viernes, 26 de abril de 2011
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Cuatro tipos de postración
Conferencias budistas
Por el maestro Chan Sheng Yen (Charla de la tarde del retiro del 4 de diciembre de 1992 .)

Hay cuatro tipos de postraciones, el primero de ellos es para cumplir los deseos. Cuando nos postramos, pedimos a los budas y bodhisattvas que nos ayuden. Cuando encontramos dificultades o desgracia, podemos hacer este tipo de postración. Puede realizarse también por los demás. Si a alguien no le va bien, puedes postrarte para pedir ayuda al Buda. Este tipo de postración también puede utilizarse para evitar accidentes, enfermedades, o para prolongar la vida.

El segundo tipo de postración se realiza desde la sinceridad de tu corazón, no con la mente que busca. Puedes postrarte desde la profundidad de tu corazón en gratitud a las Tres Joyas (Buda, Dharma y Sangha). Puedes también postrarte ante tu shifu (maestro, en chino). Los maestros representan las Tres Joyas, así que nos postramos ante ellos con sinceridad por sus enseñanzas y orientación. Es importante comprender que eres tú quien se beneficia de dichas postraciones, no tu shifu. A través de este acto de agradecimiento y respeto, podemos cambiarnos a nosotros mismos y generar sinceridad en nuestros corazones.

El tercer tipo es postración de arrepentimiento. Para realizarla, necesitas una mente humilde y una sensación de vergüenza. Es imposible hacerla si estás lleno de arrogancia. Incluso cuando tu cabeza toca el suelo, podrías seguir pensando que estás en lo correcto y que los demás están equivocados. Dichas postraciones pueden ayudarte a cambiar tu carácter, a ser más receptivo y honesto. Serás más completo, más polifacético. Es como lavar la ropa. Nuestra ropa se ensucia una y otra vez y la lavamos una y otra vez. Cada vez que la lavemos, quedará limpia. Realizar los movimientos de las postraciones de arrepentimiento sin admitir tus errores o sin estar abierto y ser sincero es como usar ropa y nunca lavarla. Cada vez se vuelve más sucia. Cuando encuentres manchas en tu ropa, alégrate de que sean tan claras y fáciles de descubrir. Eso significa que, para empezar, tu ropa es relativamente limpia. Si nunca la lavaras, podrías no darte cuenta de las manchas nuevas. Cuando encuentras defectos en ti mismo no hay necesidad de lastimarte. Cuantas más manchas encuentres, mejor. Quizás seas capaz de captarlas antes de que aparezcan. Mejor aún, una vez que encuentres tus defectos, tal vez seas capaz de cambiarlos.

El cuarto tipo de postración lo denomino “postración sin forma.” Sin embargo, puesto que es imposible llegar inmediatamente a la no forma, comenzamos con forma y progresamos a través de etapas hasta que lleguemos a la no forma. Similarmente, para llegar al no-yo, la transitoriedad, empezamos con el yo. Desde allí, contemplamos la vacuidad hasta que nos movemos gradualmente al nivel del no-yo. Hacemos lo mismo sin apego, comenzando con la contemplación sobre el apego y trabajando hacia nuestro objetivo. Las postraciones sin forma provienen de contemplar los cuatro fundamentos de la atención plena: cuerpo, sensación, mente y dharmas. No importa en cuál de ellos contemplamos, comenzamos con forma y terminamos sin forma.

Podemos considerar estos cuatro fundamentos en el contexto de las etapas de postraciones sin forma que voy a describir. La primera etapa es cuando nos ordenamos a nosotros mismos el hacer postraciones y nuestro cuerpo obedece la orden. Controlamos el cuerpo y le ordenamos conscientemente, postrarse. Al realizar las postraciones, debemos mantenernos perfectamente conscientes de nuestros movimientos así como de la sensación. Entonces, estamos ya contemplando los primeros dos fundamentos: el cuerpo y la sensación. El tercer fundamento, la mente, también está involucrado porque la claridad y la conciencia son la mente misma. En este momento el movimiento de nuestra mente debería ser fino y sutil, ya que nuestros movimientos corporales son llevados a cabo lentamente. En la segunda etapa, sabemos que estamos postrándonos y lo sentimos, pero nuestros cuerpos están moviéndose por sí solos. Ya no tenemos que ordenar o controlar nuestros cuerpos. Ahora somos testigos. ¿Quién está postrándose? El cuerpo está postrándose. En esta etapa, ya no existe el pensamiento de “estoy postrándome,” pero las postraciones están sucediendo. En la tercera etapa, los otros podrían ver que estás postrándote, pero en lo que a ti concierne, ya no existe el pensamiento de estar que está postrándote o de que las postraciones se están llevando a cabo. El cuerpo, la mente y la sensación se fusionan: no hay separación.

Al igual que al aprender a montar a caballo, al principio hay un jinete y un caballo, las voluntades separadas quieren seguir su propio camino. Como consecuencia, la cabalgata está llena de baches. Los jinetes experimentados sienten la no separación entre ellos mismos y sus caballos. El caballo responde inmediatamente, de manera que la cabalgata se vuelve fluida e ininterrumpida. El tercer nivel es la etapa de la no forma, pero todavía no es el no-yo. Cuando perfeccionamos la tercera etapa, no hay influencias en absoluto. No somos afectados ni por las condiciones internas ni por las externas. Por supuesto, siempre debemos comenzar por la primera etapa. Si no podemos alcanzar el nivel inicial de una mente tranquila y moviéndose sutilmente, entonces será imposible progresar hacia las etapas siguientes.