llena de molestias y limitaciones, hasta un estado mental centrado, e incluso más allá en donde lo externo y lo interno se vuelven uno.

Las molestias las causan los pensamientos dispersos, que surgen de nuestra incapacidad para concentrar y enfocar la mente. Las tradiciones hindúes han enseñado maneras para liberar a la gente de esta condición de insatisfacción, a través de la práctica de meditación. Las enseñanzas más elevadas del Chan no dependen de y de hecho van más allá de las técnicas hindúes del Yoga y de la concentración mental. Sin embargo, para el practicante Chan que empieza, estos métodos básicos y concretos de disciplina mental son necesarios con frecuencia.

Encontramos instrucciones de tales métodos en las enseñanzas de los patriarcas. El Cuarto patriarca Tao-hsin (580-651 A.D.) explicó un método en su obra “Los Métodos Prácticos Fundamentales para Purificar la Mente”. Tao-hsin recomienda que empecemos a practicar Chan, examinando la Mente. Él dice que deberíamos sentarnos en un lugar tranquilo, enderezando nuestro cuerpo, liberando nuestra ropa de forma que no nos moleste, permitiendo que se relajen nuestros pensamientos, mente y cuerpo, masajeándonos varias veces, y permitiendo que nuestro cuerpo y mente alcancen un estado de armonía.

A continuación, describe el nivel de conciencia que podemos alcanzar empleando este método. En primer lugar, la experiencia tanto del ambiente externo como interno, se tornan vacíos y puros. Nos movemos a través de profundos niveles de concentración hasta un punto en el que incluso se ausentará de nuestra mente, el propio pensamiento de concentrarnos. Al final, trascendemos todos los reinos mentales de la experiencia, para alcanzar una total unificación del ambiente externo e interno, donde se disuelve toda distinción. A este nivel o estado se le denomina Nirvana.

Un segundo ejemplo proviene del Quinto Patriarca Hung-jen (602-675). En un ensayo llamado “Tratado sobre la Práctica Espiritual de Cultivar la Mente”, sus palabras son parecidas a las de Tao-hsin. Él dice que si estamos empezando a practicar Chan, deberíamos practicar conforme a lo que se escribió en el Sutra sobre la Meditación en el Buddha Amitabha. Es un sutra sobre la Tierra Pura que versa sobre la vida infinita. Las enseñanzas hablan de sentarnos con la espalda recta, cerrar nuestra boca y focalizar nuestros ojos frente a nosotros. Podemos imaginar al sol bañándonos con sus rayos. Debemos aprender a dirigirnos con firmeza hacia la Mente Verdadera. Ésta es la Mente inamovible. No permitamos que nuestros pensamientos moren o se estanquen en cualquier cosa.

Hung-jen también habla de la armoniosa regulación de la respiración. No dejemos que nuestra respiración sea irregular –unas veces grosera, otras veces fina y lenta-, ya que esto puede dar lugar a la aparición de enfermedades. Otros métodos básicos de meditación, provienen de un monje de la dinastía Sung (siglo once), llamado Chang-lu Tsung-tsi, así como del propio Dogen (1200-1252), el gran maestro japonés y fundador de la escuela japonesa Soto Zen.

Las técnicas Dhyana –los métodos hindúes de meditación que conducen al samadhi-, ciertamente se usaron y aceptaron en China. Pero principalmente fueron empleados por los principiantes. Si una persona es experta y tiene un largo historial de práctica meditativa, él puede dispensar tales técnicas. El mismo Chan no se limita a la concentración. El Chan es un objetivo que puede alcanzarse a través de métodos especiales que no tienen nada que ver con la meditación. Esto nos lleva a la segunda definición de Chan.

2. El Chan es una sabiduría inexplicable. El Chan no puede expresarse o describirse con palabras, ni puede ser imaginado o comprendido por la mente conceptual. Cualquier cosa que pueda expresarse con palabras, sin importar cuán maravillosa sea, no es Chan. Las limitaciones del lenguaje se ilustran en una anécdota que involucra al Maestro Pai-Chang Huai-hai (720-814). Un día, él fue a la plataforma desde la cual solía impartir sus discursos a los monjes del templo, y él les preguntó e invitó a decirle algo sin emplear sus bocas. Un monje aventajado llamado Kuei-shan respondió: “En vez de tenernos hablando la verdad, ¿por qué no nos la dices tú?”.

Un segundo ejemplo proviene del Sutra Plataforma, que recoge la biografía del Sexto Patriarca, Hui-neng. El Quinto Patriarca había entregado el manto y el cuenco a Hui-neng. Esto significaba que Hui-neng iba a convertirse en el siguiente patriarca. Otros monjes compitieron por el manto y el cuenco, porque lo veían como un símbolo de poder y prestigio, más que como un refrendo espiritual otorgado por el Maestro. Hui-neng huyó a las montañas por miedo a aquellos que querían tomar su manto y cuenco. Uno de sus hermanos en el Dharma, perteneciente al templo, que era un antiguo oficial del ejército de considerable poder y voluntad, lo alcanzó. Hui-neng colocó el manto y el cuenco en el suelo y dijo: “Tómalos. Yo no quiero luchar”. El hermano en el Dharma contestó: “Yo no he venido por el manto y el cuenco. He venido por el Dharma”. En ese instante, Hui-neng impartió su primera enseñanza como Sexto Patriarca. Él dijo: “No pensar en bueno y no pensar en malo, ¿qué es eso que permanece frente a mí?”.

Un tercer ejemplo proviene de Pai-Chang. Él dijo que la verdadera sabiduría de Buddha sólo se alcanza cuando nos vemos liberados de todas las restricciones: todos los conceptos de puro e impuro, de bueno o de malo, de cualquier técnica meditativa o método mundano, de cualquier idea de bendiciones espirituales o mérito. Si trascendemos esto, alcanzaremos la sabiduría del Buddha.

3. El Chan es todos los fenómenos. No hay nada que no lo sea, y no hay lugar donde no pueda encontrarse. Yo dije que el Chan trasciende todos los conceptos, que no puede comprenderse o ser definido por la mente conceptual. Sin embargo, el Chan no excluye nada, por lo que pueda haber formas de sugerir el Chan empleando las palabras.

El primer ejemplo proviene de Chao-chou (778-897). Un día, un monje que estudiaba en el templo, acudió a Chao-chou y dijo: “Estoy confundido. Me gustaría que el Maestro me diera alguna orientación”. El Maestro Chao-chou contestó: “¿Ya has comido tus gachas?”, “Sí”, contestó el monje. Bien, entonces ve y lava tu cuenco”. Tras esta declaración, el monje tuvo una experiencia iluminada. Si, después de beber leche, te digo que laves tu vaso, ¿piensas que podrías experimentar la iluminación? Debemos recordar el trasfondo de estas historias. Este monje tenía a sus espaldas un amplio periodo de práctica intensa. Ya que su mente estaba centrada y fresca, las palabras de Chao-chou fueron suficientes para desencadenar tal experiencia. Así, cualquier cosa que digamos o hagamos, puede considerarse Chan. Nada que hacemos esté fuera del Chan.

Hay otra famosa historia de Chao-chou. Un monje preguntó: “¿Qué es el Chan?” y Chao-chou respondió: “Cuando tengas hambre, come; cuando estés cansado, duerme y descansa; cuando tengas ganas de defecar, hazlo”. El monje contestó: “Todo el mundo hace eso. ¿Significa eso que todo el mundo está en un estado de Chan?”. Chao-chou preguntó: “¿Cuando estás comiendo, lo haces con una mente centrada?, ¿Cuando duermes, no estamos en otro lugar, fuera del sueño?”.

Otro monje dijo a Chao-chou: “Todas las cantidades de dharmas existentes retornan al uno. ¿Hacia dónde retorna el uno? El que todas las cantidades de dharmas retornen al uno, significa concentrar la mente dispersa, hasta que lo interior sea uno con lo exterior. Es similar al concepto religioso de que cualquiera cosa retorne a Dios, o la pregunta de cómo la multiplicidad y la unidad se relacionan.

Chao-chou contestó: “Cuando estaba en un pueblo, yo tenía un manto hecho para mí y que pesaba siete libras”. A Chao-chou se le hizo una pregunta abstracta, y contestó con una respuesta prosaica, una que aparentemente no tenía relación alguna con la pregunta. En realidad, su respuesta fue sencilla y directa. Él tan solo había regresado del pueblo con un manto nuevo, y estaba contento. Sin importar lo que le habían preguntado o quién le preguntó, él hubiera contestado “Sólo tenía este bello manto para mí”.

No tenemos que emplear conceptos filosóficos para penetrar la verdad. La pregunta –“Si todas las cosas retornan al uno, ¿a dónde retorna el uno?-, en realidad no es un asunto importante. En realidad, aún el más brillante filósofo tiene que comer, dormir y defecar, como hace el más sencillo de los trabajadores inexpertos. ¿Por qué las verdades últimas han de estar limitadas sólo a las mentes más agudas o a los que despuntan? No es que el Chan se oponga al cuestionamiento o debate filosófico, sólo es que no tenemos que emplear pensamientos profundos y sofisticados para ir en busca y alcanzar la verdad última. Ésta está ante nosotros y en todo lo que nos rodea, en cada momento de nuestras vidas.

Otro monje preguntó a Chao-chou: ¿Cuál es el significado de Bodhidharma viniendo de Occidente? En el patio fuera del templo, había semillas que caían de un ciprés. Chao-chou señaló el árbol y dijo: “Las semillas del árbol en el jardín”. El monje preguntó sobre las enseñanzas fundamentales del Chan, y se le respondió con una respuesta sencilla, y que aparentemente no tenía relación alguna, ya que tenía que ver con un árbol que estaba frente a él. El monje no quedando satisfecho con la respuesta, comentó: “¡No conteste mis preguntas serias, hablándome del paisaje!”. Chao-chou contestó: “No estoy hablando del paisaje”. Entonces, el monje hizo la misma pregunta y Chao-chou respondió lo mismo. Este es un famoso kung-an del Chan. El significado es sencillo. En ese instante, Chao-chou miró por fuera de la ventana y vio las semillas cayendo del ciprés, así que dijo: “Ese es el verdadero significado de lo que Bodhidharma trajo de Occidente”. Si Chao-chou hubiese visto a un viejo perro lleno de pulgas defecando, hubiese dado esa respuesta.

Aún otro monje preguntó a Chao-chou: “¿Qué es el Buddha? y Chao-chou contestó: “Él está en el salón del Buddha”. El monje contestó, “no, esa es una estatua de arcilla”, y Chao-chou asintió diciendo: “Estás en lo cierto, eso que dices es correcto”. Así que el monje preguntó de nuevo: “Entonces, ¿qué es el Buddha?” y Chao-chou dijo: “Él está en el salón del Buddha”. Si un perro se hubiese paseado frente a él, probablemente hubiese dicho: “El perro es el Buddha.” Básicamente, cualquier cosa que veamos, escuchemos, sintamos o hagamos es Chan. Pero nada en sí mismo representa la totalidad del Chan. Si vemos algo en un momento determinado, nosotros podemos decir que eso es Chan, pero nunca será la realidad última y permanente.

Un agradecimiento especial a Miguel Ángel Acosta Ramos por la ayuda brindada en traducir este artículo.